miércoles, 30 de junio de 2010

ROMPECABEZAS DE VALLE-INCLÁN


"Las galas del difunto", "La cabeza del Bautista", "Ligazón", "El embrujado" de Ramón María del Valle-Inclán. Dirección: Xosé Martíns, Helena Pimenta, Manuel Guede, Eduardo Alonso. Actores: Antonio Durán, Maxo Borjas, Ernesto Chao, Mónica García, Alfonso Agra, Elena Atienza, entre otros. Madrid. Teatro María Guerrero. Estreno: 17-12-1998

"Valle Inclán 98" es un multi-espectáculo desmontable integrado por cuatro obras de Valle que la noche del estreno se representó completo, y que posteriormente se representará, además, en programas dobles alternos. Si "Las galas del difunto" (que abre la representación) es un puro ejemplo de esperpento, y "La cabeza del bautista" y "Ligazón" gravitan (aunque a cierta distancia) en torno al mismo planteamiento dramático, no ocurre lo mismo con "El embrujado" una pieza más arcaica, más interesada en apuntar el carácter mágico y heroico de sus personajes rurales, pero mucho menos corrosiva que los posteriores esperpentos.
Dos de los retos más importantes del teatro español son: cómo se dice el verso clásico español, y cómo se hace y dice a Valle. La resolución escénica e interpretativa del esperpento es dificultosa porque Valle no sólo hace una propuesta dramática, sino que formula toda una estética y una visión del mundo (como Wagner o Goya) que termina convirtiéndose en un canon determinante.

"Las galas del difunto" tuvo un amago de pateo y silbidos tras su representación; la gratuidad insolvente del montaje, más interesado en dibujar varias estampas escénicas de bella factura, que de desentrañar la propuesta dramática de Valle, lo merecía.

"La cabeza del Bautista" con su sencillez y su claridad escénica permitió sentir, por primera vez en la noche, la enorme teatralidad del autor. Un violento trabajo físico de los actores daba un hálito vertiginoso y cruel a ciertos momentos climáticos de la truculenta obrita en la que no faltan efectivos toques de humor y lirismo.

"Ligazón" marea a los espectadores. El afán de incorporar proyecciones gigantes de vídeo a los escenarios teatrales, o música atmosférica -como en cine-, resulta completamente innecesaria en "Ligazón" y despista al espectador del eje primordial de este teatro: los personajes, encarnados físicamente por los actores en el escenario.

"El embrujado" más que completar el espectáculo, inicia otro distinto, en el que se llega a transmitir cierta densidad teatral al patio de butacas, sobre todo en la contenida y misteriosa escena junto al lecho del río, donde el texto de Valle-Inclán es desentrañado con precisión y emoción por los actores. Sin embargo, no se le llega a sacar partido a los interesantes coros de la obra.

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