martes, 29 de junio de 2010

VANIA EN LAVAPIÉS


“El tío Vania”. De Anton P. Chejov. Adaptación y dirección: Angel Gutiérrez. Iluminación: Paco Caballero. Reparto: José Luis Alcobendas. Juan Carlos de Ibarra. German Estebas. Patricia Sanz. Ludmila Ukólova. Oscar Miranda. Encina Álvarez. Alicia González... Madrid. Teatro de Cámara. 15-5-1999.

"El tío Vania" es una de las cinco obras mayores del dramaturgo y escritor ruso Anton P. Chejov (1860-1904), y quizás la más conocida para el gran público gracias a la exquisita versión cinematográfica que Louis Malle rodó -durante un ensayo de esta obra- en el viejo teatro neoyorkino de las "Follies" de Zigfield en la calle 42, que pronto iba a ser derribado. Aquella decadencia del local iba muy bien con la melancolía crítica de Anton P. Chejov, que reflejó como nadie la complejidad y la enigmática tristeza del alma rusa.
En Madrid, se representa desde hace tiempo "El tío Vania" en la calle San Cosme y San Damián, del barrio de Lavapies; y, felizmente, también en este Vania madrileño, vuelve a respirar mágicamente el enigma del alma rusa.
Chejov es uno de los autores más sutiles que existen, sus obras son de una liviandad pasmosa, aunque todas encierran un grito contenido. Según se las interprete pueden ser un éxito o un desastre. Stanislavski tuvo que inventarse un nuevo estilo de interpretación para poder llevarlas a escena, su famoso "Método".
En sus decadentes hacendados de provincias, sus criados, esposas y parientes, se concentra el aroma de un tiempo que desaparece, para dar paso a un nuevo mundo; no obstante la mirada de Chejov destila una profunda ternura sobre esta clase social de aficiones intelectuales y artísticas que vive aún en contacto con la naturaleza, y que se pierde para dar paso a una caterva de nuevos ricos.
Angel Gutiérrez ha vivido muchos años en Rusia, se ha iniciado en el teatro en la línea directa de Stanislavski; está casado con una rusa; conoce el alma rusa. Su trabajo de dirección en este montaje de "El tío Vanía" es uno de los grandes aciertos de su trayectoria. Gutiérrez es antes que nada un maestro y consigue que sus intérpretes lleguen a unas cotas poco vistas en nuestros escenarios. Stanislavski exigía a sus alumnos tanto la entrega material como espiritual para poder realizar felizmente el trabajo de la vida en el arte. Gutiérrez entiende la interpretación como un fenómeno botánico en el que él es el jardinero: después del estreno, la obra se sigue ensayando, para que continúe creciendo y perfeccionándose, hasta florecer en nuevos registros y atmósferas. José Luis Alcobendas realiza una interpretación de Vania, con una precisión técnica y emocional poco frecuente en la escena madrileña. Juan Carlos de Ibarra ahonda y bucea en las oscuridades del médico Astrov, con una alta densidad dramática; y Patricia Sanz da vida al personaje de Sonia (la sobrina del tío Vania) con un encanto agridulce, lleno de sombras y reflejos. Todos los intérpretes realizan un trabajo ajustado, orquestado y sorprendente. Si de veras aman el buen teatro, no se lo pierdan.

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