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domingo, 18 de julio de 2010

CABARET SACRAMENTAL


"El fin del mundo". Escrito y dirigido por Luis Lázaro. Reparto: Celia Ballester. Trinidad Iglesias. Raquel Cubillo. Escenografía: Giorgi Popov/Deniztza Deneva. Vestuario: Lola Tribes. Arreglos musicales: Antonio Meliveo. Iluminación: David Álvarez. Madrid. Teatro Alfil. 17-3-2001.

"El fin del mundo" es un espectáculo cómico festivo -con protagonistas religiosas- que se presenta a sí mismo como "Cabaret Sacramental", o "Catequesis nocturna", volviendo a demostrar el interés de este país -alambicado y barroco- por subir a escena, temas religiosos. Estas monjitas redentoras del tercer milenio, lo hacen de una forma tan jocosa como transgresora.
El Cabaret siempre ha tenido la habilidad de revolver y remozar los conflictos de actualidad, en beneficio de la sátira y de la risa. Las tres monjas protagonistas de este juguete escénico -bautizado como "El fin del mundo"-, están preparadas para avisar a la feligresía de que el mundo está a punto de acabarse en 4 minutos. A las puertas del mismísimo infierno (como en los Misterios del Medioevo) esperan la comparecencia de Satanás, noche tras noche, desde hace demasiado tiempo. Aunque, como buen macho, el innombrable se ha hecho esperar demasiado tiempo. Las hermanas, en su espera, repasan sus vidas y hazañas, en la lucha por la subsistencia en un mundo convulso, tentador y obsceno.
Luis Lázaro -como autor- realiza un trabajo original, que se despereza por las fronteras de diversos géneros dramáticos, consiguiendo un humor fino y, a veces, una inquietante atmósfera poética, tentado por el virtuosismo interpretativo de esa grandísima actriz-cantante, que es Trinidad Iglesias. El cabaret es -por naturaleza- zafio y directo, reparte bofetadas de ingenio con osadía y atrevimiento. Temas como la esponsorización, la prensa del corazón, los conflictos del País Vasco, el anticlericalismo, los vértigos de la Bolsa, o la telebasura, desfilan por "El fin del mundo" con gracia y frescura.
Raquel Cubillo demuestra una personal vis cómica, dando vida a una monja corrosiva y voluptuosa. Celia Ballester incorpora a la Madre Superiora con autoridad de motero, y sofisticación de estrella de revista. Las coreografías, los decorados y las canciones (muy bien cantadas, en directo) encierran divertidas sorpresas.
Quizás lo que falte en este cabaret, (más literario que político), sea una decantación mayor del autor por sus objetivos. Su pluma parece querer volar por indagaciones sobre el sueño y el destino de los muertos, o los derroteros terrestres de la felicidad; pero, el director le retiene la mano, y le recuerda que sólo están haciendo cabaret. Son fuerzas contrarias, que operan en este refrescante y original espectáculo, que garantiza una osada tarde de buen teatro. Funcionaría mejor, aún, de madrugada.

LA DULCE GARRA DEL CABARET


"Ex symbols". De Félix Sabroso. Luis Lázaro. Miguel Gila. Teresa Calo. Arancha de Juan. Dirección: Berta Ojea y Paula Soldevila. Reparto: Arantxa de Juan. Maribel Ripoll. Vestuario: Manu Berástegui. Iluminación: César Sanz Bruno. Música: Cope Gutiérrez. Madrid. Teatro Alfil. 17-5-2001

El cabaret, como todos los géneros ínfimos del mundo del espectáculo, sigue demostrando una gran vitalidad por encima de modas y tendencias de vanguardia. Es el más coyuntural de todos los lenguajes escénicos. Como una esponja se sumerge en la vida cotidiana y absorbe los conflictos más chispeantes, que a todos nos afectan: la soledad, la ruptura de las parejas, los retos que nos planteamos entre el mundo laboral y el afectivo... Tiene el cabaret la profundidad del drama, y, a la par, la espuma mordaz de la farsa. El Teatro Alfil es una de las catedrales cabareteras de la villa, en su intención de ajustar una programación vinculada al humor y a la actualidad, el Alfil ha acogido desde siempre numerosos cabarets que hacen gozar al público, desternillándose de risa de sus propios conflictos íntimos en la vida en las grandes ciudades.
"Ex symbols" es una nueva aproximación a lo que podríamos llamar "Cabaret madrileño" y que tiene en Félix Sabroso uno de sus más estimables autores. Maribel Ripoll y Arancha de Juan tenían hambre de escenario tras tanta aparición televisiva, y disfrutan en escena como locas, dando vida a este rosario mordaz de mujeres abandonadas; o, que abandonaron a sus anteriores parejas. Quizás lo mejor de la obra, es que no está realizada con ira feminista, y manifiesto militante de vaginas heridas, sino con una suerte de tibieza, que busca la parte más sensible o atroz de sus personajes, lo que encanta al público.
Las dos actrices, guiadas con buena mano por las directoras Berta Ojea y Paula Soldevila, se compenetran y complementan a la perfección. Si Arancha de Juan es la mujer bandera, ingenua, o enérgica; Maribel Ripoll consigue escudriñar en la parte más sensible de sus personajes, con grandes dotes de caricata. El amistoso público de la tarde del estreno rabió de risa con las artes de estas dos castizas vampiresas, y las aplaudió repetidamente. Quizás el peligro de este eficiente género sea caer en cierta autocomplacencia y repetición de fórmulas, que se saben efectivas, en detrimento de la necesaria originalidad de la pieza. En cualquier caso, pasar un rato en el teatro con estas dos entusiastas aprendices de serpiente, resulta tan estupendo como estimulante.

sábado, 17 de julio de 2010

LA GEOMETRÍA DEL CERDO


"El cerdo", basado en "Estrategia para dos jamones" de Raymond Cousse. Intérprete: Francisco Maestre. Dirección: José Antonio Ortega. Ayte. Dirección: Paco Obregón. Traducción: Xabi Puerta. Iluminación: Felipe Ramos. Espacio escénico: Nicolás Osuna/Ana del Castillo. Madrid. Teatro Alfil. 2-9-2001.

