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lunes, 19 de julio de 2010

LA RULETA DE LOS CRIMINALES


"Asesino", de Anthony Shaffer. Versión: Ricard Reguant y Rocío Langa. Dirección: Ricard Reguant. Reparto: Ramón Langa. Paca Gabaldón. Eva Isanta. Juan Polanco. Escenografía y vestuario: Carlos Abad. Iluminación: Pablo Calvo y F. Sarrión. Producción ejecutiva: Luis Lorente. Madrid. Teatro Fígaro. 7-9-2000.

La comedia de intriga policiaca de estirpe anglosajona, se viene consolidando en las últimas temporadas, como uno de los subgéneros teatrales que más atraen la atención del público madrileño. A mitad de camino entre el cine de suspense y la intriga psicológica, estas obras encienden una mecha de atención en la curiosidad de los espectadores, que no se apaga hasta la explosión final de aplausos, al concluir la representación. Si tenemos en cuenta que en esta nueva entrega de lo que podríamos llamar castizamente "teatro policíaco madrileño", no hay ni siquiera descanso, las falsas apariencias de la trama de "Asesino", funcionan como un mecanismo de relojería situado bajo la butaca de cada espectador de la sala, con un estallido final garantizado.
"Asesino" es una obra primeriza de Anthony Shaffer, el autor de "La huella", esa obra maestra que ha dado la vuelta al mundo en escenarios y pantallas. La buena mano de su autor, la inteligencia del argumento, lleno de pliegues y sorpresas; los virajes entre la realidad y su reflejo; las falsas personalidades aparentes de los personajes..., consiguen que el espectador no llegue a aburrrirse en ningún momento. Por el contrario, tiene que corregir, tras cada escena, su punto de vista sobre los hechos y los personajes que se le muestran en escena.
El juego del asesinato matrimonial podría resultar demasiado macabro en estos tiempos en que los noticiarios suelen informar -con más frecuencia de lo deseable- sobre la muerte de mujeres maltratadas y asesinadas brutalmente por sus esposos; aunque la erudición y, sobre todo, el humor de Anthony Shaffer consiguen desterrar esta trágica y patética visión cotidiana, de una obra tan bien construida e interpretada como "Asesino".
Los intérpretes son el plato fuerte de este montaje. Ramón Langa supera en cada nuevo trabajo teatral sus horizontes de actor de doblaje (Bruce Willis y Kevin Costner son los actores más conocidos a los que presta su personal y brillante voz), para demostrar su calidad y su entrega como actor de teatro. Sobre su personaje (curiosamente llamado Norman, como el asesino de "Psicosis") pivota todo el argumento, y Langa sostiene con fuerza el palo mayor de este tinglado. La reaparición de Paca Gabaldón es todo un acontecimiento para las tablas, pues la actriz demuestra poseer unos recursos vocales y energéticos muy plausibles (además de su inmarchitable belleza); pero sobre todo, una gran y singular personalidad escénica. Eva Isanta y Juan Polanco completan este "póker" de asesinos y cómplices -en potencia- con unas interpretaciones muy medidas y estimables. Con el buen hacer de todo el equipo de "Asesino" la diversión está garantizada para el público. Si es amante del género, no debería perdérsela.

VAGINAS PARLANTES


"Los monólogos de la vagina". De Eve Ensler. Versión: Víctor Cremer. Reparto: Maite Merino. Magdalena Broto. Dirección y Dramaturgia: Antonia García. Vestuario: María Teresa Rodríguez. Madrid. Teatro Fígaro. 7-9-2000.

Dar voz y texto sobre las tablas a una parte de la anatomía femenina tan silenciada en la historia de la literatura, y tan esencial en la historia de la humanidad, es como mínimo un mérito oportuno, necesario y original. Exponer los argumentos silenciados de las víctimas, los débiles y los justos, es una de las tareas más empecinadamente nobles de los cómicos y cómicas de todos los tiempos. La obra "Los Monólogos de la vagina" ha sido escrita a partir de los testimonios de más de doscientas mujeres de todo tipo, clase social, u opción sexual, que fueron entrevistadas por la autora y actriz norteamericana Eve Ensler, quien lo estrenó por primera vez en Broadway, despertando la atención de crítica y público. Los distintos monólogos están bien escritos por su autora y bien trasladados a nuestro idioma por Víctor Cremer, con la ayuda de la directora Antonia García. Rebosan ternura, decepción, hastío, esperanzas, fantasías...; pero, todos ellos respiran un gran amor y ternura por la condición marginal y silenciada de la sexualidad femenina.
Aunque, originalmente todos los textos eran interpretados por una sola actriz, en su versión española se ha desdoblado en dos actrices de registros y características físicas complementarias. Maite Merino se encarga de los personajes más distinguidos, con su especial encanto y sensibilidad; y Magdalena Broto de los más populares y viscerales, con una potente vis cómica peculiar.
La obra cuenta con una entrega previa del público (mayoritariamente masculino en la función del sábado noche) que celebra con risas y aplausos cada reflexión o revelación que las vaginas parlantes desvelan ante la audiencia. Los monólogos más fantásticos o grotescos, son los que mejor funcionan por su alta teatralidad; como el de la mujer entrada en años que rememora sus lúbricos sueños con Frank Sinatra, y las inundaciones temibles que su flujo producía en cualquier lugar donde ella se excitara. Por otro lado, las desventuras de un ama de casa obligada por su esposo a afeitarse el pubis, sitúan las cotas más altamente dramáticas de la representación.
Quizás le falte a este montaje, causticidad, transgresión y sexualidad, para ser un tema tan candente, lúbrico y marginal. Se le nota su voluntad de ser "políticamente correcto", y no escandalizar a nadie; mucho menos a toda esa franja de público femenino -que pocas veces va al teatro- pero, que en esta ocasión, acudirá irresistiblemente a respaldar con su presencia este acto reivindicativo de la feminidad.

