“Cachorros de negro mirar”. De Paloma Pedrero. Dirección: Aitana Galán. Actores: Txemi Parra, Dani Martín, Natalia Garrido. Sala Cuarta Pared . Madrid. Estreno: 7 de enero de 1999.
El drama es un invento del teatro burgués. No da alas a las licencias fantásticas de la teatralidad: todo debe ser como en la vida misma. Su intención es ser realista, creible, que el espectador pueda comprender e identificar fácilmente lo que está viendo y oyendo en escena. El drama es ante todo un teatro de palabra que viene funcionando estupendamente desde hace tres siglos, como instrumento y continente teatral. El teatro naturalista decimonónico, de naturaleza tan revolucionaria, se valió del drama para expresarse dramáticamente, con la particularidad de que cambiaba los contenidos de tan eficaz recipiente. Las enfermedades sociales podían mostrarse a la perfección, valiéndose del drama y del funcionamiento psicológico e individual de los personajes. Esta fórmula resultó tan efectiva que sigue usándose en la actualidad.
"Cachorros de negro mirar" de Paloma Pedrero, se inserta en estas coordenadas, en esta tradición que han cultivado desde Buero, a Alfonso Sastre, Alonso de Santos o Fermín Cabal. Paloma Pedrero sube a escena un problema que está en la calle: el de la amenazante y gratuita violencia de esas tribus urbanas juveniles tan cercanas a ciertas sectas semicanstrenses, y a esas violentas bandas de extrema derecha, consentidas con cierta aquiescencia por los sectores más recalcitrantes del Poder. Pero, Pedrero no quiere adentrarse en las responsabilidades que puedan tener en este fenómeno instituciones como la familia, o la misma policía (que nunca llega cuando se la necesita); ella quiere conocer a sus personajes, explorar sus motivos, sus sentimientos, sus dudas, sus contradicciones, incluso sus irracionales razones. En esta obra se reflexiona críticamente sobre cierto sector de la juventud de hoy, perdida entre valores absolutos, tratados demagógicamente; y encolerizada con grupos sociales débiles y vulnerables como los emigrantes, las prostitutas o los homosexuales, tres de los blancos favoritos de la violencia de estos peligrosos y consentidos cachorros.
El drama es un invento del teatro burgués. No da alas a las licencias fantásticas de la teatralidad: todo debe ser como en la vida misma. Su intención es ser realista, creible, que el espectador pueda comprender e identificar fácilmente lo que está viendo y oyendo en escena. El drama es ante todo un teatro de palabra que viene funcionando estupendamente desde hace tres siglos, como instrumento y continente teatral. El teatro naturalista decimonónico, de naturaleza tan revolucionaria, se valió del drama para expresarse dramáticamente, con la particularidad de que cambiaba los contenidos de tan eficaz recipiente. Las enfermedades sociales podían mostrarse a la perfección, valiéndose del drama y del funcionamiento psicológico e individual de los personajes. Esta fórmula resultó tan efectiva que sigue usándose en la actualidad.
"Cachorros de negro mirar" de Paloma Pedrero, se inserta en estas coordenadas, en esta tradición que han cultivado desde Buero, a Alfonso Sastre, Alonso de Santos o Fermín Cabal. Paloma Pedrero sube a escena un problema que está en la calle: el de la amenazante y gratuita violencia de esas tribus urbanas juveniles tan cercanas a ciertas sectas semicanstrenses, y a esas violentas bandas de extrema derecha, consentidas con cierta aquiescencia por los sectores más recalcitrantes del Poder. Pero, Pedrero no quiere adentrarse en las responsabilidades que puedan tener en este fenómeno instituciones como la familia, o la misma policía (que nunca llega cuando se la necesita); ella quiere conocer a sus personajes, explorar sus motivos, sus sentimientos, sus dudas, sus contradicciones, incluso sus irracionales razones. En esta obra se reflexiona críticamente sobre cierto sector de la juventud de hoy, perdida entre valores absolutos, tratados demagógicamente; y encolerizada con grupos sociales débiles y vulnerables como los emigrantes, las prostitutas o los homosexuales, tres de los blancos favoritos de la violencia de estos peligrosos y consentidos cachorros.
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