jueves, 22 de julio de 2010

500 CRÍTICAS DE TEATRO



Construir un blog con 500 críticas teatrales publicadas en la prensa nacional *, es como completar un álbum de cromos, de los de la infancia. Los textos originales se conservaban en los desvanes de archivos del ordenador. Las imágenes con las que se ha resuelto ilustrarlos –los programas de mano- dormían en cajas, maletas y sobres que había que recuperar, ordenar y escanear uno a uno. A estas alturas, ando con una lista de títulos, cuyo programa aún no he localizado. Exactamente como sucedía con los cromos difíciles o imposibles, que nunca salían en los sobres, y que te costaba un potosí encontrarlos para completar el álbum.
La ilusión con la que se afronta este blog de críticas, también se parece a la de aquellos álbumes: juntar cada texto con su imagen, cada oveja con su pareja, resulta una ardua tarea, pero estimulante al mismo tiempo. Cuando pasas las páginas virtuales, de 25 en 25 cromos-críticas, te va viniendo un regusto inconfundible de satisfacción, parecido al que se sufre cuando éste no puede completarse.

Escribir crítica teatral es hablar de la sociedad que ha propiciado o permitido esos estrenos. No se trata sólo de contar lo que se ve dentro de los teatros, sino de lo que éstos son capaces de reflejar o comentar, sobre lo que está sucediendo fuera de ellos.

Esta colección o Diwan de 500 críticas de teatro, titulada El meteorito del teatro, contiene la crónica detallada del teatro que se veía en Madrid a finales del siglo XX y a comienzos del XXI. El espíritu del cambio de siglo queda por tanto en ellas humildemente reflejado.

La crítica teatral es un trabajo para sentimentales enamorados de una idea del teatro, y no de todo el teatro que ven continuamente. El crítico comprometido enciende una luz por el teatro que ha de venir, más que derramar un jarro de agua fría sobre los lectores. Esto le hace ser más exigente que la media, porque sueña un teatro perfecto. Un teatro cívico y artístico que esté por encima de los numerosos intereses particulares, en beneficio del bien colectivo del público.

Ya habrá ocasión de desarrollar muchos de los aspectos que evocan y permiten estas críticas, que por otra parte son un inventario del que pueden sacarse jugosas y sorprendentes estadísticas.
De momento nada más, sólo informarles de ciertas coordenadas recomendables para transitar por este blog en construcción.

NAVEGAR POR TEMPORADAS. En este momento, como mejor se navega en este mar de 500 críticas es a través de las etiquetas de las seis temporadas teatrales que abarcan. Esto es desde 1-12-1998 al 14-2-2004. En esas etiquetas pueden verse en grupos de 25, las críticas por orden cronológico, abarcando cada temporada desde primeros de septiembre hasta finales de agosto del año siguiente. El curso teatral tiene sus momentos altos en septiembre, octubre, medio noviembre, medio enero, febrero y marzo. En diciembre, abril, mayo y junio, descienden las representaciones considerablemente, dándole la temporada al crítico un respiro que necesita.

También pueden verse las críticas por salas, pero de momento contienen un error cronológico que pronto subsanaremos. Por salas, el orden en el que aparecen las críticas corresponde a un orden alterado de temporadas.

* Estas 500 críticas fueron publicadas ininterrumpidamente en el diario LA RAZÓN de Madrid, entre 1998 y 2004.

lunes, 19 de julio de 2010

LECCIÓN PARA MATRIMONIOS ROTOS


"Escenas de matrimonio". De Ingmar Bergman. Dirección: Rita Russek. Versión: Emilio Hernández. Reparto: José Luis Pellicena. Magüi Mira. Iluminación: Iñaki Moreno. Escenografía: José María Brioa. Madrid. Teatro Lara. 31-8-2000.