El cerdo es un animal estrechamente vinculado con la historia doméstica del hombre. De la misma forma que las gallinas, los puercos han sido una especie de supermercado andante dentro del propio hogar, para todos los pueblos. La matanza ha garantizado alimento de reserva para todo el año. Pero, si del cerdo siempre se ha dicho que se aprovecha todo, aún quedaba por sacar rendimiento de su ideología, hasta que el autor francés Raymond Cousse se decidió a escribir esta monólogo porcino, donde se defenestran todas las expectativas de los espectadores acerca de una obra con un cochino como protagonista. Su obra "Estrategia para dos jamones" sirve de base a este "El cerdo" que interpreta con su maestría interpretativa habitual el gran actor Francisco Maestre.
La obra de Cousse ha sido traducida a más de doce lenguas diferentes y se ha representado en más de 20 países y en cincuenta montajes diferentes; el texto lo merece. La inteligencia poética del autor francés hace que trascienda la mera metáfora social y política del puerco con corbata, para adentrarse en terrenos más revolucionarios aún, a través de la aproximación al hipotético pensamiento animal. Este cerdo que nos habla de su cochinera, de su alimentación, de su relación siempre conflictiva con el porquero, es además un animal con recuerdos. Su memoria de lechón aflora en escena con toda la fuerza verbal de una experiencia sentida y convicta. La memoria es la que nos hace seres superiores en inteligencia, saber quiénes somos, de dónde venimos, y a qué final nos encaminamos. La sutilidad del texto y de su estructura dramática permite que esta pieza vaya mucho más lejos en su poder transgresor, que el de la mera simbología social del cerdo.
Si el texto de Raymond Cousse es una joya del discurso y del lenguaje dramático, (ajustadamente traducido por Xabi Puerta), la interpretación de Paco Maestre la iguala en categoría artística. En numerosas ocasiones este actor ha demostrado su gran contundencia escénica; pero a través de este personaje de cerdo pone en evidencia la gran verdad que transmite su poderosa presencia escénica. Maestre convence tanto con el cuerpo, como con la voz, como con sus significativos silencios. Su dominio interpretativo convierte la representación en una especie de recital o concierto para una voz y dos jamones, que rompe interiormente los más previsibles esquemas del público.
La dirección de José Antonio Ortega y Paco Obregón es sobria y eficaz, con una selección musical y unas pequeñas coreografías de transición de escenas, absolutamente deliciosas. El público aplaude a rabiar a Paco Maestre, y le hace salir a saludar reiteradamente, dedicándole una colección de "¡Bravos!", que el actor realmente merece.

viernes, 16 de julio de 2010

TERRORISMO LÚDICO SENTIMENTAL


"12 de Septiembre". De, dirigido e intepretado por: Leo Bassi. Madrid. Teatro Alfil. 30-1-2002.

Leo Bassi es un transgresor de la escena actual. Su espectáculo "12 de Septiembre" comienza -con una puntualidad más que latina, británica- en el vestíbulo del teatro, con el público al alcance de su mano. El hombre del traje, las gafas y el portafolios negros cubierto de polvo, sube a escena como si hubiera escapado del bombardeo de las torres gemelas de Nueva York.
Inicia su monólogo catártico con una reflexión tan caústica y personal, como podría esperarse de este provocador cómico italiano.
Bassi es un histrión caricato y ególatra, que sabe buscarle las cosquillas al público, allí donde más le duele, o con lo que más se identifica. El discurso ácrata de Bassi pasa revista a las vergüenzas de la primera nación del mundo, con el descaro del bufón. Es demasiado directo y público su ataque, como para intentar neutralizarlo. Por eso está tan mimado por los medios de comunicación, (incluida la todopoderosa televisión). Es una forma de instrumentalizar su provocación: haciéndose eco de ella a gran escala. La persistenica del bufón es una prueba de cómo se garantizan en las democracias las libertades de expresión.
Tras sus previsibles confesiones anti-yanquis y anti-globalización, el talento de Bassi aflora cuando vierte sobre la escena toda su arte rocambolesco de fabulación. El actor confiesa que lo que más le fastidió de aquel ataque inesperado a los Estados Unidos el último 11 de Septiembre, fue que le "pisaron" el estreno de su último espectáculo "Terrorismo lúdico". Cuando Bassi comienza a exponer sus delirios, más que sus opiniones, surge la fiesta cómica de la transgresión. El argumento de la obra contaba su plan de atacar todos los campos de golf del mundo, con un ejército de cabras, taponando con excrementos los agujeros de esos prados verdes y perfectos para deleite de pijos y políticos. Por otra parte, la sátira decae cuando el actor comienza a desenhebrar su cadeneta de recuerdos entre tiernos y encantadores talibanes en un viaje a Pakistán.
Aunque el espectáculo pueda resultar excesivo en el discurso, los fieles de Leo Bassi disfrutarán con sus amenazas violentas de ensuciar o agredir al público, provocando en sus víctimas una risa floja de particular excitación. Alarga Bassi el espectáculo con una tercera e innecesaria parte, dedicada a la Biblia, retrasando el fastuoso final donde se unta con miel todo el cuerpo y se introduce en un tubo de plástico con ventilador, mientras una lluvia de plumas le cubre todo el cuerpo. La imagen tiene una poderosa fuerza teatral, preñada de grandeza y plasticidad.
Para transgredir aún más, el cómico italiano sale a la calle bajo la noche invernal, a pasearse entre los taxis y viandantes, sembrando las risas y aplausos del corro de espectadores, que lo sigue hechizado pidiendo más.

TODO ES POSIBLE


"Qué pelo más guay. (La historia de dos hombres unidos por el crimen y separados por la moda.)”. Guión: Sexpeare. Dirección David Ottone y Sexpeare. Reparto: Santiago Molero. Rulo Pardo. Vestuario: Teresa Rodrigo. Atrezzo y escenografía: Sexpeare y Rafa Sánchez. Madrid. Teatro Alfil. 30-5-2002.

