viernes, 16 de julio de 2010

CON LA MADRE HEMOS TOPADO


“Requiem por un soltero.” De y dirigido por: Juan José Alonso Millán. Reparto: Juan Meseguer. Pilar Barrera. Marisol Ayuso. Carmen Roldán. Eva Cobo. Maribel Corcobado. Vestuario femenino: Marilí Coll. Escenografía y ambientación: José Miguel Ligero. Madrid. Teatro Fígaro. 28-4-2002.

Juan José Aloso Millán es un clásico vivo de la comedia española. Pocos saben como él realizar ese combinado chispeante de diversión, malas costumbres, chicas guapas, y mirada ácida y a la par tierna sobre la condición humana de cualquier época, incluida la nuestra. Es el suyo un teatro con mirada masculina, como el de Jardiel, donde las hembras son impresionantes vasijas decorativas tan necesarias como molestas para la convivencia. Este afán por la soltería del seductor es el argumento de su nueva obra “Réquiem por un soltero”. Aunque a algunas espectadoras jóvenes pueda parecerles un tanto machista y misógina esta visión de las relaciones sexuales, y el temor a la estabilidad de las relaciones de pareja, no es el suyo un teatro crítico y revulsivo, es más bien un teatro de “comedias de humor” escritas con la saludable intención de hacer pasar un buen rato al público. Lo consigue.
En “Réquiem por un soltero” el autor madrileño explora nuevamente el personaje del seductor impertérrito, el Don Juan que todo español llevamos dentro, y lo sitúa en un decorado doméstico, acosado por un ramillete de apetitosas hembras. Ellas sólo quieren llevárselo al altar antes o después de pasar por el lecho. De esta forma el dramaturgo enfrenta a su protagonista –Raúl, interpretado por Juan Meseguer- con tres prototipos de hembras contemporáneas: la farmacéutica independiente y ninfómana de Teruel -Maribel Corcobado- que suele visitarlo cada dos semanas; la viuda joven, ardiente y mojigata –Eva Cobo- que se presenta en su casa vestida de novia; y su íntima amiga, una juez divorciada, de armas tomar –Carmen Roldán- que le organiza toda su vida social. Aunque por diferentes vías, las tres pretenden llevarlo al altar.
No es de extrañar que el seductor acorralado tenga que valerse del escudo protector de una madre impedida en la cama, que en vez de llamar al servicio con un timbre, lo hace con un trueno que más bien parece rugido, y que ahuyenta a las pretendientas del rey de la casa. Marisol Ayuso interpreta a la criada cómplice de Raúl con esa contención humorística tan explosiva que la caracteriza.
Si la primera parte de la representación es a la par que divertida un tanto previsible dentro de las fórmulas y variaciones del género vodevilesco, la segunda plantea realmente la personalidad sensible de esta pieza astracanesca, dándole un contrapunto de originalidad que no abandonara ya la representación, conduciéndola hacia la reconfortante moraleja final: todos estos seductores inestables en sus sentimientos, en realidad lo que buscan es una mujer que se parezca a su madre –interpretada por Pilar Barrera- y reúna todas las virtudes de aquélla.
El público rió, se divirtió y aplaudió las ingeniosas ocurrencias y el chispeo verbal del comediógrafo, así como el buen hacer de un gran reparto, espectacularmente vestido por Marilí Coll. Alonso Millán saludó junto a la compañía y dirigió unas palabras al respetable, al que deseó volviera muchas veces a disfrutar al teatro.

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