miércoles, 30 de junio de 2010

REGÁLAME UNA NOCHE


"Mandíbula afilada". Basado en el "Manual de seducción" de Enric Balaguer. Dramaturgia y dirección: Carles Alberola. Reparto: Carles Alberola, Cristina Plazas. Madrid. Teatro Alfil. 19-3-1999.

La comedia romántica es uno de los géneros más fácilmente hurtados al teatro por sus fieros rivales, el cine y la televisión. Una de las razones es su gran comercialidad: su fórmula compuesta de ternura, ironía, y unos personajes deseando amarse, pero a los que siempre les surgen problemas, es el reclamo ideal para el gran público.
Tras tanto telefilme dulzón, e historias de la cenicienta en pantalla grande, intentar recuperar el género para los escenarios no es tarea sencilla. Quizás éste sea el mayor mérito de "Mandíbula afilada": la historia es archiconocida, pero la deliciosa forma de representarla sólo puede sentirse en un teatro y con dos buenos intérpretes como Paco Alberola y Cristina Plazas, que ha sido premiada por los Teatres de la Generalitat valenciana por su interpretación en esta obra. Y se lo merece, como también su compañero Alberola, quien además demuestra como director un sentido de lo teatral muy atento a lo gestual y corporal como base de muchos gags de esta limpia comedia.
Dentro de una escenografía lírica, a la par que cotidiana (el estudio de un pintor), los actores nos van dando cuenta de su tierna historia de amor interrumpida por la llegada de un tercero con el que ella va a casarse al día siguiente. Con su exquisito cuidado por los matices y detalles, la obra nos conduce a un mundo tierno, poético e irónico, donde los gorditos divertidos se quedan al final con la chica, en lugar de los previsibles guaperas triunfadores: los mandíbulas afiladas de turno.
Aunque la obra contiene un molesto y largo epílogo donde se empeñan en romper la dulce magia acumulada en todo el trabajo anterior, este espectáculo viene a dar cuenta del buen estado de salud del teatro valenciano, que va adquiriendo unas progresivas señas de identidad, muy en la órbita del catalán, (por su cuidado trabajo corporal; por su riguroso sentido de la teatralidad; y por su auto exigencia de comercialidad), pero con unos sutiles toques festivos que profundizan su aroma mediterráneo y su peculiar socarronería.
Por su parte, el teatro Alfil vuelve a demostrar que sabe programar sus espectáculos con un criterio coherente: teatro de humor de muy buena calidad y factura; y que está siendo capaz de crear un nuevo público que no ve defraudadas sus expectativas con las divertidas obras que el Alfil les ofrece.

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