sábado, 26 de junio de 2010

LA TRAGEDIA DE HILDEGART

"Aurora”. De Domingo Miras. Dirección: Manuel Canseco. Reparto: Francisco Vidal. Mercedes Membrillo. Cristina Pons. Escenografía: Ana Tejeda. Madrid. Galileo Teatro. 28-11-2002

La terrible historia de Hildegart conmocionó a la sociedad española de la Segunda República, no sólo por lo truculento que encierran todos los crímenes familiares, sino por tratarse del fruto de una insólita relación madre hija nacida del supuesto librepensamiento de ciertas mujeres visionarias, pioneras del más radical feminismo. Amparándose en su interpretación personal del pensamiento de Nietsche, Aurora Rodríguez concibió un proyecto de vida que pasaba por la familia sin macho, en la que ella educaría y prepararía a su hija como un instrumento para demostrar la sobresaliente capacidad femenina en asuntos públicos, científicos y revolucionarios. Aurora se reservó el rol de mente del proyecto y su hija Hildegart (que significa jardín de la ciencia) sería su herramienta. La educó intensivamente, hasta hacerle hablar 4 idiomas antes de los diez años, y acabar la carrera de derecho a los 17 años. Personalidades tan destacadas como Victoria Kent o H. G. Wells sintieron simpatía por Hildegart.
El suceso tiene todos los ingredientes de la tragedia clásica. Aurora Rodríguez Carballeira es una Medea española del S. XX, que decide finalmente corregir el error que cometió engendrando a su hija, asesinándola de varios disparos en la cabeza.
Domingo Miras presenta la historia en dos actos, el primero nos sitúa en el complejo trance de la concepción de Hildegart, con Aurora avasallada por un supuesto oficial de la Marina, que a su vez simula ser sacerdote, aunque en el fondo sea otra cosa; y en el segundo nos presenta a la madre con su hija convertida en una excepcional lumbrera de la nueva España republicana.
La historia da también para gran guiñol, esperpéntico y ácidamente español. Miras opta más por construir una situación dramática en clave semifarsesca en la primera parte, y más realista en la segunda. La pieza está bien escrita, avanza y desgrana la información sobre el público, y tiene un desarrollo tan humorístico como elegante. El autor aprovecha los símbolos del uniforme de la Armada y la casulla del sacerdote, como para rendir cuentas a un pasado, que delata un teatro de otros tiempos. Miras tendría que decantarse más claramente, o por la mordacidad pantagruélica, o por la extremada contención trágica. Está en un terreno intermedio que le resta fuerza a la calidad de su obra.
Cristina Pons interpreta con verdad, belleza y encanto a Hildegart. Esta joven y hermosa actriz tiene madera y figura de heroína; personalidad dramática; nada mejor para encarnar a Hildegart. Francisco Vidal demuestra un gran dominio de sus dotes cómicas para interpretar al aventurero y libidinoso engendrador caradura, levantando carcajadas en el público. Mercedes Membrillo da vida a la convicta y quisquillosa Aurora Rodríguez, con registros humorísticos y dramáticos.
El público aplaudió repetidamente a los intérpretes, el director y finalmente al autor, que dirigió unas palabras de agradecimiento sobre el auditorio.

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