miércoles, 30 de junio de 2010

MEMORIA DE LA TIERRA *

"Trilogía de la Juventud. 1. Las manos". De Jose Ramón Fernández, Yolanda Pallín y Javier Gª Yagüe. Cía. Cuarta Pared. Reparto: J. Miguel Barderas, Elena Benito, Luis Bermejo, Esperanza Elipe, Eugenio Gómez, Asu Rivero. Espacio escénico: Juan Sanz y M. Ángel. Coso. Madrid. Sala Cuarta Pared. Estreno: 23-2-1999.

La unión de tres autores para escribir una pieza dramática es una fórmula poco usual en teatro. Que además planifiquen una trilogía de la que "Las manos" es la primera parte, tampoco es frecuente, salvo en casos como el de Tony Kushner y su "Angels in América", pero él es un autor que pertenece al poderoso mundo empresarial anglo-americano. También por esto, es saludable este espectáculo.
Entre tanta sed de mimética vanguardia, resulta estimulante la frescura de esta propuesta que nace del amor a los orígenes, celebrando una bella ceremonia a la memoria por medio del teatro.
El espacio de la sala se ha ritualizado, prescindiendo de la grada de butacas, para que los espectadores se integren en la representación. Gavillas de leña, troncos de madera, cubos de aluminio, cantos de río, encajes, latas de galletas, botellas de anís, panderos, arados, y sillas de anea para todos, trasladan al público a ese recuerdo rural del mundo de los abuelos, del que se fueron los padres, y al que alguna vez nos acercaron a los hijos.
La acertada dirección de Javier Gª Yagüe acentúa con una gran riqueza de estímulos escénicos el carácter ritual de esta representación; la música de La Musgaña recrea con gran belleza, la memoria sonora de estos tiempos.
La obra está dedicada "a John Berger por su inspiración y a Miguel Delibes por su sabiduría", dos ancianos maestros que han marcado las coordenadas morales de este espectáculo. Berger es un sabio inglés que vive -desde hace años- en un pueblecito de los Alpes franceses, en compañía de vacas, libros y espigas. La compañía británica "Theatre de Complicité", realizó uno de sus más estimulantes montajes basándose en los textos de Berger "Puerca tierra" y "Una vez en Europa" en los que la vida en el campo se invoca como una certera filosofía vitalista.
En "Las manos" (no podía haber tenido mejor carta de presentación esta trilogía anunciada) el buen trabajo de los intérpretes es el responsable del profundo amor a la vida y a la verdad que transpira este montaje. Aunque sus composiciones individuales son brillantes, logran algo aún más importante: transmitir al público la positiva energía de una compañía que disfruta con complicidad de su trabajo; como sucede en el mejor teatro.

* Esta crítica fue publicada en El Cultural.

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