jueves, 1 de julio de 2010

LOS JUEGOS MÁS PELIGROSOS


"¿Quién teme a Virginia Woolf?" De Edward Albee. Versión y dirección: Adolfo Marsillach. Producción: Juanjo Seoane. Reparto: Nuria Espert. A. Marsillach. Marta Fernández Muro. Pep Munné. Figurines y escenografía: Alfonso Barajas. Iluminación: Juan Gómez Cornejo. Madrid. Teatro Albéniz. Fecha de estreno: 12-2-2000.

Adolfo Marsillach y Nuria Espert son dos instituciones vivas dentro del panorama teatral español. Su dilatada trayectoria como actores, tanto en teatro, cine o televisión, los convierte en una pareja de figuras estelares de nuestra escena. El público agradece su nueva comparecencia en las tablas y acude a raudales a presenciar el acontecimiento. Representan una de las obras más significativas del teatro del S. XX: "¿Quién teme a Virginia Woolf?"(1962). Su autor, el norteamericano Edward Albee, hizo con esta obra toda una revolución de la función tradicional del lenguaje dramático. Tras haber escrito algunas obras cortas muy vinculadas al ideario del teatro del absurdo, Albee acertó con su primera pieza larga, en la que conjuga el teatro de corte realista imperante en la escena estadounidense en esos años, con sus viejos y queridos registros del teatro del absurdo.
Los protagonistas de la obra son una pareja de intelectuales universitarios alcoholizados que pasan una inolvidable noche de juegos con unos invitados anodinos del mismo entorno académico. Albee aprovecha el combate verbal etílico de sus protagonistas para hacer una radiografía despiadada de sus vidas, de su falta de rumbo y esperanzas. Todos los tacos que se sueltan en escena junto con la crueldad de los juegos que plantea el protagonista, sirven para pasar la realidad por la trituradora de hielo que refresca sus tórridos cócteles. Albee pegó -en los años sesenta- un mazazo tan grande a la falsa moral y a la hipocresía de ciertas clases acomodadas, dejando al desnudo el fracaso no sólo de sus vidas sino de todo el sistema. En el ambiente de una tormentosa melopea nocturna, Albee construye con claridad cada una de las trampas en las que irán cayendo los invitados, y los propios cazadores anfitriones. Marsillach, como director y versionador controla con claridad la estructura inaparente de la pieza. Bajo su control, cada una de las bombas dialécticas que se sueltan en escena, va funcionando como una maquinaria que produce una reacción en cadena. La obra inquieta a la vez que hace reír al público. Las interpretaciones están ajustadas casi con llave inglesa, para pasar del drama a la comedia patética, según se apriete el botón del texto mortífero correspondiente. La Espert y Marsillach despliegan todos sus recursos interpretativos adquiridos en su largo aprendizaje. Los más jóvenes Pep Munné y Marta Fernández Muro, los acompañan con su buen hacer. El público siguió atento la representación, y aplaudió insistentemente a los intérpretes.

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