martes, 6 de julio de 2010

LAS DANZAS DEL JARDÍN DE LOS PERALES


"Yeng Ke Xing. Ópera china antigua en el jardín del emperador." Cía. Han Tang Yue Fu. Direción artística: Chen, Mei-O. Supervisión artística: Wang, Chi Mei. Directora musical: Wang, Shin-Shin. Iluminación: Lin, Ken-Hua. Vestuario: Yip, Kam Tim. Madrid. Círculo de Bellas Artes. Sala Fernado De Rojas. 17-7-2001 .

El teatro chino es sintético y ritual. No intenta representar la vida, sino evocar un estado de perfección estética, y por tanto sagrada. La interacción entre religión y teatro en el lejano oriente es intensa. La escritura china es ideográfica, el lector debe interpretar el significado de los signos combinados. Por eso, el teatro en China siempre está codificado, el espectador está acostumbrado a descifrar los símbolos. De la religión, conserva el rito; de la escritura, la codificación y la síntesis. En China, nacieron antes la sombras chinescas y las marionetas, que el teatro con actores de carne y hueso. En cierto modo, los intérpretes son intermediarios entre los humanos y los dioses, que están siempre -como el arte- por encima de los mortales. Que un humano de carne y hueso mire de frente a las divinidades, es casi un sacrilegio. De ahí, la enorme artificialidad de los intérpretes de cualquier forma teatral del lejano oriente: se transforman hasta convertirse en muñecos sacerdotales. En China, el teatro era un arte popular que comenzó a ser mimado por la Corte. El nacimiento de la primera ópera china es tardío. En la baja Edad Media, tuvieron que llegar las dinastías mongoles a controlar el imperio, para que el teatro se hiciese un arte oficial y cortesano. El teatro del jardín de los perales, estaba en palacio. Los emperadores siempre andaban enredados con el teatro, y no sólo con las actrices; el emperador Xuanzong compuso una pieza, que él mismo se encargó de dirigir en el teatro palaciego.
La compañía taiwanesa Hang Tang Yue Fu, (fundada en 1983 por Chen, Mei-O, una especialista en música "Nan-kuan",) se inscribe en esta tradición palaciega de la ópera del jardín de los perales. Un arte que estaba a mitad de camino entre el concierto y la representación escénica. En la China del S. XIV había un teatro para oír, en el norte; y un teatro para ver, en el sur. De esta estética y lujosa tradición teatral del sur, procede este exquisito espectáculo de ópera antigua china. El afán de su fundadora por la fidelidad rigurosa a las técnicas artísticas de esta ópera primitiva, combinado con la modernidad, la sensibilidad y el rigor del vestuario de Yip, Kam Tim (oscarizado como director artístico de cine), y del iluminador Lin, Ken-Hua, ha permitido que nazca esta pieza mágica, delicada, y onírica.
La ejecución musical con variados y sugestivos instrumentos de cuerda, y uno de viento, alcanza su culmen en una pieza cantada a capella, acompañada por un violín, y una enigmática danzarina-sombra. Sin representar ningún drama, ni historia alguna, esta serie de estampas chinas -musicales y dancísticas- alcanzan una entidad escénica de profunda y sugestiva vanguardia, a la par que late en ella, el poder sensual y misterioso de la ceremonia atávica.

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