sábado, 17 de julio de 2010

EL ÁNGEL DE LA POESÍA


"La voz del poeta". Recital poético con versos de Garcilaso, Lope de Vega, A. Machado. M. Hernández ... Dirección: Ángel Gutiérrez. Reparto: Beatriz Guzmán. Celia Pérez. Germán Estebas. Florentino Martínez. Oscar Codesido. Madrid. Teatro de Cámara. 23-10-2001.

El recital poético escenificado es una fórmula relativamente frecuente de espectáculo íntimo y resonante. Sólo la poesía, como el teatro, está escrita para ser dicha en voz alta, para enredarse en la memoria perenne del público. Cada poema nace del interior de un conflicto que -a veces- sólo capta la mirada negra y traslúcida del poeta. La palabra y su musicalidad, es la carne de la poesía, mientras las ideas que encierra el poema en su disimulo de versos, son la auténtica musculatura de la poesía.
Ángel Gutiérrez es un director que entiende el teatro como un acto de entrega al público, por parte de los oficiantes. Sus intérpretes son sacerdotales, las enseñanzas del maestro, les llevan a entender el escenario como un lugar sagrado, una ermita de la sensibilidad y el conocimiento que se verterá finalmente en el público. La atención prestada por el director a la perfecta prosodia y fonética de los versos deviene radical: se ven en el espacio todas las vocales y todas las consonantes, todo el cuerpo sensual e inteligente de las palabras.
"La voz del poeta" comienza con versos de Mío Cid y llega hasta Blas de Otero, Ángel González, Claudio Rodríguez y J.A. Valente. Antonio Machado y Lope de Vega son dos de los poetas más celebrados, combinados con San Juan, Quevedo, Garcilaso, Sor Juana Inés de la Cruz, Bécquer, Rosalía, Juan Ramón. Lorca, César Vallejo, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Miguel Hernández. Sólo dos poetas en lengua extranjera llegan hasta "La voz del poeta", Shakespeare y Maiakovski.
Gutiérrez ha creado un sutil y evocador ámbito escénico formado por siete sillas, tres atriles, dos ramos de flores frescas y tres candelabros apagados. Los cinco intérpretes deambulan por escena con trajes que evocan todos los tiempos, incluido el presente. El director utiliza su sensible batuta para exprimir a los actores como si fuesen frutas. El zumo resultante impregna la sala teatral de un aroma que se confunde con el de las flores naturales. Una serie de ráfagas musicales colaboran en la creación de la atmósfera propicia de este relajante concierto de versos en la marea convulsa de las ciudades. Los médicos deberían prescribir la asistencia a este espectáculo entre sus pacientes más estresados. La paz y la serena emoción del espectador quedan garantizados.

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