domingo, 18 de julio de 2010

BANDERILLAS ENVENENADAS


"La fiebre del heno". De Noël Coward. Versión: Jaime Azpilicueta. Dirección: Ángel García Moreno. Reparto: María Luisa Merlo. Pedro Civera. Antonio Vico. Ana Soriano. Elvira Travesi. Cruz Sánchez. Raúl Sanz. Nacho Núñez. Elena Maurandi. Escenografía y figurines: José Miguel Ligero. Iluminación: José Luis Rodríguez. Madrid. Teatro Fígaro. 8-12-2000.

Noël Coward debutó en teatro a los nueve años. No sería hasta después de la I Guerra Mundial, cuando se lanzó a la escritura de sus propias obras. El éxito de "La fiebre del heno" -en el Londres de 1925- lo puso en órbita en la escritura dramática, que ya no abandonaría jamás. Conviene situarlo antes que nada como un completo hombre de teatro, entre cuyas tareas figuraba también la escritura. Coward no puede dejar de ver la sociedad como un gran teatro de hipocresías y apariencias, que refleja en sus comedias con un espíritu picaresco y burlón, propio de la mejor estirpe cómica.
Ángel García Moreno festeja y recuerda el centenario del nacimiento de este chispeante autor británico de la mejor manera en que pueda homenajeársele: volviendo a representar su teatro.
El público de hoy se lo pasa estupendamente, asistiendo a la ceremonia de ingenio que Coward reúne en torno a sus personajes: la familia Bliss y sus invitados. Los Bliss no son gente corriente, ella ha sido primera actriz de teatro, y su esposo es un autor de novelas de fama. Han dedicado tanta energía al arte en sus vidas, que se han olvidado de la educar a sus hijos "como Dios manda".
Esta peculiaridad de los cuatro Bliss da pie a numerosas situaciones plagadas de ingenio. El público celebra con sus risas las ocurrencias verbales del autor, y el tono flemático de sus intérpretes.
Coward no es un autor crítico y social, aunque su temible juicio de la sociedad burguesa, está enterrado en sus obras, para que sea el público quien finalmente lo encuentre. Es un autor de juegos de palabras, de sobreentendidos, de ambigüedades, de miradas y entonaciones, que materializan un diagnóstico despiadado de la hipocresía, sin apenas decir nada grave sobre la escena.
Ángel García Moreno traslada con mimo a sus intérpretes, la admiración que siente por Coward como carpintero comediógrafo, y consigue que esta especie de superficial entretenimiento cale hondo en el público, precisamente por no pretenderlo.
María Luisa Merlo sabe mucho de estas familias tan extremadamente teatrales, e interpreta a una protagonista encantadora, coqueta y malévola. Pedro Civera, Antonio Vico, Ana Soriano y Elvira Travesi componen unos personajes muy creíbles y eficaces. Y los jóvenes Nacho Núñez, Cruz Sánchez, Raúl Sanz y Elena Maurandi aportan la belleza, simpatía y buen hacer, necesarios para completar la receta perfecta de la comedia.

EL REGRESO DE LA ALTA COMEDIA


"Gente guapa. Gente importante". De Rafael Mendizábal. Dirección: Ramón Ballesteros. Reparto: Vicky Lagos. Eva Cobo. Paola Santoni. Susana Abascal. Ángel de Miguel. Mayte Atares. Decorado: Ricardo Vallespín. Iluminación: Miguel Cupeiro. Vestuario: Candela Segura. Madrid. Teatro Fígaro. 25-4-2001