La estética desenfrenada de las series policíacas de televisión de los setenta se daban la mano con los personajes de los “comics” para inventar un nuevo género de “sketches” (o números breves con humor propio,) de ritmo trepidante y cercano al del público doméstico, habituado a los saltos de la publicidad a las persecuciones automovilísticas de policías y delincuentes.
De esta estética “shaft” se alimenta el irreverente y refrescante espectáculo “Qué pelo más guay”. Podría tratarse de un telefilme con fenómenos paranormales, que se desarrolla en el interior de una peluquería abandonada donde, dos chapuceros traficantes de cocaína se han dado cita con un misterioso comprador que, convertirá a estos dos “manguis” en millonarios para el resto de sus vidas.
Los dos cómicos oficiantes de esta enredada puesta en escena tienen la frescura de la pareja cómica, contraria y disparatada. Santiago Molero responde al prototipo latino de los bajos fondos norteamericanos, expresivo y fantasioso; y Rulo Pardo compone un personaje de afroamericano seco y arisco, de gran contrapunto humorístico.
La puesta en escena demuestra una gran agilidad e ingenio para construir un juguete gamberro y caprichoso que juega con la línea del argumento con recurrentes “flash-backs” e incursiones en las licencias del libertario mundo fantástico. El juego escénico es eficaz, entretenido y novedoso. El teatro como divertimento de los que lo hacen para contagiar al público.
Aunque el mayor acierto de la representación es una pareja accidental que se inmiscuye en la trama de forma natural, dentro de los mecanismos de distanciamiento con que se afronta este trabajo. Pues bien, esta intrusa pareja extravagante está formada un crítico teatral que hace sus comentarios casposos sobre el trabajo teatral de los jóvenes, pero termina apasionándose por la obra, mientras se la cuenta a su amigo, un camarero sin piernas -interpretado por Rulo Pardo- que se mueve en un minúsculo habitáculo liliputiense, donde prepara tortillas enanas. Esta pareja imprevista de comentaristas de la obra que estamos viendo se convierten en los más lúcidos y tiernos personajes del montaje que arrastran tras de sí todo el interés del público frente al argumento principal de la obra, que termina tan enredado que los cómicos se confesarán incapaces de terminar la obra. Imagínense quién será el encargado de poner orden final a este conflicto. El público juvenil que abarrotaba la sala –completamente identificado- aplaudió fieramente a los artistas.

ESTAMPAS DE LA ESPAÑA PETARDA


"Con la gloria bajo el brazo”. Guión: Félix Sabroso/Qués-Quís-Pás. Dirección: Félix Sabroso/Javier Cámara. Reparto: Ángel Ruiz. Mariano Marín. Madrid. Teatro Alfil. 2-6-2002.

El éxito latino en Norteamérica se ha convertido en uno de los tópicos de nuestro tiempo. Nuestros cantantes, actores y directores de mayor calidad, fortuna y talento triunfan en la orilla de la América del norte. Miami como ciudad simbólica de este desembarco y reconquista latina de Norteamérica, es un icono castizo de nuestro tiempo.
De este tópico nace la idea del espectáculo de la Compañía Qués-Quís-Pás de reunir a un artista español que ha hecho las Américas junto a los grandes astros de la canción anglosajona, con su viejo pianista de bolos salvajes por la España de la transición, cantando en mítines y fiestas de los recién legalizados partidos políticos.
“Con la gloria bajo el brazo” es un cabaret castizo, estilizado y con mucha pluma contenida. Félix Sabroso (padre del fenómeno “perdona bonita...” junto con Dunia Ayaso) imagina historias coyunturales cercanas a la inmediatez del Café Teatro. Es un género tan difícil como necesario. Sabroso capta muy bien la “España petarda” de nuestros días, y le saca un partido humorístico basado en una mirada personal y en el juego de palabras. Como Arniches -el padre del sainete- la gracia procede de lo que se dice. Regresa el teatro de entonación, es la gracia del figurón, el cómo lo dice, y no el cómo lo hace.
Ángel Martín tiene un repertorio de gestos y una forma de colocar las frases, extraída directamente de las callejuelas del madrileño barrio de Chueca de hoy en día. Por otra parte, sus ricas y potentes cualidades como cantante elevan el grado de excitación y entretenimiento de un público de copazo y cerveza, arropado por la música en directo.
A Mariano Marín le sucede lo mismo con el piano, es un buen intérprete, y su personaje de pobre-músico español que no ha llegado a nada, tiene una frescura y una espontaneidad largamente explotados por el actor con un toque desvalido y vivaz, inducido por Javier Cámara, que firma la codirección del espectáculo con Sabroso.
Julio Iglesias, Raphael, Víctor Manuel, Ana Botella y toda una serie de fantasías animadas de ayer y hoy, pasan bajo el colmillo maligno de estos cómicos cabareteros y transgresores, que hacen estallar de carcajadas al complacido auditorio, que se ve reflejado en esa mirada descarada y grotesca de nuestro tiempo.

viernes, 9 de julio de 2010

CABARET AVENTURERO *


"Con rumbo incierto. Archiduque Largo de Liechtenstein”. De e interpretado por Juan Lombardero. Dirección: Juan Polanco. Espacio escénico y figurines: Carlos Abad. Arreglos musicales: Fernando Lederer. Madrid. Teatro Alfil. 1-7-2002.

A mitad de camino entre las trolas del chiripitiflautico y televisivo Capitán Tan, y del extravagante, aventurero y cinematográfico Barón de Münchhaussen, este archiduque largo de Liechtenstein convoca los rincones más exóticos del planeta en un escenario, para contarnos sus batallas y aventuras, como si del abuelo Cebolleta se tratara.
Este experimento de cabaret aventurero tiene su gracia y originalidad debido -sobre todo- al buen hacer del actor Juan Lombardero, que se siente completamente identificado con la piel de tan peculiar personaje, más en la estela del explorador británico, que del trotamundos ibérico.
El protagonista rememora para el público sus fantasiosas aventuras, combinando situaciones absurdas, y rememorando gestas violentas que tuvo que afrontar en los cuatro confines del mundo, para salir vivo de ellas, y poder contarlas en el escenario de un teatro. También es posible que todo sea producto de su imaginación alentada por lecturas desaforadas e improbables libros de viaje. Pero, está claro que el personaje decide batallear en público para trasladar al respetable toda la emoción de sus gestas visionarias.
La dirección de Juan Polanco articula escénicamente el espacio con elegantes y sencillos cambios de vestuario y atrezzo diseñados por Carlos Abad, (¡ojo! a la maleta del Archiduque, todo un homenaje al bolso de Mary Poppins) para contar esta historia inofensiva por encima de cualquier tiempo.
Quizás el único problema de esta aventurilla teatral sea que no conduce a ninguna parte más que al entretenimiento de un público ocioso y veraniego, que ríe las más afortunadas ocurrencias del Archiduque en su buen hacer escénico. La historia del contador de batallas no progresa, y menos aún, concluye en ningún puerto.

martes, 6 de julio de 2010

SAFARI SEXUAL SOBRESALIENTE


"Pareja abierta". De Franca Rame-Darío Fo. Versión: Carla Mattetini. Dirección: Juan Margallo. Reparto: Petra Martínez. Vicente Cuesta. Juan Margallo. Madrid. Teatro Alfil. 10-7-01.