Ingmar Bergman es un hijo del siglo veinte que ha convertido el arte de representar, en una exploración personal sobre las partes ignoradas de uno mismo. Cada una de sus películas o de sus montajes teatrales es un paso más allá en la elaboración del discurso de su propia vida. La angustia religiosa protestante de Bergman, combinada con el legado moral y teatral de los grandes dramaturgos nórdicos Henrik Ibsen y August Strindberg, ha dado y sigue dando pie a una de las reflexiones escénicas más profundas, comprometidas y angustiadas del hombre contemporáneo, que ha dado el arte del S. XX.
Del universo bergmaniano lo sabemos casi todo, como si fuera una especie de Marcel Proust, angustiado, protestante y nórdico, que nos ha dejado buena cuenta de los rincones de su memoria. Desde el tejido de las cortinas de la casa de campo de su poderosa abuela; hasta los conflictos en torno a la existencia de Dios que se hacen sus personajes; pero, siempre asistimos al combate perdido de sus protagonistas.
Los conflictos de pareja y de matrimonio han sido una obsesión recurrente de su obra. La situación que viven los protagonistas de "Escenas de un matrimonio", es una metáfora desesperanzada de que el amor, como todos los factores esenciales de la vida y del destino, está regido por las paradojas: sólo puede amarse verdaderamente cuando se han perdido los vínculos sociales del matrimonio.
Bergman escribió este guión inicialmente para televisión, a lo largo de tres meses; aunque él mismo escribe que lo que hay vertido en este texto, es la experiencia de toda su vida. "Escenas de un matrimonio" finalmente se convirtió en una de sus películas menos ácidas y desesperanzadas. En teatro, este texto de Bergman -dirigido por su discípula Rita Russek- se convierte en una especie de radiografía de la evolución de las relaciones emocionales de una pareja burguesa, a lo largo de distintas escenas retrospectivas de su matrimonio, divorcio y posterior reconciliación como amantes. Al texto le falta la mordacidad cáustica que emplea el creador sueco en sus obras más importantes. La estructura de la pieza, (que comienza por el final, y va desgranando todas las etapas anteriores del conflicto), resta sorpresa y emoción al devenir de la historia; le resta dramatismo, a favor de una cierta comicidad nacida del distanciamiento que crean los mismos intérpretes, al dirigirse al público y presentarles la escena siguiente.
La sobriedad y belleza del espacio escénico, empastado en una gama de colores crudos, acentúa el movimiento y la evolución de los intérpretes. José Luis Pellicena y Magüi Mira ponen su talento al servicio de esta singular pieza de Bergman, en la que parecen sentirse muy cómodos, como si hubiera sido escrita a la medida de sus grandes personalidades escénicas. La Mira borda las escenas más dramáticas de la representación, y Pellicena afronta su personaje con registros mordaces y desgarradores.
Aunque, la obra no llegue a alcanzar las altas cotas críticas y poéticas del gran teatro nórdico, sí resulta una ocasión excepcional para asistir a una representación impoluta de un creador de primera categoría como Ingmar Bergman, representado en unas condiciones y con unos intérpretes sobresalientes.

DONDE HAY MÚSICA, NO MORA EL MAL


"Te quiero, eres perfecto... ya te cambiaré". De Joe Dipietro y Jimmy Roberts. Dirección musical: Manuel Gas. Dirección escénica: Esteve Ferrer. Traducción y adaptación: Anna Ullibarri y Roser Batalla. Reparto: Silvia Marsó, Miguel del Arco, Carmen Conesa, Víctor Ullate. Músicos: Mónica Fuentefría. Lázaro Pulido Cruz. Anau Vilá. Escenografía: Carlos Montesinos. Vestuario: Antonio Belart. Iluminación: I. Morros y F. Ayuste. Madrid. Teatro Marquina. 1-9-2000.

