jueves, 1 de julio de 2010

NAUFRAGIO IDEOLÓGICO

"Una joventut europea". Cía General Eléctrica. Texto y dirección: Roger Bernat. Reparto: Nico Baixas. Dolo Beltrán. Mía Esteve. M. A. González. Marco Regueiro. Música: Caïm Riba. Escenografía e iluminación: G. Paré y Mª de la Cámara. Madrid. Festival "La Alternativa". Sala Cuarta Pared. Fecha de estreno: 3-2-2000.

Un escenario jamás es un espejo de la realidad, en todo caso, un espejo deformante. No merecería la pena toda la esperanza que se encierra en el trabajo colectivo de los cómicos que consiguen llegar hasta el día del estreno, para representar algo tan errado como el mundo cotidiano, tal como es. El espectáculo de la compañía catalana General Eléctrica, "Una joventut europea" justifica el atroz discurso que entraña su trabajo, afirmando que no es culpa suya, sino del mundo en el que vivimos. Error número uno: el teatro, en pleno uso de la palabra, siempre ha intentado mejorar la realidad, criticándola desde las leyes de fabulación y parábola de la escena. El calco no funciona como técnica, sino como impostura; el auténtico creador tiene que hacer su interpretación de los hechos, según las reglas formales del soporte que maneje.
Esta juventud europea a la que hace referencia el título, no es más que el ideario de una secta extremista que hace apología de la violencia, de las bombas, de la muerte, del derecho a matar, del desprecio a los no europeos, y de la destrucción, en lugar del amor. El responsable del espectáculo es atrevido y se mete en derroteros muy resbaladizos, en los que se pega un gran batacazo ideológico; le falta una buena brújula moral que le aclare ciertos mecanismos secretos del teatro. Hay frases que no se deberían decir jamás en un escenario, sin una condena explícita del auditorio, o del mismo espectáculo, y que no voy a repetir en esta crítica. Lo que es una bomba, es el lenguaje ejercido públicamente, y hay que tener mucho cuidado con su potencia, porque si no, puede estallarle en las manos a los niños que jueguen con él.
El hecho de que la escenografía sea la del interior de un aula, agrava más el asunto. El entorno pedagógico jamás es sólo un reflejo de la realidad, sino un lugar donde se debe transmitir el saber y los valores morales en los que se sustenta toda una civilización, a través de la disciplina y el esfuerzo. Tal vez, a través del naufragio ideológico que ejemplifica este espectáculo, (con una puesta en escena entretenida, llena de "coreografiítas"; escenario metálico de turno; música en directo...; y, ruido, mucho ruido) se pueda detectar la gravedad de la falta de modelos respetables (al margen del dinero) que le falta a algunos miembros de las generaciones más jóvenes. ¿Quiénes son los responsables?

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