Petra Martínez y Juan Margallo forman una de las parejas más combativas del teatro español. Desde hace décadas se encuentran inmersos en todos los fregados teatrales progresistas que se han producido en este país. "El gallo vallecano" fue uno de sus hijos teatrales más emblemáticos, una sala de teatro independiente, que abrió el curso a lo que años después serían las alternativas. No es de extrañar que demuestren tanta empatía en escena con esta obra de Franca Rame y Darío Fo, una pareja teatral italiana con la que guardan muchas afinidades vitales e ideológicas.
Si el punto de partida de esta nueva "Pareja abierta" es llevar a escena la nueva versión que el nóbel italiano ha escrito de una de sus farsas más conocidas, (escrita en colaboración con su esposa), estos cómicos españoles le dan una vuelta de tuerca al asunto, y prácticamente escriben (con la inestimable colaboración de Carla Matteini, la albacea y máxima especialista de Fo-Rame en España) una nueva obra, para contener la renovada pieza de los Fo, y a la par, injertar la suya propia. Es lícito hacerle una dramaturgia tan completa y renovadora a un autor-intérprete que bebió en la Comedia del Arte, y en ella encontró su escuela, junto con el teatro de variedades, y los musicales de televisión.
Aunque la obra está escrita para una pareja de intérpretes, en la versión de los Margallo son tres los invitados a escena. El tercero en discordia se une a esta representación como apuntador, (como ya sucedía en alguna versión del maestro Giorgio Strehler, precisamente sobre "Arlequín servidor de dos Amos"). Los juegos a que da pie el jugoso tercer personaje de la representación, vienen a completar perfectamente el tono satírico, dinámico y delirante de la pieza. El público de todas las edades, que abarrota el Alfil, se lo pasa estupendamente, en especial los cómplices generacionales, que siguen reconociéndose en las bufonadas autocríticas que convoca el autor italiano en su delirante pieza.
Trasladar la acción del enfrentamiento de pareja dentro de un hogar burgués a un cuadrilatero boxeístico, estiliza la representación y aumenta las eficacias simbólicas del texto, lo que es bueno para las expectativas de diversión del público. Petra Martínez y Juan Margallo han incorporado con absoluta naturalidad a su "pareja artística", a Vicente Cuesta, un tercer allegado que fertiliza con su actuación, los rumbos de la compañía UROC teatro, fundada hace años por los Margallo. Los tres se entregan a esta agotadora tarea pugilística-interpretativa, dando lo mejor de sí mismos, algo que agradece enormemente el público al encontrarse ante un escenario permanentemente vivo. Además, ¿cuántos pueden decir que a ellos no les afecta este conflicto de hastío de una pareja estable, y que no se les haya pasado por la cabeza, en alguna ocasión, este suculento disparate de lanzarse a un safari sexual tan libre y tan generosamente?

lunes, 5 de julio de 2010

PECES MUERTOS


"Sólo los peces muertos siguen el curso del río". Sobre textos de Rosa Montero, Rosa Regás, C. Bukowski, Ernesto Caballero, S. Mrözek... Dirección y dramaturgia: Jesús Cracio. Espacio escénico: Christian Boyer. Reparto: Ana Wagener, Beatriz Bergamín, Elena González y Lidia Otón. Madrid. Teatro Alfil.

Un espectáculo que ostenta un título tan largo como el que nos ocupa, y que comienza con unas supuestas voces grabadas de niñas, que entre risas y algarabías desgranan las palabras: "vida, muerte, amor", como una cantinela, es como mÍnimo un trabajo con voluntad trascendente; o sea que pretende "mensajear" al público, además de intentar hacerles pasar un buen rato.
El director Jesús Cracio, responsable además de la "dramaturgia" (endemoniada palabra) de la obra, ha reunido un puñado de textos teatrales y no teatrales, familiares en su intención crítica. Entre ellos destacan el monólogo de una actriz que cuenta cómo le ofrecieron interpretar el personaje de Hamlet junto a otros ocho actores. Este Hamlet de nueve cabezas sirve para realizar una sátira mordaz sobre los engranajes del teatro; la original situación se explota con humor e inteligencia.
El otro acierto, es un diálogo de una madre "yuppie" y su hija pequeña, que la interroga acerca del significado de la palabra "solidaridad"; en clave humorística, se matizan y recuerdan muchos de los compromisos que la sociedad no termina de adquirir honestamente. Los otros dos monólogos y una introducción onírica de las mencionadas niñas pequeñas, dan la sensación de ser ya conocidos, más que por su celebridad, por los lugares comunes y recurrentes: maridos horribles que adoran ver la tele tumbados en el sofá; comunidades completas entregadas a la dictadura del teléfono móvil; lamentos de amas de casa en la cocina ... ; esta convencionalidad resta muchos tantos a la teatralidad final del montaje, mantenido en pie por el buen hacer de las cuatro actrices.
El aspecto físico del escenario demuestra un desinterés o una falta de conocimiento de las necesidades plásticas de la escena, como mínimo, preocupante. Por si la confusión fuera poca, cuando parece que la representación ha concluido, comienza una suerte de largo apéndice -ilógico e innecesario- en clave de "escritura automática" y "teatro danza", que no hace sino aumentar el desconcierto del público ante un montaje tan amorfo como desorientado.

ME SALE DE MI CABECITA


"Me sale de mi cabecita." De, con y dirigido por Alexis Valdés. Madrid. Teatro Alfil. Hasta el 31 de Octubre.

