miércoles, 30 de junio de 2010

EL AMOR ES SUEÑO


"El sueño de una noche de verano". De William Shakespeare. Ur teatro Antzerkia. Dramaturgia y dirección: Helena Pimenta. Escenografía: Jose Luis Raymond. Reparto: Victor Criado, Rosa Díaz, Arantxa Ezquerra, Ione Irazábal, Gerardo Quintana, José Tomé. Madrid. Teatro de la Abadía. 10-3-1999.

Que un espectáculo estrenado en 1992 vuelva a subir a un escenario madrileño, representado por la misma compañía que lo estrenó, es signo de que el resultado original del trabajo fue tan bueno como para permitir su continuidad por encima del paso de los años. "El sueño de una noche de verano" en la versión de Ur teatro Antzerki marcó un hito en el joven teatro español por la frescura, la fuerza y la rigurosa imaginación que se aplicó a esta conocidísima obra de Shakespeare, hasta hacerla completamente suya, como si no se hubiera visto nunca antes. Helena Pimenta (que contó con la inestimable ayuda del escenógrafo Jose Luis Raymond) creó un espectáculo que mostraba una forma personal de representar a Shakespeare, valiéndose de los múltiples lenguajes que coexisten en la escena contemporánea. Como mínimo pueden distinguirse tres estilos definidos que se conjugan en esta obra: la sonora declamación que exige el verbo shakesperiano; el sainete farsesco, extraído directamente del mejor teatro popular de todos los tiempos, aplicado al trabajo de los cómicos de "El sueño..."; y por último y como personalísimo hallazgo, el lenguaje del teatro danza, que aporta un misterio y una belleza sonámbula a todo el mundo de los personajes fantásticos (Oberón, Titania, Puck, las Hadas...) que habitan en ese bosque lleno de prodigios, donde viven sus cuitas y sus anhelos amorosos los personajes de la obra. Una sugerente banda sonora, subraya estos hallazgos.
Este montaje juvenil e irreverente con la ortodoxia del bardo inglés, tiene el acierto de adaptar al dramaturgo a las cualidades de la compañía que lo representa. En una historia de amores desenfrenados, los jóvenes son los protagonistas. Y eso ocurre en esta obra de gran belleza formal y de ingenio plenamente teatrales. Las mejores creaciones nacen de dos cualidades indispensables: coherencia y sinceridad. Y nada más coherente y sincero que este despliegue de hermosos cuerpos en movimiento, esta sana alegría que tiñe el gran juego escénico que se despliega en la obra, este hacer suyo algo que fue escrito por un inglés hace casi quinientos años, y que hace reír con fuerza a un público necesariamente cómplice. De esta osadía y atrevimiento procede la estimulante vitalidad de este sueño: el sueño del amor, el sueño de la juventud, el sueño del buen teatro.

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