sábado, 26 de junio de 2010

LA CULPA NO ES DE LA TÉCNICA


"24/7 (Veinticuatrohorasaldíasietedíasalasemana). De Yolanda Pallín. José Ramón Fernández y Javier García Yagüe. Dirección: J. G. Yagüe. Reparto: Audrey Amigo. Jesús Asensi. Esperanza Elipe. Eugenio Gómez. Asu Rivero. José A. Ruiz. Espacio escénico: José Luis Raymond. Iluminación: Isabel Vega. Madrid. Sala Cuarta Pared. 12-XI-2002.

La memoria es un buen aliado para el arte dramático. El cruce de la ensoñación y lo imaginario sobre los hechos concretos, se convierte en crisol donde se aquilata el mejor teatro. Realizar un retrato-radiografía del presente histórico es más complicado. Nos falta perspectiva. ¿Cómo se nos recordará dentro de mil años? ¿cómo el tiempo de los ordenadores, o como de guerras santas entre religiones enfrentadas?, quizás no quede nadie para recordarnos.
“24/7” es la tercera entrega de la Trilogía de la juventud, iniciada con “Las manos”, y continuada con “Imagina”. Tres obras para un proyecto de tres autores que se reúnen para hablar de la juventud en los últimos 50 años. El ámbito rural de los abuelos dio a luz “Las manos” un espectáculo memorable, original y lleno de aciertos. En “Imagina” fueron los jóvenes de los suburbios urbanos los que tomaron la escena, y ahora en “24/7” se convoca el espíritu de la juventud actual veinteañera, para tratar su mundo y sus inquietudes humanas en el interior de una gran oficina blanca, con aire hospitalario. Los cables, los monitores, las cámaras “web”, los microondas, los teléfonos móviles, los teclados, las mesas, los sofás y los sillones blancos construyen el saturado espacio escénico, en cuyo derredor se sitúa anularmente al público.
Los autores tratan en su obra temas tan candentes como la falta de empleo, los contratos basura, la dictadura informática, la pérdida de la intimidad, las comunicaciones virtuales, la dependencia de las pantallas, la inestabilidad de las relaciones familiares (“Somos la primera generación que ha jubilado a sus padres, antes de encontrar trabajo”, apunta uno de los personajes), todo un inventario certero, tan exhaustivo que impide profundizar en cualquiera de los temas planteados.
Es de agradecer que no se pierda la perspectiva de la transformación que todo este berenjenal tecnológico provoca en las relaciones humanas, porque en definitiva eso es lo que interesa al teatro. Pero, en “24/7” no se ha logrado que todos esos ingredientes introducidos en la batidora, se conviertan en una propuesta dramática compacta. La obra está escrita, dirigida e interpretada por una generación de más de 30 años. Este desajuste de edades se convierte en una rémora añadida a este proyecto, porque lo que en “Las manos” era homenaje agradecido a la memoria de los antepasados rurales, y a la recreación de su mundo (un viaje teatral fantástico), en “24/7” se percibe como un cierto temor a no estar a la altura de los adolescentes, que pretende retratar la pieza. Han quedado demasiadas historias entrelazadas que no llegan a fundirse en un único impulso que arrastre la obra, e impulse la progresión dramática que atrape el interés más cómplice del público. Los ordenadores no tienen culpa de nada, sino el uso que de ellos hacemos. Los aparatos sólo sirven para poner en evidencia las clásicas mezquindades de la condición humana. El abuso de los signos escénicos –de poco significado- satura la representación, a la par que no ayuda a profundizar en los temas planteados. El montaje respira menos gozo que esfuerzo, menos carne que palabra, más cables que valiosos resultados audiovisuales. El día del estreno el público aplaudió el esfuerzo, la entrega y la voluntad de coherencia que respalda a esta compañía, y su manera de entender el teatro como un compromiso moral.

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