La emigración es el gran tema del final de siglo que vivimos, tal vez lo haya sido de todo el siglo XX, tan lleno de guerras y de desplazamientos masivos desde los países del tercer mundo hacia sus correspondientes metrópolis. Además de atender al color político de los países a los que se encaminan, el idioma común -de colonizados y colonizadores- es la brújula que marca el rumbo de estas grandes migraciones.
Alexis Valdés procede de Cuba, -como tantos otros que le han precedido- la última y por tanto la más querida de las colonias españolas. Los cubanos en España, son recibidos con cierto afecto intrínseco que se siente por los hijos pródigos. Por tanto, es todo un hallazgo que su cabaret unipersonal ande a vueltas con el idioma. El juego que realiza con las palabras es la base de su ingenioso espectáculo, controlado por un actor que tiene el desenfado y la "caradura" suficiente, como para meterse al público en el bolsillo desde que pisa por primera vez el escenario.
Los diferentes significados que se le da a una misma palabra española en distintos países de habla hispana, le sirve para hilvanar una celosía de reflejos, de espejismos y paradojas, de las que brota con toda naturalidad el efecto cómico. Con tanto juego semántico, lo que Valdés hace, es divertir la inteligencia del público agudizando su ingenio, como sucede con los mejores chistes tabernarios.
Este contraste entre academicismo aparente y la chulería del intérprete, generan una química muy untuosa con la que el público se encuentra encantado. Valdés es un caricato, un cantante, un bailarín que controla su cuerpo, y tiene un "don de gentes" que le sirve para meterse en un puño al respetable.
Por si fuera poco, esta fórmula acertada le resulta útil para hacer una sátira de conflictos cotidianos tan crueles como el racismo. No deja títere con cabeza, y además lo hace con esa sorna que se espera de los buenos comediantes, nunca hincando el cuchillo en la carne, sino con la técnica del "pellizco ideológico", que es menos grave, pero más pícaro y divertido.
Los amantes del cabaret del ingenio, tienen la oportunidad de pasar un rato estupendo con este actor que, a pesar de ser requerido por el cine y la televisión, no renuncia a su medio natural: el teatro.

viernes, 2 de julio de 2010

LA NOCHE DE SAN JUAN

"Hombres... y alguna mujer". Dirección: Antonia Sanjuan. Sobre textos de Felix Sabroso. Antonia San Juan, Rafael Mendizabal... Intérprete: Luis Miguel Seguí. Madrid. Teatro Alfil.

Antonia San Juan se ha convertido de la noche a la mañana, gracias al cine de Almodóvar, en patrimonio del público. Los espectadores establecen lazos de cariño con los humoristas; los magos de la risa; los transmisores de la alegría caústica y mordiente; los provocadores de esa noble institución terapeutica que es la carcajada. La San Juan aporta una frescura por sí misma que tonifica y, a la par, sorprende con la originalidad de su humor, de profunda raíz almodovariana; o sea, popular. El éxito de la película está fundamentado en ella; es el personaje más verdadero de la cinta, con el que el espectador más gozosamente se identifica. Da la sensación de que el auténtico Almodóvar, el genuino, el castizo, sólo sobrevive a través de este personaje que nos remonta a sus primeras cintas.
Felix Sabroso, Rafael Mendizabal y la misma San Juan, autores -entre otros- de los guiones que sostienen este espectáculo dirigido por Antonia San Juan, siguen la senda de humor negro, y mirada despiadada y corrosiva sobre el mundo actual, abierta por Almodóvar, y otros olvidados centuriones de la movida madrileña. No es de extrañar que el público acuda a raudales a ver el espectáculo dirigido por su actriz fetiche favorita; además, no salen decepcionados. Las dosis de humor y las tormentas de risa que se provocan en la sala durante la actuación de Luis Miguel Seguí, dan buena cuenta de ello.
La obra se compone de varias historias urbanas de personajes extravagantes, mirados con burla bajo el microscopio satírico. Hay un punto de absurdo que los hace muy teatrales, y sobre todo están justamente interpretados por Seguí, dirigido con eficacia, limpieza y claridad por Antonia Sanjuan. Las atmósferas dramáticas de cada escena están bien dibujadas y mejor combinadas. La sucesión de "sketches" autónomos suele generar espectáculos atomizables, desmontables, intercambiables. En "Hombres, ... y alguna mujer" parece que la distinta galería de personajes que encarna Seguí se necesiten unos a otros.
Marujonas convertidas en sindicalistas mafiosas; subnormales avarientos y libidinosos; comedidos homosexuales defenestradores del orden familiar; lectores de escupitajos y de mocos; hermanos gemelos psicópatas y asesinos, forman un bosque de pícaros, divertidos y siniestros, que provocan el regocijo del público, en esta graciosa velada ofrecida por la San Juan y sus colaboradores artísticos.

jueves, 1 de julio de 2010

EL CARRUSEL DEL SEXO


"El homosexual. O, la dificultad de expresarse". De Copi. Traducción y dirección: Gustavo Tambascio. Escenografía y vestuario: Jesús Ruiz. Reparto: Helena Dueñas. Jorge Merino. Secun de la Rosa. Igor Larrauri. Mirian Penela. Músicos: Claudio de Casas. Miguel Malla. Madrid. Teatro Alfil. 5-5-2000

El argentino Copi demostró con su polifacética obra, tener un mundo propio; condición básica para ser considerado un autor, o creador. Su rareza le da carta de naturaleza artística. El espíritu transgresor de sus viñetas en la prensa francesa, (donde desarrollo toda su carrera artística,) se ajustaba muy bien a ese espíritu contracultural del mayo del 68, que apuntó hacia los delirios psicodélicos (en tantos sentidos) de la década de los 70. La libertad sexual, la promiscuidad, los paraísos artificiales de las drogas, la escatología..., funcionaron como armas arrojadizas contra el poderoso, castrante y anquilosado "Sistema". La gran ceremonia de la transgresión hacía arder sus mejores sahumerios en el París de esos años; Genet y Arrabal eran los sumos sacerdotes del teatro.
La traslación del mundo de Copi a la escena, es un asunto más complicado. Cuenta, de antemano, con el arma de la teatralidad por su impacto y sorpresa, al tratarse de formas y situaciones provocadoras, y muy poco convencionales. Está más cerca del cabaret expresionista alemán, patético, desgarrado y moralizador (en su aparente anti-moralidad convencional), que del gran teatro de la ceremonia.
Es loable el estreno de esta obra en la escena madrileña. No demasiado abierta a "raras avis" foráneas. Merece la pena el esfuerzo realizado por Tambascio y su equipo, para dar a conocer la originalísima obra de Copi entre nuestro público.
"El homosexual, o la dificultad de expresarse" es un montaje, riguroso, valiente, con música en directo, impactantes figurines, y una plástica añeja y rancia muy cuidada por Jesús Ruiz, y bien valorada dramáticamente por Tambascio. El problema está en el desajuste que se produce entre un cabaret con pretensiones de pieza dramática; o una obra de teatro que se queda corta ya que es sólo un juguete para cabaret. Parece que ha habido una cierta indefinición sobre qué camino elegir; aunque, ese dilema ya está latente en la misma obra.
Copi mete el dedo y la uña en unos temas originales, nuevos, escatológicos, irreverentes, marginales... y por tanto, muy saludables para un escenario. Pero, para embestir tan de frente, y con tanta virulencia verbal y estética, a la obra le falta alguna conclusión que solidifique su propuesta; a parte, de la "boutade" magnifica que pueda considerarsele. Los actores están muy bien en sus extravagantes personajes. Hay que destacar a Jorge Merino en el papel de una insólita madre rusa, de empaque inolvidable.