El autor Rafael Mendizábal define su obra como una alta comedia para entretener -esa actividad tan difícil- al público, haciéndole reír con guiños pícaros a la realidad, comentarios satíricos, chicas bellas, alta sociedad, trajes carísimos y brillantes... una intención final por encima de la risa. La obra de Mendizábal anima al público a reírse de sí mismo y de su tiempo, repartiendo unos cachetes con mucha gracia, sobre muchos de los peores vicios de actualidad: corrupción, delincuencia, estafa, arribismo, injusticia, falsedad ... todo agrandado con la lupa puesta sobre la alta sociedad de las finanzas.
"Gente guapa..." es una mirada torva, brillante y divertida de los temas de mayor actualidad. Un grupo de esposas de financieros se reúnen la noche de navidad (lo cual acentúa la intención moralizante final de la obra) para asistir a una gran fiesta donde ocurrirá de todo. Si las mujeres, el matrimonio, el poder, el amor, y la sombra benefactora de sus esposos, es el argumento de la obra; no faltan chispeantes guiños a temas como los "gigolos" cubanos, la prensa del corazón, el consumo de drogas en las altas esferas, y en definitiva un espectáculo de la vida, que tiene poco que ver con las inquietudes de la criada de la casa, preocupada por la salud de su vaca en el pueblo, y por el descubrimiento del amor con uno de sus paisanos.
La representación fue todo un éxito la noche del estreno. Vicky Lagos con su personal talento teatral convirtió la representación en un paseo de aplausos ante casi todas sus intervenciones. El torrente de gracia, de alegría, y de humanidad que derrocha la actriz en esta pieza, devuelve una luz especial al escenario del teatro; como un sabroso sabor antiguo que nunca debiera haberse perdido.
Eva Cobo y Paola Santoni dan vida a unos personajes que están muy cerca de los que socialmente interpretan en la prensa rosa. No les cuesta mucho darles verdad a sus personajes. Eva Cobo está muy bella y esbelta, y consigue dar un encanto especial a la hermosa "tonta" de la función; ni siquiera sabe sumar, pero tiene encanto el candor de su personaje. La Santoni es una exuberante hembra que derrama y derrocha poderío y belleza de "culebrón televisivo", dando vida a una "trepa" mexicana instalada en Madrid, y dispuesta a todo por el éxito. El resto de los intérpretes se suman con eficacia a sus roles, destacando Mayte Atares en el papel de la fámula de pueblo.
Al final de la representación, toda la compañía fue muy aplaudida -especialmente Vicky Lagos, (¡feliz regreso!). El autor dirigió unas palabras al respetable, congratulándose de cómo el poco apoyo de los políticos culturales madrileños, no estaba impidiendo el exitoso estreno de numerosos autores españoles.

sábado, 17 de julio de 2010

EL MEJOR PATRIMONIO DEL TEATRO ESPAÑOL


"Doce hombres sin piedad", de Reginald Rose. Dirección: Ángel García Moreno . Reparto: Juan José Otegui. Alberto Delgado. Fernando Delgado. Juan Gea. Alfredo Alba. Enrique Simón. Manuel Zarzo. José Pedro Carrión. Pablo Sanz. José María Escuer. Conrado San Martín. Tony Isbert. Paco Paredes. Escenografía: Luis Ramírez. Iluminación: Freddy Gerlache. Vestuario: José Miguel Ligero. Madrid. Teatro Fígaro. 14-9-2001.

"Doce hombres sin piedad" es una obra calada en la memoria del público español, gracias a su representación televisiva en los históricos "Estudios 1". No es una obra más, sino un raro crisol donde se aglutina una forma de ver la vida, desde América, desde Nueva York, en los años cincuenta, como paradójico mirador del mundo. La atmósfera moral de los personajes fluctúa por el mismo universo dramático de Arthur Miller, e incluso Tennessee Williams. Pero "Doce hombres sin piedad" es un cóctel irrepetible con sabor a esos tristísimos cuadros de Edward Hopper, donde se retrata la parte más sórdida y solitaria de las aisladas criaturas de las ciudades.
El estreno de esta obra, que fue escrita en 1954 por Reginald Rose para televisión, es un doble acontecimiento de la memoria teatral, sabemos que la protagonizaron impecables actores como Henry Fonda, Jack Lemmon, o Henry Fonda; y entre nosotros, recordamos a José María Rodero y José Bódalo. En la versión actual se produce un extraño milagro que casi podríamos considerar de interés antropológico para el teatro español: en la escena del Fígaro se reúnen cuatro generaciones de actores españoles. Es todo un acontecimiento teatral difícil de repetirse.
Ángel García Moreno ha manejado con maestría su batuta de director, desde la selección del reparto hasta la minuciosa interpretación de todo el reparto.
El texto de Reginald Rose -eficazmente versionado por Nacho Artime- dibuja un retrato coral con un corifeo (interpretado con prosopopeya por José Pedro Carrión), y un antagonista principal, al que da vida magistralmente Fernando Delgado. El actor demuestra una categoría y una sensibilidad artística profunda. Pocas veces se ve en escena a un actor con tanta capacidad de conmover al público como esta antológica interpretación de Fernando Delgado, digna de todos los premios venideros. Pablo Sanz, José María Escuer y Conrado San Martín interpretan a unos ancianos enfrentados, con tal experiencia escénica de las tablas a sus espaldas, que todos los jóvenes actores y estudiantes deberían ir a aprender de esta lección magistral de historia de la interpretación teatral española.
Manolo Zarzo es el bufón de este jurado, y le da profundidad y frescura a su dinámico personaje. Otegui demuestra su sabiduría y templanza escénica habituales; y la batería de actores más jóvenes como Tony Isbert, Juan Gea, Enrique Simón, Alberto Delgado o Alfredo Alba, ofrecen, de nuevo, su calidad interpretativa.
Si la obra es una intensa reflexión sobre la liviandad moral de los humanos en su aproximación a la justicia y a los actos trascendentales de sus vidas, es a la vez un curioso artefacto dramático. Encerrar a doce hombres sin piedad en una misma sala, es todo un experimento científico para detectar una radiografía certera del alma contemporánea. Pero, por encima del valor de su discurso, (este montaje del que ningún amante del teatro debía privarse), viene a demostrar que sus actores son el mejor patrimonio del teatro español.

