lunes, 28 de junio de 2010

EL TRIUNFO DEL DESENGAÑO


“Edipo XXI”. De Lluis Pascual sobre textos de Eurípides, Sófocles, Esquilo y Jean Genet. Dirección: Lluis Pasquall. Reparto: Alfredo Alcón. Vicky Peña. Raúl Pazos. Andreu Benito. Jesús Castejón. Francesc Garrido. Pep Guinyol. Teresa Lozano. Espacio escénico: Daniel Bianco y L. P. Vestuario y máscaras: Renata Schussheim. Madrid. Teatro Albéniz. 22-X-02. Festival de Otoño 2002.

Las desventuras de la familia real tebana dio mucho que hablar y escribir a los dramaturgos griegos. Los caprichos del Destino (entendido como divinidad autónoma, por encima de los hombres,) se cebó con esta estirpe de poderosos, cuyos nombres han permanecido por encima del furioso paso del tiempo. Edipo, Iocasta, Layo, Creonte, Antífona, Eteocles y Polinices -junto al sabio Tiresias- no han cesado de ser reescritos a lo largo de la historia, pues se convirtieron en representantes de las limitaciones del género humano frente a los avatares supremos.
Lluis Pascual ha recuperado a todos estos personajes para hacerlos hablar sobre nuestro tiempo. Los mitos tienen un poder atemporal para ejemplificar nuestros sufrimientos. Siempre reconocemos puntos en común con esta caterva de personajes desahuciados por el conocimiento.
Una valla metálica (usada a modo de medio telón escénico) nos ubica antes de que comience la representación. No estamos en Atenas, en el S. V a.c., encontramos ante cualquier frontera, o campo de concentración contemporáneo. El teatro permite estos juegos y analogías. Pasqual desnuda los textos de su catarata de imágenes violentas originarias, para transformarlos en portadores de conceptos y emociones al límite. Con ello se trasluce una visión metálica, grisienta y desesperanzada de la condición humana, de las relaciones personales, de las sociedades de todos los tiempos.
El espectáculo tiene una gran rotundidad a la hora de transmitir el punto de vista del que ha remodelado este material dramático, pero sobre todo respira una intensidad teatral poco corriente. Se debe al trabajo de los actores.
El feliz matrimonio artístico de Pascual y Alfredo Alcón viene de antigüo. “Edipo XXI” ofrece una excepcional oportunidad de comprobar y gozar de su florecimiento escénico. Alcón es una alta cumbre del teatro en lengua española. Sólo por contemplar la vívida interpretación de Edipo que ejecuta el divo argentino, merece la pena asistir a este espectáculo. Más que un actor es un artista, un creador frágil y vulnerable, que desde el tono o la respiración, está dando lecciones de gran verdad teatral. Toda una escuela viviente para cualquiera que quiera considerarse intérprete.
Vicky Peña vuelve a mostrar su animalidad teatral de pura raza, en este maduro trabajo doble de dar vida a Antígona e Iocasta. Raúl Pazos en Tiresias, Jesús Castejón en Creonte, y Andreu Benito en Teseo, demuestran su capacidad de contención para teñir de trágico sus parlamentos.
Que el mismo teatro sacrifique el espíritu de la fiesta telúrica, silvestre, catártica y violenta con que las adornó Dioniso –su fundador- es una amputación extrema, una claudicación vitalista, en favor de la intelectualización del desengaño que transpira este espectáculo. El público se quedó con hambre de teatralidad, quizás porque la única manera de soportar el envite de la exposición trágica, sea a través de la danza orgiástica de los sentidos, que anima el coro en el público. En “Edipo XXI”, la gravedad somera del espectáculo merma el paradójico mecanismo festivo del espíritu trágico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario