martes, 29 de junio de 2010

ÓPERA SANGRIENTA*


De Bizet y Mérimée. Adaptación y dirección: Gustavo Tambascio. Reparto: Trinidad iglesias. Emilio Gavira y Jorge Antón. Piano: Paco Pepe. Madrid. Teatro Alfil. 31-5-1999.

La ópera cómica -y aún menos la bufa- es un género poco frecuente en la escena madrileña. Cuando se piensa en ópera, siempre se imaginan grandes decorados, producciones solemnes, divos prestigiosos, y un público selecto y escogido que asiste a estas grandes "fiestas barrocas", como a un portentoso museo de la grandilocuencia. Por eso, es tan estimulante esta "mini-opera sangrienta" que se representa en el teatro Alfil, con un gran amor por las posibilidades múltiples del género musical, y su capacidad de divertir al público con sus elevados y eufóricos registros tonales. El teatro musical tiene la habilidad de dirigirse a los sentidos del espectador, de ahí al regocijo y a la risa hay un paso, y si está bien hecho y bien cantado, aún mejor que mejor.
"Carmen" es probablemente la ópera más conocida por el público español, su folklorismo sevillano, su ambiente romántico de cigarreras de ojos turbios y profundos, bandoleros, toreros y militares, la convierten en el paradigma del tópico español por excelencia. Tuvieron que ser dos franceses, Mérimée y Bizet, quienes fijaran con tanta brillantez esta historia tan propia de la España romántica.
Tambascio trata con mimo e ingenio el material que tiene entre las manos. Con sólo tres actores-cantantes y un pianista dispuesto a todo, consigue contarnos de una forma paródica y regocijante, esta conocida historia musical.
Trinidad Iglesias es una de las actrices más peculiares y valiosas de la escena madrileña, sus dotes vocales van unidas a un gran instinto de la interpretación, y a un físico irrepetible y expresivo como ningún otro. Emilio Gavira y Jorge Antón la acompañan en esta nada fácil tarea de llevar la famosa ópera "Carmen" hasta un público distendido de todas las edades. Los amantes de la música disfrutarán con esta obra, pues a pesar del tono burlón de la representación, cantan muy bien los temas más conocidos de tan famosa ópera. Y por otra parte, el juego escénico permanente con el que adorna Tambascio su montaje, la convierten en un inteligente juguete dramático para los buenos amantes del teatro.

* Esta crítica fue publicada en El Cultural.

No hay comentarios:

Publicar un comentario