PELUCA, MANTILLA Y PEINETA


"La tía de Carlos". De Brandon Thomas. Versión y dirección: Tomás Gayo. Julio Escalada. Reparto: Javier Vázquez. Paula Soldevila. Lara Dibildos. Carmen Gran. Miguel Angel Tocado. Tomás Gayo. Julio Escalada. Geli Albadalejo. Escenografía: Ricard Baldellou. Vestuario: Alicia Rueda. Iluminación: Felipe Ruiz. Madrid. Teatro Fígaro. 16-11-2001.

"La tía de Carlos" es un clásico de la comedia popular. El viejo placer atávico de los figurones teatrales travestidos de mujer tiene hondas raíces en la historia del teatro cómico. El hombre vestido de mujer hace reír, y en cierto modo da pánico. De ahí su poderoso atractivo. La eficacia de "La tía de Carlos" del autor británico Brandon Thomas radica en la habilidad de su autor de componer un inteligente vodevil, donde se saca el máximo partido a la jacarandosa situación de encontrar al macho vestido de hembra. Adelantándose a "Con faldas y a lo loco" de Billy Wilder, y a "La jaula de las locas" de .... "La tía de Carlos" fue pionera en imponer su nuevo canon femenino burlesco sobre las tablas. Hasta el mismo Cassen (Casto Sendra) llegó a rodar una divertida película titulada "La tía de Carlos en minifalda".
El montaje que presentan Tomás Gayo y Julio Escalada en Madrid, no es sólo una adaptación de esta obra a tiempos más modernos, sino un homenaje a toda esta convulsa y trepidante caterva de hombres que han triunfado como hembras en las pantallas de cine y en los escenarios teatrales. Tanto es así, que los versionistas no dudan en injertar como final de su montaje, los últimos y conocidos diálogos de la película de Wilder y su redondo epitafio "Nadie es perfecto".
De todo este amor al género nace un espectáculo sencillo y gozoso que divierte al público. La obra viene muy rodada, lo cual la beneficia. Los caracteres están muy perfilados, los personajes viven la situación dramática, lo que permite que la comedia avance y respire fácilmente. Escalada realiza una tan medida como eficaz interpretación cómica. Gayo usa a raudales su tosca comicidad para pasearse por la escena con gran desenvoltura bajo su peluca, mantilla y peineta. En este montaje prima más la voluntad de historieta cómica, que la de sofisticado espectáculo de alta comedia. Los personajes están caricaturizados y el ambiente santanderino de los años sesenta que recrea, es colorista como las películas de la época.
Todos los personajes están bien resueltos, la pareja femenina que forman Paula Soldevila y Lara Dibildos es muy divertida, por la contraposición de sus caracteres. La brutota comilona y la tontita miope, dan chispa a las equívocas situaciones de la obra. Los jóvenes Javier Vázquez y M.A. Tocado afrontan con frescura sus personajes. Carmen Gran y la debutante Geli Albadalejo completan este grupo de extrañas y felices parejas, que consiguen con sus peripecias, hacerle pasar una divertida tarde al público.

MONJITAS A TODO RITMO


"Monjitas". De Dan Gogging. Dirección: Ricard Reguant y Víctor Conde. Dirección musical: Olga Martínez. Reparto: Charo Reina. Sonia Dorado. Azucena Mochón. Suilma Aali-Taleb. Xenia Cercós. Nuria Zamora. Musicos: Irene Albar y Begoña Álvarez. Coreografías: Ariadna Corbella. Madrid. Teatro Fígaro. 19-12-2001.

