“Dedos. (Vodevil negro)”. De Borja Ortiz de Gondra. Noviembre Compañía de Teatro. Dirección: Eduardo Vasco. Reparto: José Luis Santos. Lola Casamayor. Montse Díez. Vicente Colomar. Madrid. Teatro Olimpia. Centro Dramático Nacional. 13-1-1999.
El escenario de un teatro tiene la capacidad de magnificar cualquier tema de actualidad, por la dimensión trascendente que le otorgan los espectadores que acuden a la representación y, por supuesto, por el acierto que le hayan dado los cómicos a su trabajo. Es más, el teatro siempre está obligado a hablar de y sobre su tiempo, por mucho que se esté representando una obra escrita hace más de mil años. El teatro como arqueología no tiene ni tendrá jamás sentido.
"Dedos (Vodevil negro)" de Borja Ortiz De Gondra (que obtuvo el premio Marqués de Bradomín 1995 por esta obra), es la carta de presentación de una nueva hornada teatral española -la que ahora ronda los 30 años- y que están decididos a hacer un teatro que hable de los temas de ahora mismo. El paro, el SIDA, la homosexualidad, el lesbianismo, las drogas, el sexo, el dolor, el suicidio, los contratos-basura, la muerte, el amor, acuden a la cita que les da el autor, pero de una forma completamente original y novedosa, sin tapujos, irónica, con mucho humor negro, y sin renunciar a la poesía, la mística o la truculencia más gore.
En la actualidad, coexisten en el teatro español, generaciones con una gran formación libresca; las siguientes le deben al cine lo mejor de sus sueños; ésta que se presenta con "Dedos" son hijos de los bloques de anuncios de televisión.
El director, Eduardo Vasco, dota al espectáculo de un ritmo inicial vertiginoso, fresco y vivo, ayudado por la fuerza interpretativa de Lola Casamayor y Vicente Colomar. Hay momentos felices de teatro en la primera parte del espectáculo; la coincidencia de sarcasmo, lirismo, sexo y filosofía de vida, crea un delicioso batido teatral. Pero, no se mantiene durante todo el espectáculo, que comienza a tornarse irregular según avanza, al ir reduciéndose la acción a un solo tema: el enfrentamiento generacional para conseguir trabajo. Cuando lo irreal desaparece de la escena, la obra pierde teatralidad. Este "Vodevil Negro" admite y requiere un público afín de edad, pues se habla con una divertida irreverencia de los problemas, angustias y deseos que ellos mismos están viviendo. Tal vez pueda revelarles a algunos que no hayan ido o no tengan costumbre de ir al teatro, el regocijante y saludable consuelo que puede producir sentirse identificado con lo que sucede en un escenario.
El escenario de un teatro tiene la capacidad de magnificar cualquier tema de actualidad, por la dimensión trascendente que le otorgan los espectadores que acuden a la representación y, por supuesto, por el acierto que le hayan dado los cómicos a su trabajo. Es más, el teatro siempre está obligado a hablar de y sobre su tiempo, por mucho que se esté representando una obra escrita hace más de mil años. El teatro como arqueología no tiene ni tendrá jamás sentido.
"Dedos (Vodevil negro)" de Borja Ortiz De Gondra (que obtuvo el premio Marqués de Bradomín 1995 por esta obra), es la carta de presentación de una nueva hornada teatral española -la que ahora ronda los 30 años- y que están decididos a hacer un teatro que hable de los temas de ahora mismo. El paro, el SIDA, la homosexualidad, el lesbianismo, las drogas, el sexo, el dolor, el suicidio, los contratos-basura, la muerte, el amor, acuden a la cita que les da el autor, pero de una forma completamente original y novedosa, sin tapujos, irónica, con mucho humor negro, y sin renunciar a la poesía, la mística o la truculencia más gore.
En la actualidad, coexisten en el teatro español, generaciones con una gran formación libresca; las siguientes le deben al cine lo mejor de sus sueños; ésta que se presenta con "Dedos" son hijos de los bloques de anuncios de televisión.
El director, Eduardo Vasco, dota al espectáculo de un ritmo inicial vertiginoso, fresco y vivo, ayudado por la fuerza interpretativa de Lola Casamayor y Vicente Colomar. Hay momentos felices de teatro en la primera parte del espectáculo; la coincidencia de sarcasmo, lirismo, sexo y filosofía de vida, crea un delicioso batido teatral. Pero, no se mantiene durante todo el espectáculo, que comienza a tornarse irregular según avanza, al ir reduciéndose la acción a un solo tema: el enfrentamiento generacional para conseguir trabajo. Cuando lo irreal desaparece de la escena, la obra pierde teatralidad. Este "Vodevil Negro" admite y requiere un público afín de edad, pues se habla con una divertida irreverencia de los problemas, angustias y deseos que ellos mismos están viviendo. Tal vez pueda revelarles a algunos que no hayan ido o no tengan costumbre de ir al teatro, el regocijante y saludable consuelo que puede producir sentirse identificado con lo que sucede en un escenario.
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