PENSANDO LA RISA


"Otras mujeres". Con Antonia San Juan. Textos de Enrique Gallego, Felix Sabroso, Antonia San Juan, y F.G.L. Dirección: Antonia San Juan. Producción: Luis M. Seguí. Iluminación: Paco Murillo. Vestuario: David Delfin. Madrid. Teatro Alfil.

Convertirse en un icono popular no es tarea fácil, ni que pueda improvisarse. Mucho menos procediendo de las tablas de un escenario; menos aún, de un cabaret nocturno, o de un café-teatro. La televisión suele ser la encargada de catapultar a estos cómicos genuinos; y aquí habría que recordar a Las Virtudes, Faemino y Cansado, a Pedro y Pablo (que fueron la base artística de Pedro Reyes y Pablo Carbonell); la misma Loles León... El cabaret exige a sus profesionales una gran personalidad, y mucha soltura ante el público; una prueba difícil que no es capaz de superar cualquier actriz o actor, por mucho arte dramático que haya estudiado.
Antonia San Juan tiene ese recorrido; la prueba del nueve del cabaret genera comunicadores genuinos: una suerte de histriones, a mitad de camino entre los actores y los humoristas. La San Juan ya tenía ganado a su publico nocturno, que la seguían por los distintos garitos, locales y restaurantes, por donde representaba muchas de estas mujeres, antes de Almodóvar. La San Juan no tiene una buena voz, no tiene ningún sentido del movimiento escénico, pero si tiene un estilo personalísimo. Una forma de relacionarse con el público, desde el estatismo y la ausencia de gestos faciales, que subraya la importancia del gesto físico seleccionado, que provoca la carcajada del público. Estos recursos suyos están bien estudiados y dosificados, y resultan efectivos.
Aunque, de entrada, tiene ganado al público. Todos la quieren: teatro lleno, gente joven, abuelas, matrimonios, todas las razas urbanas, se ponen de acuerdo en torno a su gracia. La enorme popularidad que le ha dado la película de Almodóvar, produce en el gran público un efecto fulminante: con ella no existe el aburrimiento. El instinto popular es superior al análisis de culquier crítico. Pero, hay que decir, que esos viejos textos de antaño (firmados en su mayoría por Felix Sabroso y Enrique Gallego) la lastran. Tienen poco juego para el escenario de un teatro. Son vacuos, superfluos, frívolos, hijos del petardeo nocturno del "Perdona bonita..." y terminan agotando al público. Todos los gags son textuales y se termina haciendo un esfuerzo intelectual considerable, para reírse, tras casi hora y media de "otras mujeres" (demasiadas).
Ese "algo" que tiene Antonia San Juan, está pidiendo empresas más ambiciosas y arriesgadas que ésta, donde pueda seguir creciendo ese raro don comunicativo, que sólo tienen algunos valiosos artistas, y que no debe desperdiciarse en la autocomplacencia, y una mala interpretación de la entrega incondicional del público.

TIERNAS Y FURIOSAS


"Divorciadas, evangélicas y vegetarianas". De Gustavo Ott. Dirección: Profetas del Mueble Bar (Carmelo Alcántara. Fernando Navas. Juan Ramón Pérez). Reparto: Paloma Tabasco. Carmen Sánchez. Naya González. Vestuario: León Revuelta. Escenografía: Juan Vega. Música: Jose Antonio Ramos. Madrid. Teatro Alfil. 17-8-2000

Una mujer de aspecto burgués y tradicional se asoma al borde del andén de una parada de Metro. Otra mujer extravagante, vestida con colores y ademanes fieros, llega al mismo lugar. Ambas hembras -de extracción social diferente- hacen causa común en el dolor que les han causado sus relaciones con los hombres. La burguesa es divorciada y madre; la progresista es vegetariana y adicta a terapias alternativas. Cuando se trasladan a un cine de barrio, aparece la tercera protagonista, una acomodadora, viuda, y evangélica, amiga de la vegetariana. En el último acto, las tres se trasladan al campo, para asumir una terapia definitiva en los brazos alados de la madre Naturaleza.
Esta obra de Gustavo Ott, (de larguísimo y cacofónico título) repasa numerosos temas conflictivos de las mujeres maduras en la sociedad actual. El autor diferencia bien a sus tres personajes, y explora con gracia e ingenio los conflictos que surgen de este cóctel explosivo de mujeres. Si por una parte, los temas de la obra ya nos parecen haber sido tratados en numerosas obras precedentes, la continuidad de los personajes, y la mano de un único autor, (frente a los trillados montajes de obritas cortas reunidas de diferentes manos), permite a esta obra, un mayor desarrollo de los personajes, y una mayor riqueza unitaria de conjunto. Es una comedia psicotrópica, tierna y disparatada, que consigue arrancar las risas de un público entregado (numerosos amigos el día del estreno, y el teatro lleno hasta los topes). Ott se vale de "latiguillos" extraídos de canciones y refranes populares, hábilmente incrustados en su propio texto, que tienen una eficacia directa en la carcajada del público.
Los directores del montaje han querido subrayar todos los elementos escénicos hasta el paroxismo: en el colorista vestuario de León Revuelta, en la música, y hasta en las interpretaciones de las tres actrices. Esto da al espectáculo un carácter de TBO, o de cómic, que quizás atente contra la tierna y desencantada verdad de sus protagonistas. Se ha favorecido el trazo grueso, en lugar de la emoción fina e inteligente. Hay que destacar la interpretación de Naya González, con una efectiva vis cómica, construida en la voz, la gesticulación y el uso del cuerpo. Carmen Sánchez, y Paloma Tabasco, fueron también muy celebradas por los aplausos del público, el día del estreno.

miércoles, 30 de junio de 2010

REGÁLAME UNA NOCHE


"Mandíbula afilada". Basado en el "Manual de seducción" de Enric Balaguer. Dramaturgia y dirección: Carles Alberola. Reparto: Carles Alberola, Cristina Plazas. Madrid. Teatro Alfil. 19-3-1999.