Los chistes de monjas han sido siempre un plato favorito del pueblo. Satirizar a una colectividad resulta más divertido, cuanto más hermética y ceremonial sea ésta. El cine, el teatro y la literatura, han sacado partido humorístico y melodramático a estas comunidades situando a las previsibles y estrictas monjitas en situaciones harto disparatadas. El juego burlesco con lo sagrado late en las mismas raíces de la comedia, donde los dioses se paseaban con panza y largos falos de trapo, vestidos "de desnudo" por la escena cómica griega.
El espectáculo musical "Monjitas" llega avalado por un gran éxito en el "Off Broadway" neoyorkino, cargado de premios, y estrenado en numerosos países y diferentes lenguas. Su argumento es liviano, ingenioso y chispeante. Una comunidad de monjas pierde a la mayoría de sus siervas de Cristo por culpa de una cena envenenada, que por error ha preparado la cocinera del convento. El escueto presupuesto monjil no ha dado para enterrar los cadáveres de todas las hermanas. Quedan cuatro en una nevera, y han decidido organizar un festival músico-religioso para recaudar fondos para poder enterrarlas. El espectáculo "Monjitas" se desarrolla durante el ensayo y la representación de este festival benéfico, lo que emparenta más la obra con la película "Full Monty", que con a "La hermana San Sulpicio".
Charo Reina encabeza un brillante elenco femenino de notable comicidad, y profesionalidad sobresaliente: cantan y bailan, algo que se agradece enormemente por parte del público. Ricard Reguant ha sacado partido al espectáculo, consiguiendo un ritmo chispeante, pícaro y entretenido. Aunque, si se suprimieran bastantes escenas, (sobre todo las que intenta implicar al público dentro del argumento) el espectáculo fluiría mucho más felizmente y devendría más redondo. Charo Reina -interpretando a la Madre Superiora- arranca carcajadas del público por su forma castizona de "colocar" las frases, los chistes y las "morcillas". Alcanza su éxtasis interpretativo en la escena del frasquito de "poppers", (un excitante cardíaco usado en los ambientes juveniles y en los más broncos), toda una atrevida osadía, que aún no se había visto reflejada en un escenario teatral, y que por supuesto arranca las risas desaforadas del público más cómplice.
La representación está servida por un grupo de actrices cantantes que "bordan" con primor monjil su labor escénica y musical. Sonia Dorado, Azucena Mochón, Suilma Aali-Taleb, Xenia Cercós, e Irene Albar demuestran grandes dotes artísticas, que dan vuelo al espectáculo. Begoña Álvarez y Nuria Zamora -a los teclados- interpretan en directo la música de la función, lo que aún acerca más a los espectadores a esta fresca y rica partitura musical. El público ovacionó a todos los integrantes del a compañía, la noche del estreno. Las agradecidas sores cómicas regalaron bises al respetable.

viernes, 16 de julio de 2010

EL MATRIMONIO COMO JAULA


"La canasta". De Miguel Mihura. Dirección: Ramón Ballesteros. Reparto: Victoria Vera. Bruno Squarcia. Manolo Codeso. Milagros Ponti. Luis Perezagua. Eva Cobo. Escenografía y vestuario: Pedro Moreno. Madrid. Teatro Fígaro. 25-1-2002.

Miguel Mihura es uno de los más grandes humoristas españoles. A sus obras dramáticas llega su visión de la vida con la misma causticidad y humor, que en el resto de su trabajo, especialmente como director de "La Codorniz", ese remanso hedonista y satírico en el que los españoles del más crudo periodo franquista pudieron refrescarse con sonrisas y picardías. Esa frescura e ingenio de la obra de Mihura sigue satisfaciendo al público actual, que se destornilla con sus brillantes ocurrencias verbales.
En "La Canasta", (su segunda obra en cartel, en lo que va de temporada,) muestra a una joven pareja en dos momentos de su vida. Primero, como felices y novios amantes que viven en un hotel (como en las comedias de Hollywood de la época), entregados intensamente a su pasión amorosa y a sus respectivos trabajos. El novio echa de menos el matrimonio y la vida hogareña. Le propone casarse, y tener casa propia. En la segunda parte, una vez casados comienzan los conflictos de convivencia, entre los cónyuges, y los sofisticados amigos que les hacen la vida imposible, acudiendo a su casa puntualmente, para jugar a "la canasta". Tampoco ésta es la solución a su convivencia. Los amigos son sustituidos por los más directos familiares: la suegra y la cuñada. No hay manera de ser felices en el hogar. La pareja decide regresar al hotel, en el que los conocimos.
El público se identifica con la mirada sardónica de Mihura, y desata sus carcajadas. Una historia de amor de pareja y sus conflictos, sigue interesando a todos, porque a todos nos afecta. Aunque quizás no termina de aclararse en el montaje, su ubicación temporal, y el ángulo sátírico de la mirada del director. "La canasta" tiene algo de comedia de situación de hace medio siglo, elevada por el chispeante juego verbal del comediógrafo.
Por otra parte, el elenco de la obra es un plato seguro para el público. Victoria Vera demuestra de nuevo su alta talla interpretativa. Posee una noción instintiva del artificio del teatro, y de la verdad y sensualidad necesaria para dar vida a esa entelequia. Su personaje de Laura en "La canasta" demuestra ese talento y belleza elaboradamente innatos.
Manolo Codeso tiene la comedia en sus venas. Los dos personajes que interpreta, están vivos en escena, incluso cuando está durmiendo. Milagros Ponti llena de odiosa humanidad a su personaje de suegra. Bruno Squarcia interpreta al marido protagonista, con su galanura y su naturalidad habituales, dando un buen contrapunto a La Vera. Eva Cobo está guapa y radiante, y Luis Pérez Agua interpreta con credibilidad a su aburrido esposo.
La noche del estreno, Victoria Vera demostró su capacidad de convocatoria múltiple en distintos sectores de la Cultura madrileña. Todos aplaudieron con ganas sus méritos y los de su compañía.

