martes, 29 de junio de 2010

BAJO EL MANTO DE CHEJOV


"La gaviota”. De Anton P. Chejov. Version y dirección: Amelia Ochandiano. Reparto: Carme Elías. Roberto Enríquez. Juan Antonio Quintana. Silvia Abascal. Chema Mazo. Marta Fdez. Muro. Goizalde Núñez. Pedro Casablanc. Jordi Dauder. Sergio Otegui. Escenografía: Gabriel Carrascal. Vestuario: Mª Luisa Engel. Madrid Teatro Albéniz.

El primer estreno de “La Gaviota” de Chejov, fue un sonado fracaso que hizo sufrir mucho al escritor ruso, hasta el punto de la desesperación, planteándose incluso el abandono de la escritura dramática. A la actriz que protagonizaba la obra –Vera Komikarzeskaya- le quedó para el resto de sus días el malintencionado apodo de “la gaviota”. Tuvo que ser Stanislavsky quien se inventase una nueva forma de actuación para hacer avanzar la escena -no sólo rusa, sino internacional- hasta el listón de sutileza y profundidad que lo había llevado Chejov. El estreno en Moscú de “La gaviota” fue un éxito histórico. El Teatro del Arte llegó a conocerse en su primera andadura como Teatro Chejov; su emblema fue siempre una gaviota remontándose sobre las olas.
“La gaviota” no es sólo uno de las cuatro grandes obras de su autor, sino que contiene en su interior todo un manifiesto y una poética del arte, entrelazada con los aspectos más esenciales y cotidianos de la existencia humana. Como médico, la mirada de Chejov es casi clínica, científica, microscópica; pero, su objetivo no es la materia, sino la emoción, el tiempo, el espíritu, la belleza, la creación...; de ahí que conmuevan tanto sus obras: nos introducen en otra dimensión posible de la realidad, perceptible a través de su teatro.
Hay que celebrar la llegada de este montaje a la escena madrileña, porque ofrece la oportunidad de conocer y vivir de cerca la obra de este autor ruso inclasificable, y poco visto en nuestra escena. La versión y la dirección de Amelia Ochandiano de “La Gaviota” es muy digna, tiene calidad artística, y el trabajo de sus intérpretes resulta brillante. El poder de la palabra chejoviana -bien entendida- los cubre bajo un manto protector. Carme Elías está guapa, espléndida y decadente, vestida con un exquisito vestuario de María Luisa Engels. El joven Roberto Enríquez muestra buenas cualidades de primer actor joven, tiene presencia, potencia y emoción; su difícil personaje de Kostia rebosa solvencia y emoción. Silvia Abascal aporta frescura, candor y belleza a Nina -“la gaviota”- la antiheroína de la obra. Juan A. Quintana vuelve a demostrar su elaborado nervio interpretativo. Jordi Dauder interpreta con fuerza y encanto al Doctor. Pedro Casablanc da vida al confuso y famoso escritor Trigorín. Goizalde Núñez, hace una interpretación amarga y negra de su personaje de Masha, y la Fernández Muro completa con su personalidad el acertado reparto.
Quizás falte “alma rusa” en el montaje, que de tan brillante, a veces parece más mediterráneo que eslavo del norte. Los misterios de la tristeza rusa resultan, a veces, un arte inescrutable.
El público aplaudió larga y sinceramente el trabajo de toda la compañía, especialmente a sus protagonistas.

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