El género musical ha despertado siempre la simpatía y el aprecio del público, porque la música ayuda a soportar la vida. "Donde hay música, no mora el mal", reza sabiamente un dicho popular. El espectáculo "Te quiero, eres perfecto..." es una magnífica oportunidad para volver a disfrutar de las livianas bondades del teatro musical. El secreto del encanto de esta representación, radica en la equilibrada mezcla de ingredientes que requiere el género. Un libreto que no pesa demasiado en pretensiones críticas y trascendentes; una música agradable, que da la sensación de haberla oído ya en muchas ocasiones; pero, que sumada a la juventud, humor y encanto de sus protagonistas se convierte en un apetitoso banquete escénico que agradecerá el público.
Este musical de Joe Dipietro y Jimmy Roberts, estrenado originariamente en Nueva York, con producción de James Hammernstein, (uno de los principales bastiones del poderoso mundo del espectáculo musical anglosajón), pone en evidencia lo similares que son los conflictos que sufren los habitantes de las grandes urbes contemporáneas: los agobios laborales, las relaciones familiares entre esposos, padres e hijos; las dificultades de la vida urbana actual, con una lista interminable de obligaciones públicas añadidas, indeseables por cualquiera de estos acosados y agotados ciudadanos de casi el S. XXI. Aunque, el tema central que guía todas las historietas que se representan a lo largo de la obra, es la búsqueda del amor, de la pareja, del consuelo vital y sexual que produce la compañía amada. La huida de la soledad es lo que desea cualquier humano viviente, mucho más en las duras ciudades de acero implacable que nos aíslan tras los muros de nuestros coches o nuestras casas.
Por eso, espectáculos como éstos ayudan a ir al teatro, porque el público pasará un par de horas estupendas con estos cuatro eficaces cómicos; y los tres virtuosos músicos que en escena les acompañan. Carmen Conesa vuelve a demostrar su gran empatía con el público; es todo un animal de las tablas: disfruta, se emociona, hace la gansa, y lleva sobre sus hombros gran parte de la vitalidad del espectáculo. Las brillantes dotes vocales y actorales de Miguel del Arco, la secundan en su empeño, afrontando con ella numerosísimos y eficaces cambios de personajes. Silvia Marsó y Víctor Ullate Jr. completan este eficaz y alegre cuarteto, lleno de gracia, ternura y belleza. El público aplaudió a rabiar algunos números musicales, como el del urinario de caballeros; la cena familiar; el monólogo del vídeo para una agencia matrimonial; el paseo familiar en coche; o la ceremonia de la boda, al final del primer acto.
"Te quiero, eres perfecto..." es un musical agridulce contra la soledad; todo lo que retrata con fresca ironía, es real; como la vida misma, de hoy en día. Cada generación de espectadores podrá verse reflejada en algún grupo de sus numerosos personajes protagonistas.

DIVORCIADO A SU PESAR

"Sin rencor". De Sam Bobrick y Ron Clark. Versión: Juan José de Arteche. Dirección e interpretación: Carlos Larrañaga. Reparto: María José Goyanes. José Olmo, Marta Gutiérrez. Luis Perezagua. Escenografía: José Mª Brioa. Vestuario: Lola Barrera. Iluminación: Carlos Moreno. Madrid. Teatro Príncipe. 5-9-2000.

La comedia satírica siempre se ha sostenido sobre la consigna de criticar divirtiendo; viene de antiguo. El drama burgués -mucho más reciente- busca en los diálogos y en las situaciones conflictivas de sus personajes, un punto de reflejo de la realidad, que permita la identificación del público con algunos de las tribulaciones de sus personajes. La fórmula teatral conocida como "Comedia americana" recoge elementos de los dos primeros géneros, y crea un tipo de obras, donde a partir de escenas y conflictos cotidianos, se termina sacando alguna conclusión moral sobre los tiempos que corren; además de pasar un buen rato, divirtiendo con la exageración caricaturesca propia de la comedia.
La nueva obra que presenta Carlos Larrañaga en Madrid reúne todos estos ingredientes de actualidad, para hacer pasar un buen rato al público, riéndose de ellos mismos, y de los conflictos de sus semejantes más próximos.
"Sin rencor" da un salto de eje a tanto drama de separaciones matrimoniales tratados hasta ahora en el teatro, y en esta obra es la mujer la que abandona a su esposo -contra la voluntad de aquél- por un hombre más joven y sin dinero, que sin embargo la llena de ilusiones. Las convulsas reacciones del marido burlado, guían todo el argumento de esta pieza burlesca, en la que se critican todos los defectos del esposo, en su vida de acomodado empresario intransigente y violento, con amantes diversas. El protagonista de "Sin rencor" se queda tan solo, que tiene prácticamente que trasladarse a la casa del amante de su esposa, para poder tener con quien hablar y discutir de algo; lo que da pie a situaciones muy cómicas y satíricas.
Carlos Larrañaga (el patriarca de una de las sagas con más raigambre en la escena española) es un actor que sabe sacar partido como nadie a este tipo de personajes, que comunican directamente con el público, y arranca con facilidad y con gozo sus risas. Él solo llena el escenario con su gran humor, su simpatía y su elegancia. Le acompañan en el elenco, María Jose Goyanes, en el papel de la esposa emancipada que quiere el divorcio, a toda costa; Luis Perezagua en el papel del amigo sufridor, (una especie de Sancho Panza de las finanzas), con mejor corazón que su jefe; y los jóvenes, José Olmo -que interpreta con credibilidad al amante griego de la esposa); y la bella Marta Gutiérrez que da vida a la hija recién casada del matrimonio, en apuros.
El día del estreno, los mutis de los actores se aplaudieron con fuerza, y al final, se hizo salir a saludar a los intérpretes, varias veces, al ritmo de un alegre sirtaki griego.