CON LA MADRE HEMOS TOPADO


“Requiem por un soltero.” De y dirigido por: Juan José Alonso Millán. Reparto: Juan Meseguer. Pilar Barrera. Marisol Ayuso. Carmen Roldán. Eva Cobo. Maribel Corcobado. Vestuario femenino: Marilí Coll. Escenografía y ambientación: José Miguel Ligero. Madrid. Teatro Fígaro. 28-4-2002.

Juan José Aloso Millán es un clásico vivo de la comedia española. Pocos saben como él realizar ese combinado chispeante de diversión, malas costumbres, chicas guapas, y mirada ácida y a la par tierna sobre la condición humana de cualquier época, incluida la nuestra. Es el suyo un teatro con mirada masculina, como el de Jardiel, donde las hembras son impresionantes vasijas decorativas tan necesarias como molestas para la convivencia. Este afán por la soltería del seductor es el argumento de su nueva obra “Réquiem por un soltero”. Aunque a algunas espectadoras jóvenes pueda parecerles un tanto machista y misógina esta visión de las relaciones sexuales, y el temor a la estabilidad de las relaciones de pareja, no es el suyo un teatro crítico y revulsivo, es más bien un teatro de “comedias de humor” escritas con la saludable intención de hacer pasar un buen rato al público. Lo consigue.
En “Réquiem por un soltero” el autor madrileño explora nuevamente el personaje del seductor impertérrito, el Don Juan que todo español llevamos dentro, y lo sitúa en un decorado doméstico, acosado por un ramillete de apetitosas hembras. Ellas sólo quieren llevárselo al altar antes o después de pasar por el lecho. De esta forma el dramaturgo enfrenta a su protagonista –Raúl, interpretado por Juan Meseguer- con tres prototipos de hembras contemporáneas: la farmacéutica independiente y ninfómana de Teruel -Maribel Corcobado- que suele visitarlo cada dos semanas; la viuda joven, ardiente y mojigata –Eva Cobo- que se presenta en su casa vestida de novia; y su íntima amiga, una juez divorciada, de armas tomar –Carmen Roldán- que le organiza toda su vida social. Aunque por diferentes vías, las tres pretenden llevarlo al altar.
No es de extrañar que el seductor acorralado tenga que valerse del escudo protector de una madre impedida en la cama, que en vez de llamar al servicio con un timbre, lo hace con un trueno que más bien parece rugido, y que ahuyenta a las pretendientas del rey de la casa. Marisol Ayuso interpreta a la criada cómplice de Raúl con esa contención humorística tan explosiva que la caracteriza.
Si la primera parte de la representación es a la par que divertida un tanto previsible dentro de las fórmulas y variaciones del género vodevilesco, la segunda plantea realmente la personalidad sensible de esta pieza astracanesca, dándole un contrapunto de originalidad que no abandonara ya la representación, conduciéndola hacia la reconfortante moraleja final: todos estos seductores inestables en sus sentimientos, en realidad lo que buscan es una mujer que se parezca a su madre –interpretada por Pilar Barrera- y reúna todas las virtudes de aquélla.
El público rió, se divirtió y aplaudió las ingeniosas ocurrencias y el chispeo verbal del comediógrafo, así como el buen hacer de un gran reparto, espectacularmente vestido por Marilí Coll. Alonso Millán saludó junto a la compañía y dirigió unas palabras al respetable, al que deseó volviera muchas veces a disfrutar al teatro.

viernes, 9 de julio de 2010

LA VOZ DE SU TIEMPO


"¡Hay motín compañeras!”. De Alberto Miralles. Dirección: Ángel García Moreno. Reparto: Gemma Cuervo. Yolanda Farr. Karola Escarola. Pepa Sarsa. Ana Soriano. Alfredo Alba. Elvira Travesi... Escenografía y Vestuario: José Miguel Ligero. Iluminación: José Luis Rodríguez. Madrid. Teatro Fígaro. 16-7-2002.

