jueves, 1 de julio de 2010

MI-FA-MI-LIA-NO-ME-MO-LA

Festival "La Alternativa". "La metamorfosis" de Franz Kafka. Triángulo Producciones. Dramaturgia y Dirección: Alfonso Pindado. Reparto: Carolina Lapausa. Susana Pascual. Jorge Gómez. Angel Savín. Felix Cubero. Madrid. Sala Triángulo. 1-3-2000.

El enfrentamiento que suele vivir y sufrir un incipiente artista en el seno familiar, se ha trasladado a su posterior obra creativa de muy distintas maneras. Si la familia burguesa es la encargada de transmitir las normas de una vida convencional, según los parámetros dictados pro el bien social, un hijo que quiere ser artista es una especie de bomba que estalla todos los días bajo la mesa camilla del almuerzo cotidiano. Los enfrentamientos generacionales son un buen caldo de cultivo para elaborar todo tipo de sopas y potajes, donde verter toda la casquería de las relaciones familiares más truculentas.
Como colofón de La Alternativa, la sala Triángulo, una de las más veteranas de la capital, y pionera de este Festival de teatro, estrenó su montaje "La metamorfosis", a partir de la novela homónima de Kafka, con dramaturgia y dirección de Alfonso Pindado, director a la vez de la sala. El gran esfuerzo que realizan los intérpretes en mostrar el resultado de su trabajo, se ve pálidamente recompensando por los silencios del público durante la representación. Hay que tener valor para llevar a Kafka a escena, siendo uno de los autores más complejos, herméticos y rotundos que ha dado la literatura del S. XX. Lo "kafkiano" existe autónomamente, y es uno de los adjetivos más rotundos que puedan utilizarse para explicar la torvedad traidora de lo real.
Pindado intenta convocar escénicamente los ingredientes necesarios para que lo kafkiano aflore sobre el escenario. Se vale de cancioncitas distanciadoras, de pequeñas coreografías, de proyecciones de vídeo (lo mejor del montaje, gracias a la estupenda actriz cómica que lo interpreta)... Trata a los personajes como muñecotes de un guiñol patético, en el que sólo Greg Sansa es consciente de la atrocidad de sus vidas. Pero, se queda en eso, en un intento fallido, pues falta en el montaje un control necesario de los factores poéticos, plásticos y corporales que pueden poner en pie el rito misterioso de la palabra de Kafka. Las limitaciones artísticas de la compañía conducen su trabajo hasta una especie de cartilla escolar silábica y esquemática, que aún no ha aprendido a hablar ni a decir cosas de interés sobre la escena; mucho menos, las que sugiere la obra de Kafka.

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