jueves, 1 de julio de 2010

TODO POR LA PASTA

"Slava' snowshow" creado y puesto en escena por Slava. Actores: Slava Polunin. Elena Ushakova. Ivan Polunin. Onofrio Colucci. Ivan Volkov. Stanislav Varkki. Julia Bernova. Director: Victor Kramer. Diseñador: Victkinov. Vestuario: Elena Goldovina. Marketing: True Comunicación. Madrid. Teatro Coliseum. 23-2-2000.

Cuando en 1991, la compañía rusa, Litsedei -liderada por Pulonin Slava- se presentó en el XI Festival internacional de Teatro de Madrid, estos payasos gamberros y poéticos concluian su maravilloso espectáculo, empujando desde el escenario unos globos gigantes de colores hacia el patio de butacas, que hacían las delicias del público. Nueve años después, Slava regresa a Madrid; hoy sólo le precede su nombre, como si fuese una marca registrada que sirve para amasar muchos millones, más allá del arte que pueda acuñar en escena. El efecto promocional de este montaje se multiplica, asociando el trabajo de Slava a esa rentable factoría del ocio, conocida como Cirque du Soleil.
El espectáculo "Slava' snowshow" contó el día de su estreno con cuatro partes de igual importancia. 20 minutos de retraso en el comienzo, en función de las cadenas de televisión que entrevistaban a "misses" y famosos. 25 minutos de primer acto. Otros 20 minutos de descanso, deserciones y cotilleo; y por último 25 minutos de segunda parte. Hablando en plata, el "Snowshow" no llega a los cincuenta minutos de representación. Si comprueba el precio de las entradas, usted mismo puede hacer el cálculo: le saldrá el minuto de Slava a unas cien pesetas; si multiplica por el número de familiares que piensa invitar, concluirá si "el montaje de Slava" le conviene.
En términos artísticos, lo que hacen Slava y sus chicos en escena es un timo apabullante. Debe ser que se ha "corrido la voz" de que cierto público madrileño es muy dócil y "traga" con todo, si lo ha visto en la tele; y más aún, si ha pagado un alto precio. Al final, salvo Slava, y su "sombra" con orejas de burro, el resto del elenco no salió a saludar; tampoco hacía falta: ¡para lo que habían hecho...! En lugar de ellos, los mismos globos gigantes de antaño volvían a caer sobre un público de estreno, más o menos sonriente porque habían sido invitados; no sé qué ocurrirá con los de pago.
En 1991, Slava recordaba como una de las figuras más entrañables de su memoria, a unos payasos ambulantes muy pobres que iban por las aldeas rusas, con cuatro trastos y una nariz roja, haciendo felices a los niños. Tal vez, Slava debería recordar a esos viejos maestros con más frecuencia; sobre todo, cuando los niños madrileños empiecen a manifestar su tedio ante esta ñoñería vistosa y decadente -con ínfulas de pantomima- que es su "Slava' snowshow".

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