miércoles, 30 de junio de 2010

LA BRILLANTINA DE LA MEMORIA


Uno de los mejores síntomas de normalización de la vida teatral de una capital como Madrid, es la coexistencia de espectáculos de diferentes géneros en la cartelera. Presuponer que una tragedia o una obra de teatro social sea - a priori- más importante que un vodevil o una comedia musical, es ignorar que en teatro, al menos la mitad del producto final es forma, y el resto contenido.
La versión de "Grease" que ha realizado Luis Ramírez cumple sobradamente sus objetivos de servir al público espectáculo y entretenimiento. Si además se trata de un musical tan mítico como el que nos ocupa, se cuenta con una baza a favor: "Grease" ya forma parte de la memoria colectiva, y no sólo de los que vivieron los alegres años de la década del cincuenta, presagio de los locos y revolucionarios sesenta, (en los que la juventud tomó por primera vez las riendas de la Historia, aunque sólo fuera para oponerse a ella); sino además de todas las generaciones posteriores que han ido apareciendo. La radio, el cine y la televisión han dejado un legado universal a todos sus oyentes o espectadores, por eso "Grease" no es algo ajeno a nuestra cultura, sino que forma parte integralmente de ella.
El "Grease" que puede verse en la Gran Vía madrileña es un musical joven en muchos sentidos. La juventud es la protagonista de esta estampa de la vida en un instituto americano en 1959; al pie de las aulas se traman sus amores y sus rencillas; en el gimnasio se hacen concursos de baile que se retransmiten por radio; en el drugstore se toman hamburguesas y se intercambian las noticias fatales; en los autocines mantienen sus primeras relaciones amorosas; todo respira un aire sencillo y cotidiano que ha convertido esta pieza en un clásico. Su autor, Jim Jacobs, (junto con el desaparecido Warren Casey) lo tuvo claro con el éxito de "Grease": no volvió a escribir nada más, consciente de que nunca podría superar el listón alcanzado.
Por otra parte, el público más joven, que no suele frecuentar el teatro, puede sentirse identificado con las claves de otros espectáculos más cercanos de su tiempo: en "Grease" cantan en directo, bailan, hay música en vivo, y las vertiginosas luces de colores y efectos pirotécnicos, asemejan este espectáculo teatral a sus familiares conciertos de rock. Pero, hay además una tercera razón de la juventud de esta representación: en España no ha habido demasiados intentos de realizar espectáculos de esta índole por la carestía de su producción. En este sentido, "Grease" no puede vincularse a un género dominado con seguridad por la profesión artística española. Hay que ser consciente de que con estos trabajos se está abriendo un camino muy rico tanto de crear puestos de trabajo, como de crear nuevos públicos. De esta manera hay que considerar este espectáculo como pionero en su género. Los musicales venideros tendrán cosas que aprender de este "Grease" que ahora se representa.
Ramón Oller pone su larga experiencia como coreógrafo al servicio de este género y consigue momentos y soluciones escénicas de gran brillantez. La joven compañía que interpreta"Grease" rebosa ganas de comerse el escenario y el patio de butacas de un solo bocado, y eso ayuda a un trabajo tan energético como el que requiere el uso de la voz y el cuerpo para dar vida a los personajes de la obra. Geraldine Larrosa y J. G. interpretando a los protagonistas, demuestran sus buenas cualidades para el musical; pero hay que destacar a Marta Ribera que interpreta el personaje de Rizzo con gran talento y fuerza emotiva en las partes dialogadas. Raquel Grijalba, por su parte, compone una encantadora y cómica Marty muy cercana a la Marilyn Monroe miope de "Como casarse con un millonario".
"Grease" es un espectáculo para toda la familia, en el que ninguno de sus miembros podrá sentirse aburrido: la representación, sembrada de aplausos, puede considerarse muy estimulante.

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