jueves, 1 de julio de 2010

REQUIEM POR EL TALENTO


"Amadeus" De Peter Shaffer. Versión y dirección: Angel Alonso. Dirección musical: Miquel Ortega. Producción: Focus. Reparto: José Sacristán. Roger Pera. Carmen del Valle. Madrid. Teatro Nuevo Apolo. 29-II-2000

La figura de W. Amadeus Mozart, representa un momento de gracia del genio humano, truncada en plena juventud, por la venenosa rivalidad de sus coetáneos. El dramaturgo Peter Shaffer volvió a acertar con "Amadeus". La aproximación a una figura tan querida como la del músico que siempre reía, es un motivo de regocijo para el público. La versión cinematográfica de Milos Forman ha dado una popularidad inusitada a la relación del gran músico alemán con uno de los mayores y más silenciosos rivales de su época: el italiano Antonio Salieri.
"Amadeus" no es sólo una comedia musical que engarce bien ciertos números musicales compuestos por Mozart, sino que es ante todo una reflexión sobre la mezquindad del poder ofendido con la grandeza del talento ajeno. Esta radiografía minuciosa de los mecanismos de la envidia, de la difamación, de la traición, y puede que hasta del asesinato, es lo que permite que el texto de Shaffer siga diciendo cosas interesantes e inteligentes no sólo sobre Mozart y su grandeza, sino sobre las rivalidades humanas en su versión más deplorable.
Ángel Alonso ha realizado un trabajo ejemplar en la puesta en escena de este espectáculo. La estilización de este "drama musical" y la muy buena factura de su producción, junto con la calidad de sus intérpretes y cantantes, configuran un "musical" tan preciso como imprescindible. José Sacristán realiza una elaborada interpretación de Salieri, que puede considerarse la más compleja y ambiciosa de toda su carrera. Saldrá crecido como actor de esta experiencia. Roger Pera como Mozart, y Carmen del Val como Constanza, vuelven a demostrar que no es necesario ser famosos para ser grandes intérpretes.
La noche del estreno de "Amadeus", tras una apoteosis de aplausos -no igualmente repartidos- Sacristán se dirigió al público para darle las gracias por haber asistido a la función, a pesar de su ruinoso estado de salud; "Lo digo por las toses", añadió muy desafortunadamente el intérprete del resentido Salieri. Gestos como éste, desacreditan a todo un elenco de gran altura artística. El público, que es la única autoridad final del teatro, acude a la representación con el anhelo de que el lúcido y sensual hechizo escénico, lo convierta en dios por unas horas; como dice Mozart de la virtud que ejerce la música sobre el auditorio. El público jamás debe ser recriminado desde el escenario por un verdadero cómico. Saber controlar las emociones sobre las tablas, es factor indispensable para la condición del actor.

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