La candente actualidad de la problemática femenina ha llevado al dramaturgo Alberto Miralles a escribir una trilogía dedicada al tema. Ángel García Moreno, con buen criterio, apuesta por el teatro español que escriben nuestros autores vivos, para que el público escuche la voz de su tiempo. Gemma Cuervo se pone al frente de este gran reparto de hembras, que toma la palabra en el patio de una cárcel amotinada. Unas con una navaja en la mano, y otras con un micrófono ante una cámara.
Los conflictos del mundo de la televisión y su despiadada lucha por las audiencias, se ponen en contraste con las reivindicación de trato humano que realizan las presas. Entre rejas todo es distinto a los pasillos de una alta empresa televisiva. En lugar de competitividad, entre ellas crece la solidaridad.
Éste parece ser el tono ejemplar y moral que quiere transmitir el autor a los espectadores, al mismo tiempo que realizar una severa crítica sobre el sistema carcelario: malos tratos, mala alimentación, humillaciones, errores de la justicia... Una vida carente de estímulo y de afecto, en el intestino de una sociedad inmoral que limpia con los presos su conciencia. Quizás sea demasiado para una sola pieza dramática.
García Moreno y sus actrices elevan con su arte las posibilidades dramáticas de este cocktail de mujeres atrapadas en el corazón de un motín carcelario.
Gemma Cuervo da vida a Lucía Rábula, una estrella de la televisión, acentuando su lado más casquivano, frívolo y déspota. Pero la estancia entre el calor humano de las presas terminará afectando a su corazoncito de primera dama de las audiencias.
Yolanda Farr compone a una impresionante sindicalista de las presas -con aires de lesbiana- que da el contrapunto a la dama televisiva. Ella es el corifeo, la conciencia de todas las cosas que funcionan mal en la sociedad. Con su personalísima voz y su contendida energía escénica, la Farr realiza una gran interpretación. Karola Escarola transmite una gran vitalidad y humor a su personaje marginal, encariñada con el hombre que la maltrata. Pepa Sarsa despliega su ternura y su belleza para dar vida a Puri, la más coqueta de todas ellas. Ana Soriano interpreta con garra, elegancia y belleza a una implacable ejecutiva de publicidad. Alfredo Alba da vida a todo el género masculino en el pusilánime personaje de un cámara televisivo.
El público aplaudió a tan brillante elenco repetidamente, al final de la representación.

lunes, 5 de julio de 2010

ENCERRADAS CON UN SOLO CADÁVER


"Ocho mujeres". De Robert Thomas.Adaptación de Juan José Arteche. Dirección: Angel García Moreno. Escenografía: José Miguel Ligero. Reparto: Maria Luisa Merlo. Ana Labordeta. Queta Claver. Yolanda Farr. Verónica Luján. Elisenda Ribas... Madrid. Teatro Fígaro.

La afición del público madrileño por el teatro de género policiaco está patentemente demostrada, con la constante aparición de nuevos títulos que se sostienen durante meses y hasta por temporadas completas. Ángel García Moreno es un gran aficionado a los éxitos seguros del teatro contemporáneo anglosajón, hasta el punto de poder sonsiderársele su mejor Pygmalión en la escena madrileña. En esta ocasión elige a un autor francés, perteneciente a la estirpe de sucesores de Agatha Christie.
El género policiaco tiene sus reglas precisas, no debe desvelarse jamás quién es el asesino, todo el desarrollo de la trama está puesta al servicio de confundir las sospechas del público. No desvelaremso aquí los secretos de la trama de "Ocho mujeres" pero sí les anunciaremos que el final encierra sorpresa.
Por lo demás, la pieza, bien compuesta por su autor Robert Thomas, está llena de posibilidades para que se luzcan tanto el director del montaje como las ocho actrices que lo interpretan. García Moreno tiene un oficio a prueba de bomba y sabe conducir las reacciones del público según los intereses de la trama. Los gritos, los pistoletazos, los toques de misterio y terror están bien dosificados, aunque -en algunos pasajes- nos dé la sensación de que esta obra ya la hemos visto.
El trabajo de las actrices configura el mayor atractivo del espectáculo. Maria Luisa Merlo compone una gran dama distinguida e implacable: la esposa del muerto. Ana Labordeta vuelve a demostrar su sensible inteligencia interpretativa en el personaje de la hija-inspectora. Yolanda Farr aporta un toque de distinción y extravagancia al elenco de esta comedia policiaca y sofisticada. Por su parte, Verónica Luján y Elisenda Ribas, redondean muy bien sus personajes.
En definitiva, una comedia de mujeres encerradas con un solo cadáver, que satisfará las expectativas de diversión del espectador aficionado al género.

jueves, 1 de julio de 2010

FOTOMATÓN LÍRICO


"Las manzanas del viernes", de Antonio Gala. Reparto: Concha Velasco. Encarna Paso. Josep Linuesa. Mari Paz Ballesteros. Cristina Castaño. Antonio Rosa. Dirección: Francisco Marsó. Escenografía: Alfonso Barajas. Vestuario: Elio Berhayer. Madrid. Teatro Figaro. 6-3-2000.

