viernes, 2 de julio de 2010

EL HUMORISTA VIUDO


"YO" (Un espectáculo del que es actor único y único autor): Jose Luis Coll". Madrid. Centro Cultural de la Villa. Sala II. Fecha de estreno: 12-1-2.000

La figura del humorista es una especie de mago diabólico, que con la mordacidad de su astuto ingenio, endulza y refresca la vida de sus congéneres. Jose Luis Coll es uno de los grandes personajes del humor español del S. XX. en la línea de Gómez de la Serna, Tono, Mihura, Jardiel, Álvaro de la Iglesia, Mingote, Chumy-Chumez... Tip y Coll han sido toda una estimulante institución en el mundo del espectáculo español, tanto el teatro, como la radio, el cine o la televisión. Su humor negro, original, cáustico, picante..., servido por este par de barmans que se compenetraban como un cocktail perfecto, ha marcado toda una época de la risa en este país. La triste desaparición de Luis sánchez Polack, dejó a Jose Luis Coll, viudo artísticamente.
Tras más de veinte años de ausencia de un teatro, Coll vuelve a auparse sobre las tablas, para ponerse en contacto directo con el público, con su espectáculo "Yo". El encuentro, (como él prefiere llamarlo) con los espectadores, es gozoso y directo. Este hombrecito vestido de negro, y con hongo sabio, destila una gran humanidad y un excelente buen humor como para hacer pasar un rato estupendo a sus invitados de "tertulia" teatral. Incluso la última parte de la representación es un diálogo directo con el público. Una gran emotividad se derrama sobre el espectáculo, cuando se recuerda a Tip, a sus fechorías y a sus andanzas por los viejos teatros de España. El recuerdo del amigo, impregna toda la actuación de Coll; hay mucho aroma del Madrid pasado en esa memoria que desgrana en escena; es una ceremonia bonita con la memoria del cómico desaparecido.
Quizás podría esperarse de un cerebro tan joven como el de Jose Luis Coll, (con un ingenio afilado tras tantos años de oficio), un poco más de mordacidad, un poco más de sátira política y social. El señor Coll parece que no quiere molestar a nadie, y de un humorista de su alcance se espera que suelte más de un picotazo oportuno, que infrinja desde el escenario, el castigo mordaz del teatro a los culpables de tantas cosas malas que afean nuestras vidas y nuestro mundo. En esa crítica feroz y en la constante referencia a lo sexual, radica el aire fresco que el humorista, (el viejo cómico satírico sin edad), suministra al público. Si en la vida las cosas no pueden transformarse tan fácilmente, en un escenario humorístico pueden cambiarse las reglas del juego -durante un par de horas- para gozo, desahogo y mayor satisfacción de todos.

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