LA VIDA DE LOS INSECTOS


"Mirador", de Paco Zarzoso. Cía. Hongaresa de Teatre. Dirección e iluminación: Xavier Alberti. Reparto: Martín Cases. Victoria Enguídanos. Laura Useleti. Carles Sanjaime. Anna María Cediel. Lola López. Espacio escénico: Xavier Arriola. Vestuario: Joan Miquel Reig. Madrid. Sala Cuarta Pared. 7-9-2000.

Los amantes de las estrellas saben que todas las constelaciones se deslizan cada noche por el cielo, aunque no se pasen todo el tiempo mirándolas fijamente para captar ese sutil y casi imperceptible movimiento. En "Mirador", Paco Zarzoso intenta realizar esa hazaña con sus personajes. Los observa tan a fondo, que termina desnaturizándolos; como si hubiese descoyuntado los músculos y tendones que sostienen el ritmo cotidiano, para convertirlos es una especie de harapos humanos automáticos, no desprovistos de encanto y personalidad.
El autor de "Mirador" emplaza originalmente la acción de la obra. Debe tratarse del primer texto teatral que se ubica en la terraza de un bloque de viviendas en la costa; y, además, consigue sacarle partido dramático a ese mínimo espacio cotidiano. En ese balcón-mirador, vemos a los personajes como una especie de raros insectos, que nos van mostrando su tedio, su ternura, su memoria y su afán cotidiano. El espectáculo consigue tener atmósfera y un sello personal, que radica en los silencios, el intimismo, y los numerosos detalles interpretativos. Podría decirse que este montaje y sus personajes, transitan tanto por una suerte de minimalismo emocional, como por un autismo, a veces, cargante.
El autor somete el lenguaje, la situación dramática, y en definitiva a sus personajes a una especie de proceso de higiene y de asepsia, que difumina los fondos; los deja aislados; y pone lupas de aumento sobre sus pensamientos y emociones más secretas.
Las actrices y actores de Hongaresa Teatre son poseedores de una complicidad estilística, que nace del sello personal de su interpretación. La actriz que representa a la hermana protagonista tiene un encanto especial, cierto misterio ultraverbal, difícil de transmitir en una obra con tantas palabras.
El problema de esta disección aséptica de la realidad, es que en algunos momentos puede llegar a desenganchar el interés del espectador hacia la obra. La dirección debería encerrar más sorpresas; valerse más de los recursos escénicos de la teatralidad, aunque fuera para sincoparlos, o reducirlos a su mínima expresión. El concierto de silencios, es un recurso que afecta más al texto que al movimiento y la acción.
En cualquier caso, "Mirador" es un nuevo montaje de esta laboriosa e interesante compañía valenciana, que se presenta en Madrid, por tercera temporada consecutiva, y que crece en ambiciones artísticas en cada nuevo montaje. Nada más saludable para el teatro.

LA RULETA DE LOS CRIMINALES


"Asesino", de Anthony Shaffer. Versión: Ricard Reguant y Rocío Langa. Dirección: Ricard Reguant. Reparto: Ramón Langa. Paca Gabaldón. Eva Isanta. Juan Polanco. Escenografía y vestuario: Carlos Abad. Iluminación: Pablo Calvo y F. Sarrión. Producción ejecutiva: Luis Lorente. Madrid. Teatro Fígaro. 7-9-2000.