La comedia romántica es uno de los géneros más fácilmente hurtados al teatro por sus fieros rivales, el cine y la televisión. Una de las razones es su gran comercialidad: su fórmula compuesta de ternura, ironía, y unos personajes deseando amarse, pero a los que siempre les surgen problemas, es el reclamo ideal para el gran público.
Tras tanto telefilme dulzón, e historias de la cenicienta en pantalla grande, intentar recuperar el género para los escenarios no es tarea sencilla. Quizás éste sea el mayor mérito de "Mandíbula afilada": la historia es archiconocida, pero la deliciosa forma de representarla sólo puede sentirse en un teatro y con dos buenos intérpretes como Paco Alberola y Cristina Plazas, que ha sido premiada por los Teatres de la Generalitat valenciana por su interpretación en esta obra. Y se lo merece, como también su compañero Alberola, quien además demuestra como director un sentido de lo teatral muy atento a lo gestual y corporal como base de muchos gags de esta limpia comedia.
Dentro de una escenografía lírica, a la par que cotidiana (el estudio de un pintor), los actores nos van dando cuenta de su tierna historia de amor interrumpida por la llegada de un tercero con el que ella va a casarse al día siguiente. Con su exquisito cuidado por los matices y detalles, la obra nos conduce a un mundo tierno, poético e irónico, donde los gorditos divertidos se quedan al final con la chica, en lugar de los previsibles guaperas triunfadores: los mandíbulas afiladas de turno.
Aunque la obra contiene un molesto y largo epílogo donde se empeñan en romper la dulce magia acumulada en todo el trabajo anterior, este espectáculo viene a dar cuenta del buen estado de salud del teatro valenciano, que va adquiriendo unas progresivas señas de identidad, muy en la órbita del catalán, (por su cuidado trabajo corporal; por su riguroso sentido de la teatralidad; y por su auto exigencia de comercialidad), pero con unos sutiles toques festivos que profundizan su aroma mediterráneo y su peculiar socarronería.
Por su parte, el teatro Alfil vuelve a demostrar que sabe programar sus espectáculos con un criterio coherente: teatro de humor de muy buena calidad y factura; y que está siendo capaz de crear un nuevo público que no ve defraudadas sus expectativas con las divertidas obras que el Alfil les ofrece.

martes, 29 de junio de 2010

LA GENERACIÓN DEL EURO


"Krámpack”. De Jordi Sánchez. Dirección: Antonio H. Centeno. Reparto: Nacho López. Arturo Gregorio. Cynthia Martín. Félix Gómez. Madrid. Teatro Alfil.

Los problemas de las nuevas generaciones no son tratadas con demasiado tino por el teatro español actual. Hay una cierta aureola de teatro sucio británico nacido bajo los mismos efluvios que el cine de Ken Loach, o el teatro de Steven Berkhoff, que suelen verse representados por compañías jóvenes españolas, con el que sí parece sentirse muy identificado la audiencia juvenil patria. Por eso “Krámpack” viene siendo importante para nuestra escena desde hace unos años que se estrenó en Barcelona. Jordi Sánchez ha sabido imprimir a su obra una pulsión compleja -y en cierto sentido, clásica- sobre el efecto que producen los conflictos de siempre, en los jóvenes de la generación del Euro.
Según la tesis de la obra, el reconocimiento de la dependencia sentimental -más que sexual- viene a marcar una frontera entre la animalizada juventud y la más serena madurez, que ya no está para seguir engañándose sobre cuestiones tan esenciales como el cariño, el afecto, o por qué no decirlo: el Amor. Tres amigos deciden compartir piso para independizarse de sus padres, y vivir su propia vida. Entre ellos hay ciertas rivalidades, porque algunos parecen más amigos que otros. La aparición de una cuarta inquilina -hembra- viene a trastocar el ritmo del ganado machirulo, pero no en el sentido previsible y convencional que de la situación se espera. “Krámpack” tiene el mérito de hablar de este tiempo con instrumentos teatrales de siempre, como son el lenguaje, la situación, la progresión, el desenlace... Todos estos elementos se incorporaron al lenguaje dramático, porque el teatro es un arte en el espacio y en el tiempo, que debe interesar sobretodo al público. La obra está dirigida e interpretada con sencillez, humildad y eficacia. El texto guarda -por sí solo- excelentes recursos para ir interesando cada vez más al espectador, que se siente impelido a bucear más hondo en los conflictos de ese ramillete de personajes claramente definidos por el dramaturgo. Incluso la bisoñez de sus intérpretes se convierte en un toque de credibilidad a esta historia colectiva de jóvenes desorientados, que encierra en su seno problemas nucleares de nuestra vida. Aunque los mayores ya hayan pasado por esto, (o quizás nunca hayan tenido la valentía de hacerse las preguntas que se hacen los personajes de “Krámpack”,) hay algo refrescante, complejo y sorprendente, en contemplar una pieza teatral actual, tendida con el nervio de las buenas obras de siempre.

sábado, 26 de junio de 2010

MARIONETAS EN LA CUERDA


"Ataque verbal”. De Miguel Albaladejo y Elvira Lindo. Dirección: Miguel Muñoz. Reparto: Arantxa de Juan. Maribel Ripoll. Camilo Rodríguez. Miguel Prieto. Adaptación teatral: Teresa Calo. Vestuario: Manu Berastegui. Música: Mariano Marín. Muñecos: Ana de Lima. Madrid. Teatro Alfil.

