domingo, 18 de julio de 2010

¡PIM-PAM-PUM: RISA!


"Les pensionnaires". Escrito y dirigido por Jérôme Deschamps y Macha Makeieff. Cía. Deschamps & Deschamps. Música: Philippe Roueche. Iluminación: Roberto Venturi. Reparto: Jean Marc Bihour. Philippe Duquesne. Yolande Moreau. Christine Pignet. Yves Robin. Músicos: Vincent Pétit. Fabien Wallerand. Benoît Vion. Madrid. Festival de Otoño. Teatro de Madrid. 10-11-2000.

El cóctel de lenguajes que prepara la compañía Deschamps & Deschamps es una sabia y calculada combinación para inventarse sabores teatrales distintos y originales. El ánimo vanguardista guía e inspira las exploraciones de estos excelentes cómicos franceses, que sin embargo no renuncian a valerse de los más añejos y aromáticos trucos del payaso de circo, o las suciedades de los criados de la Comedia del Arte. El viaje visual y conceptual que realizan ante los ojos del público, convierte la representación de "Les pensionnaires" en una deliciosa experiencia teatral más allá de los límites de la teatralidad. Como todo género fantástico, la obra requiere la complicidad del espectador, para poder disfrutar mofándose, no sólo de sí mismo, sino de sus encorsetados mecanismos de comunicación y comprensión, y del sentido unívoco de las palabras. El mérito de esta rebuscada pirueta intelectual, es que no resulta en ningún momento pedante, ni pesada, ni trascendente. La inteligencia y el humor impregnan todas las situaciones de la obra en el interior de un delirante y escatológico internado-residencia, donde unos pensionados deformes, dan rienda suelta a sus pasiones más bajas y malolientes.
El espectáculo enhebra sus escenas con palabras repetidas, ruidos de cristales rotos, colores, objetos, gemidos, golpes, fracturas, explosiones, y todo aquello que es capaz de expresar algo. Los colores de las ropas y de los muebles, son una brillante demostración de cómo la estética son todo un vocabulario dramático autónomo. El uso del color en esta representación se eleva hasta los registros plásticos abstractos de La Bauhaus, y sobrepasa las fronteras del pop-art, haciendo progresar los lenguajes teatrales plásticos. Toda esta receta teórica, una vez puesta en práctica, sólo despierta risas y carcajadas entre un público cómplice con la causticidad vitalista del montaje. Las gordas, las borrachas, las histéricas, los cojos, toda una galería de defectuosos y anacrónicos personajes que parecen vagabundos o locos, se pasean ante el público apestando a comida, a sexo y excrementos.
Detrás de todo este espectáculo que podría parecer un capricho vanguardista pretencioso, late una filosofía humanista que confía en la naturaleza, en el deseo y en la vida. Para aquellos que piensen que el teatro puede servir para algo más que contar la historia de unos personajes, y llegar a sorprender y emocionar por caminos imprevistos y estimulantes, no deben perderse esta originalísima y estimulante experiencia escénica, con aroma de circo.

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