La comedia de intriga policiaca de estirpe anglosajona, se viene consolidando en las últimas temporadas, como uno de los subgéneros teatrales que más atraen la atención del público madrileño. A mitad de camino entre el cine de suspense y la intriga psicológica, estas obras encienden una mecha de atención en la curiosidad de los espectadores, que no se apaga hasta la explosión final de aplausos, al concluir la representación. Si tenemos en cuenta que en esta nueva entrega de lo que podríamos llamar castizamente "teatro policíaco madrileño", no hay ni siquiera descanso, las falsas apariencias de la trama de "Asesino", funcionan como un mecanismo de relojería situado bajo la butaca de cada espectador de la sala, con un estallido final garantizado.
"Asesino" es una obra primeriza de Anthony Shaffer, el autor de "La huella", esa obra maestra que ha dado la vuelta al mundo en escenarios y pantallas. La buena mano de su autor, la inteligencia del argumento, lleno de pliegues y sorpresas; los virajes entre la realidad y su reflejo; las falsas personalidades aparentes de los personajes..., consiguen que el espectador no llegue a aburrrirse en ningún momento. Por el contrario, tiene que corregir, tras cada escena, su punto de vista sobre los hechos y los personajes que se le muestran en escena.
El juego del asesinato matrimonial podría resultar demasiado macabro en estos tiempos en que los noticiarios suelen informar -con más frecuencia de lo deseable- sobre la muerte de mujeres maltratadas y asesinadas brutalmente por sus esposos; aunque la erudición y, sobre todo, el humor de Anthony Shaffer consiguen desterrar esta trágica y patética visión cotidiana, de una obra tan bien construida e interpretada como "Asesino".
Los intérpretes son el plato fuerte de este montaje. Ramón Langa supera en cada nuevo trabajo teatral sus horizontes de actor de doblaje (Bruce Willis y Kevin Costner son los actores más conocidos a los que presta su personal y brillante voz), para demostrar su calidad y su entrega como actor de teatro. Sobre su personaje (curiosamente llamado Norman, como el asesino de "Psicosis") pivota todo el argumento, y Langa sostiene con fuerza el palo mayor de este tinglado. La reaparición de Paca Gabaldón es todo un acontecimiento para las tablas, pues la actriz demuestra poseer unos recursos vocales y energéticos muy plausibles (además de su inmarchitable belleza); pero sobre todo, una gran y singular personalidad escénica. Eva Isanta y Juan Polanco completan este "póker" de asesinos y cómplices -en potencia- con unas interpretaciones muy medidas y estimables. Con el buen hacer de todo el equipo de "Asesino" la diversión está garantizada para el público. Si es amante del género, no debería perdérsela.

VAGINAS PARLANTES


"Los monólogos de la vagina". De Eve Ensler. Versión: Víctor Cremer. Reparto: Maite Merino. Magdalena Broto. Dirección y Dramaturgia: Antonia García. Vestuario: María Teresa Rodríguez. Madrid. Teatro Fígaro. 7-9-2000.

Dar voz y texto sobre las tablas a una parte de la anatomía femenina tan silenciada en la historia de la literatura, y tan esencial en la historia de la humanidad, es como mínimo un mérito oportuno, necesario y original. Exponer los argumentos silenciados de las víctimas, los débiles y los justos, es una de las tareas más empecinadamente nobles de los cómicos y cómicas de todos los tiempos. La obra "Los Monólogos de la vagina" ha sido escrita a partir de los testimonios de más de doscientas mujeres de todo tipo, clase social, u opción sexual, que fueron entrevistadas por la autora y actriz norteamericana Eve Ensler, quien lo estrenó por primera vez en Broadway, despertando la atención de crítica y público. Los distintos monólogos están bien escritos por su autora y bien trasladados a nuestro idioma por Víctor Cremer, con la ayuda de la directora Antonia García. Rebosan ternura, decepción, hastío, esperanzas, fantasías...; pero, todos ellos respiran un gran amor y ternura por la condición marginal y silenciada de la sexualidad femenina.
Aunque, originalmente todos los textos eran interpretados por una sola actriz, en su versión española se ha desdoblado en dos actrices de registros y características físicas complementarias. Maite Merino se encarga de los personajes más distinguidos, con su especial encanto y sensibilidad; y Magdalena Broto de los más populares y viscerales, con una potente vis cómica peculiar.
La obra cuenta con una entrega previa del público (mayoritariamente masculino en la función del sábado noche) que celebra con risas y aplausos cada reflexión o revelación que las vaginas parlantes desvelan ante la audiencia. Los monólogos más fantásticos o grotescos, son los que mejor funcionan por su alta teatralidad; como el de la mujer entrada en años que rememora sus lúbricos sueños con Frank Sinatra, y las inundaciones temibles que su flujo producía en cualquier lugar donde ella se excitara. Por otro lado, las desventuras de un ama de casa obligada por su esposo a afeitarse el pubis, sitúan las cotas más altamente dramáticas de la representación.
Quizás le falte a este montaje, causticidad, transgresión y sexualidad, para ser un tema tan candente, lúbrico y marginal. Se le nota su voluntad de ser "políticamente correcto", y no escandalizar a nadie; mucho menos a toda esa franja de público femenino -que pocas veces va al teatro- pero, que en esta ocasión, acudirá irresistiblemente a respaldar con su presencia este acto reivindicativo de la feminidad.