El arte de contar historias es tan viejo como el hombre. No es fácil encontrar nuevos cuento que sorprendan, porque casi todo esta ya dicho entre los seres humanos. Quizás por eso algunos renuncian al relato, y se dedican a inventar cosas extrañas que sólo a ellos puede interesarles y que difícilmente podrán producir la identificación del público, que es la auténtica chispa que enciende el motor del teatro.
Miguel Albadalejo y Elvira Lindo demostraron con “Ataque verbal” que aún queda mucho por contar siempre que haya ganas de hacerlo y la mirada resulte fresca y nueva. Las historias que se engarzan en esta obra están llenas de aroma, inteligencia y extravagancia. Los seres humanos somos tan peculiares que siempre podemos sorprendernos a nosotros mismos en nuevas situaciones que los inventos tecnológicos y las transformaciones sociales propician.
Los autores relatan con ternura y bastante humor negro, cómo una viuda puede seguir visitando y amando el hígado de su esposo muerto, trasplantado en otro hombre. Cómo una simple llamada de teléfono para reclamar la instalación del gas, puede crear nuevas relaciones de poder entre una operadora anónima, y el abogado que la dejó en el paro. Cómo una parada cuarentona puede iniciar una nueva aventura profesional como ventrílocua, alcanzando el amor en Cuba, alejada de sus muñecos. Cómo dos monitores de aire libre encerrados en su tienda de campaña nocturna, pueden descubrir mucho de sus afinidades sexuales en una sorprendente conversación de madrugada sonámbula. La gracia de todas ellas radica en la sorpresa que consiguen despertar en el público, a partir de una serie de historias posibles combinando temas y situaciones contemporáneas.
Arantxa de Juan y Maribel Ripoll despliegan todos sus recursos escénicos e interpretativos para dar vida a esta galería de tiernos monstruos cotidianos, acompañadas por el buen hacer de Camilo Rodríguez y Miguel Prieto, que las secundan con humor y eficacia.
El público se ríe a carcajadas ante este mosaico de ternuras y mezquindades, retratadas con chispa, frescura y mucha gracia saludable.

PAYASOS DE LA FONTANERÍA

"Nouveau recyclage”. Cía. “Les poubelles boys”. Madrid. Teatro Alfil.

El teatro del gesto y el movimiento es un terreno de investigación amplio y gozoso para las formas espectaculares. De tradición francesa, el teatro gestual se apoya en la gramática del músculo, la retórica de la mueca, o la poesía del clown. Los tres integrantes de la compañía “Les poubelles boys” vienen a demostrar que todo este legado de comunicación corporal puede llevarse aún más lejos, si se le añade la música en directo, como parte de los lenguajes sensoriales convocados en la escena. En “Nouveau recyclage” -con gran fidelidad a su título- investigan las posibilidades humorísticas de combinar el trabajo mímico con la improvisación musical, a partir de materiales reciclados de fontanería. El montaje podría definirse como una mezcla de los postulados corporales de Jacques Lecoq, con el ingenio y la socarronería de los argentinos Les Luthiers, y un gran sentido del humor contemporáneo.
El público acompaña a estos caricatos de la bufonada con largas risas y carcajadas durante todo el espectáculo. Sus piruetas y sus rostros gesticulantes se suman a esta suerte de improvisación corporal de jazz, de felices resultados en la comunicación con el público.
Dos limpiadores nocturnos se tropiezan en los sótanos con un guitarrista vestido de cebra. Ni el músico, ni los payasos de la limpieza relatan ninguna historia, pero se pasan casi dos horas despertando el humor adormecido del público, combinando ingenio, sonidos sacados de barreños, latas, pistolas limpiadoras antigrasa, o una delirante batería y tres órganos de viento construidos con tuberías de desagüe.
Más cercano al cabaret que al teatro, “Nouveau recyclage” consigue –casi sin palabras- divertir y meterse en el bolsillo a los espectadores, que se dejan llevar complacidos por estos simpáticos y virtuosos artífices musicales de cuarto de baño.

miércoles, 23 de junio de 2010

DOS PENES EN APUROS


“Marionetas del pene (Puppetry of the penis)”. Un espectáculo de Simon Morley y David Friend. Coproducido por David Johnson. Reparto: Luis Bondía. Víctor Masán. Madrid. Teatro Alfil.

El desnudo ha estado unido al teatro desde sus comienzos. No sólo porque naciese en Grecia y los calores de la Hélade obligasen a sus dioses y guerreros a vivir semidesnudos, sino porque el desnudo representa la pureza del ser humano, y el teatro es el terreno artístico de las esencias. Sin embargo, los más jocosos mimos griegos se vestían de desnudo y se colgaban grandes falos de tela roja que le caían hasta los tobillos, provocando la hilaridad del público, con mayor fuerza que si hubiesen actuado sin ropa. En Roma, el desnudo de las bailarinas orientales o de los héroes de la espectacular pantomima clásica fue tornando la exhibición del cuerpo hacia el erotismo explícito. En tiempos de Heliogábalo se llegaron a representar adulterios reales en el teatro, y escenas de bestialismo en directo. La iglesia cristiana se encargaría de poner freno a este pecaminoso altar del diablo, como llamaban al teatro los reverendos primeros padres.
No es de extrañar que un espectáculo como “Marionetas del pene” proceda de Australia. Hay que pertenecer a un país muy joven y con muy pocos prejuicios y lastres históricos, como para concebir y realizar un espectáculo tan desinhibido como éste. Convertir a dos penes masculinos en protagonistas de un espectáculo, no deja de ser tan original como exhibir en casetas de feria a la mujer barbuda, o al hombre elefante. El mérito de la atracción consistía en contemplar el fenómeno con tus propios ojos, sin sacar más conclusiones que las que la visión pudiera despertarte. Nadie le llamaba a eso teatro.
En estas delicuescentes e hiperpromocionadas “Marionetas del pene” lo que impacta es la fórmula, el destape masculino integral. No sólo es que se les vean los genitales a los actores, sino que los únicos que tienen acción durante la representación son los falos. Las supuestas figuritas que forman estos acróbatas penianos no son tan fidedignas como podría esperarse, pueden ser igual la torre Eiffel, como cualquier chimenea, o monolito. Pero esta acrobacia de la carne íntima provoca un estado de hilaridad cómplice en el público que abarrota la sala. Se respira en el teatro una atmósfera canalla y noctámbula.
“Marionetas del pene” es un fenómeno de comunicación que evidentemente no tiene que ver con la palabra, pero tampoco con la sátira, ni con la ironía, ni con la malaleche del cabaret o el café teatro. Aquí todo es lo que se ve, y lo que se dice es lo mismo que transmite una cámara a la pantalla del escenario. Una suerte de atletismo exhibicionista, que no llega a rozar lo sexual en ningún momento, aunque no por ello pueda despertar ciertas fantasías eróticas.
El público aplaudió y rió las figuritas, y despidió con un cálido aplauso a los intérpretes (y a sus laboriosas herramientas), con el que manifestaba su satisfacción ante tan singular experiencia escénica.