sábado, 17 de julio de 2010

VELADORES Y ESPEJOS PARA BRECHT


"Diálogos de fugitivos". De Bertolt Brecht. Música: Kurt Weill. Dramaturgia y Dirección: Manuel Canseco. Reparto: Francisco Hernández. Juan Carlos Talavera. Miguel Tubía. Traducción: María Jesús Ampudia. Coreografía: Eduardo Ruiz. Madrid. Galileo Teatro. 17-12-2001.

Bertol Brecht (1898-1956) es uno de los autores más prolíficos y comprometidos del siglo veinte. Su afán de teorización le llevó a cuestionar al mismísimo Aristóteles, con los principios de su teatro didáctico y sus teorías del distanciamiento interpretativo. Brecht sufrió los devastadores efectos del exilio y la guerra, y continuó la tarea emprendida por el Teatro político de su compatriota Erwin Piscator, realizando una valiosísima aportación a la renovación de la dramaturgia occidental.
Si algún escrupuloso podría considerar que el teatro político sólo puede parir espectáculos sesudos y teóricos; el teatro de Brecht, (que basa su eficacia didáctica, en su capacidad de interesar al público,) establece una alianza con la música, con el cabaret, con la farsa, con la parábola, con la danza, que busca en última instancia el "entretenimiento" del público.
"Diálogo de fugitivos" es una obra extraña dentro de la producción de Brecht, algunos ni siquiera llegan a considerarla una pieza dramática, sino una especie de diálogos antagónicos, que podrían insertarse posteriormente en una acción dramática. En el montaje que ofrece Manuel Canseco en el Teatro Galileo no hay asomo alguno de acción. Dos personajes exiliados de Alemania, por la amenaza de la barbarie nazi, se encuentran recurrentemente en la estación de ferrocarril de Helsinki. En diferentes mesas, tomando café y cerveza, enfrentan sus puntos de vista ideológicos, dando un buen repaso, (no falto de ironía y humor) a temas tan candentes como la cultura, el exilio, las fuerzas del trabajo, la soledad, las virtudes y los vicios... Siempre hay algo interesante en el discurso de Brecht, su palabra pronunciada en un escenario incita a la reflexión y a la consciencia ciudadana.
En un preciosista café de mediados de siglo, entre veladores y espejos, Francisco Hernández y Juan Carlos Talavera, interpretan a los fugitivos antagonistas. Miguel Tubía acerca teatralidad al debate ideológico de los protagonistas, cantando e interpretando al piano una selección musical de las mejores piezas que compuso Kurt Weill para otras obras de Brecht. Canseco ha realizado un trabajo escrupuloso con estos diálogos de Brecht, aunque en algunos momentos puedan resultar excesivamente áridos para el escenario. Al final de la representación, el público aplaudió cálidamente a los intérpretes.

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