sábado, 17 de julio de 2010

CIRUGÍA CONTRA LA SOLEDAD


"Un busto al cuerpo". Autor y Director: Ernesto Caballero. Reparto: Rosa Savoini. Amparo Vega. Raquel Cordero. Producción: Susana Hernández. Escenografía: Garaialde y Sánchez Asociados. Vestuario: Teatro del Cruce. Iluminación: M.A. Camacho. Madrid. Sala Triangulo. 14-10-2001.

La tiranía del cuerpo perfecto es una de las imposiciones sociales que más íntimamente nos afectan. Ya no se trata solo de avergonzarse de no ser y pensar como los otros, sino además, de no tener un cuerpo afinado y alistado según los cánones de la modernidad. Sólo seduce la belleza convencional. El mundo del espíritu no es tasable, no sale en las fotos, ni tampoco se puede comprar en una exclusiva tienda de moda. El gimnasio se ha convertido en un espacio indispensable para la vida moderna, como la oficina, o el cuarto de la televisión en el hogar. Las clínicas de cirugía estética también se han convertido en grandes santuarios de peregrinación de numerosas féminas o machos, que necesitan una imagen adecuada para ser aceptados en el mundo laboral, o en el más íntimo del amor. La consigna parece ser la siguiente: sólo los feos están solos y no progresan en su trabajo.
Esta dictadura global sobre las diferencias de cada cuerpo humano, tampoco es que sea nueva en la historia de la civilización, pero gracias a los adelantos técnicos y al gran bombardeo publicitario, la cirugía estética se han convertido en un nuevo acoso al ciudadano común y corriente.
Ernesto Caballero ha tratado en su nuevo espectáculo "Un busto al cuerpo" -escrito y dirigido por él mismo- la temática de la estricta corporalidad actual, a través de la relación de tres mujeres que se llaman Cristina: madre, amiga e hija. Dos generaciones y tres hembras distintas obsesionadas por la misma problemática: ajustar el tamaño de sus senos. A pesar de la ironía y la mordacidad que el autor vuelca en su fábula corporal, no abandona el valor y la ternura de las relaciones humanas. Estas tres mujeres sin hombre están más pendientes de su amistad y sus relaciones personales, que de la estética vivida como una obsesión. A la más joven de las tres, la vemos cambiar físicamente a lo largo de la representación: se corta el pelo de la misma manera que quiere cortarse el pecho. Sólo ella afronta el control del propio cuerpo como un acto de libertad. Representa a esa generación del "piercing" contestataria en sus atributos, que sólo posee su cuerpo y sobre él actúa como si éste fuera una obra de arte moldeable y cambiable. Pero también está sola, el más "grunge" y alternativo de sus amigos se lía con un alumno de su madre, abandonándolas a las dos, que en definitiva sólo siguen contando con su amiga Cristina.
Esta obra es un canto a la soledad y a la amistad de las hembras, en la que los hombres no salimos muy bien parados; debe ser verdad. Caballero vuelve una vez más a demostrar sus excelentes dotes de director teatral, con un sentido innato de la mejor escritura escénica, y del templado calibre de la interpretación de las actrices. Rosa Savoini interpreta a la madre con una calidad de voz y temperamento poco habituales. Llena su interpretación de hallazgos y registros efectivos y personales. Raquel Cordero da vida a la hija con encanto y credibilidad; y Amparo Vega compone el personaje de la amiga que trabaja en radio y TV, con ternura y convicción.
El público rió y aplaudió el humor de la representación y la calidad del trabajo artístico de todo el equipo artístico.

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