El binomio Antonio Gala-Concha Velasco viene funcionando desde hace décadas, como una de las parejas escénicas de mayor impacto popular. Gala es un escritor-total que sabe llegar a la fibra sensible de sus lectores con suma facilidad, sea cual sea el género literario que maneje. El teatro fue el que le dio a conocer al gran público con obras de un gran impacto "metafórico social", y un sentido de la oportunidad instintivo, para ofrecer al público lo que ellos -sin saberlo- estaban necesitando. El primer desnudo integral de una actriz de teatro español, lo ofreció Victoria Vera en "¿Por qué corres Ulises?" en plena transición.
Por otra parte, todas estas píldoras impactantes de su teatro han ido siempre envueltas en ese sahumerio lírico-didáctico ("el amor es...") al que nos tiene acostumbrados la facilidad de palabra del autor cordobés.
Concha Velasco es una actriz polifacética y querida por la audiencia desde hace cuatro décadas: canta, baila, presenta, actúa en comedia o drama; en cine, TV o teatro, como una de nuestras más completas profesionales del entretenimiento. No es de extrañar que Gala y Velasco se complementen con tanta facilidad, ambos buscan lo mismo: llegar al corazón del público por la vía más corta.
"Las manzanas del viernes" es la última crónica que nos entrega Antonio Gala, como veloz Photomaton de nuestros tiempos. La fábula de una mujer empresaria, millonaria y solitaria, que encuentra "gigoló" que se convierte en la alegría de sus carnes; un argumento trufado con rayas de cocaína, novias de pasarela, consejos de administración, y mucho paparazzi esperando a la puerta, intentan ser una fotocopia radiante de lo que sucede en la España contemporánea, atacada por los fantasmas implacables del "triunfo" económico y social.
Una parte del público encontrará a su "Concha nacional" tan radiante, efectiva y simpática como siempre; y disfrutarán sin demasiados escrúpulos de esta obra esquemática, con desnudo masculino integral, que suele despertar risitas nerviosas en parte del público femenino y madurito de Gala. Otro sector del respetable puede que se ofenda al ver a la Velasco esnifando droga en escena, o manoseando la entrepierna de un muchacho. Y también puede que se ofendan artíticamente por ver a su "diva popular" recitando máximas, aforismos y sentencias de calendario zaragozano, ("El amor es...") en lugar de dar réplicas vivas y creíbles al resto de personajes que la rodean. Los "monólogos líricos" de Orosia Valdés, parecen escritos por un palido imitador de Antonio Gala. Encarna Paso, el joven Josep Linuesa, Mari Paz Ballesteros, y el resto del elenco están bien en sus personajes; mucho más creíbles, sensatos y hasta tiernos, que
esta supuesta heroína "galiana" de cartón piedra.

miércoles, 30 de junio de 2010

ÉRASE UNA VEZ UN GANGSTER...


"Fidelidad". De Chazz Palminteri. Dirección: Rafael Moleón. Actores: Andoni Gracia, Laura Cepeda, Jesús Ruyman. Traducción: Natalia Ferrán. Escenografía: Elisa Sanz. Madrid. Teatro Fígaro. Estreno: 23-2-1999.

No hay mejor manera de identificar a Chazz Palminteri que recordándolo como el gansgter-dramaturgo de "Balas sobre Broadway", la película de Woody Allen que volvió a hacer las delicias de espectadores de medio mundo. Aquel matón guardaespaldas de la chica, que la acompañaba a los ensayos de una compañía teatral neoyorkina de los años veinte, terminaba convirtiéndose -a su pesar- en el Shakespeare improvisado de una compañía decadente y falta de inspiración. El más gañán de todos, resultaba ser el único portador de la chispa del genio y la pasión teatral; una especie de gorila con pistola terminaba convirtiéndose en el héroe más tierno que ha dado el cine reciente. La interpretación de Chazz Palminteri dotaba a tan peculiar personaje de una humanidad inolvidable.
En "Fidelidad" (un título demasiado genérico para una obra tan genuina) hay muchas coincidencias con la película de Woody Allen. Un asesino a sueldo (contratado por el esposo para eliminar a su esposa, y cobrar su herencia), dialoga con su víctima antes de matarla. Y ahí comienza el regocijante juego que plantea esta obra: el matón mafioso resulta ser mucho más tierno y humano que un matrimonio decente.
Pero además, a este gangster le sucede lo mismo que al de la película con Palminteri: está interpretado por un gran actor, como Andoni Gracia demuestra serlo en esta función, hasta el punto de convertirse en presencia indispensable. Hace reír al público con los ingeniosísmos diálogos de Palminteri (muy bien traducidos por Natalia Ferrán), con la misma facilidad que pasa a la violencia, creando una tensión y una gravedad que se palpa en todo el teatro: el asesinato puede consumarse en cualquier momento, pero mientras, "nos echamos unas risas".
El director es en gran parte responsable de estos hallazgos, pues demuestra tener buen pulso para definir las situaciones y atmósferas dramáticas con claridad, y dirigir a sus actores con precisión y sutileza. Rafael Moleón -como hombre de cine- quiere homenajear al cine negro, valiéndose de la gama cromática de grises que impregna la escenografía y el vestuario, y reduciendo la boca del escenario hasta el tamaño alargado de una pantalla de cinemascope.
Laura Cepeda (Alma Mater del proyecto) y Jesús Ruyman, -interpretando al matrimonio- son los otros dos soportes de esta comedia con gansgter.

¡CUIDADO CON EL PERRO! *


“Silvia”. De A.R. Gurney. Adaptación: Juan José Arteche. Dirección y escenografía: Josep Costa. Reparto: Francisco Vidal, Pilar Massa, Gloria Muñoz, Jesús Castejón. Madrid. Teatro Fígaro. Fecha de estreno: 18-3-99

La historia de un matrimonio maduro que tiene conflictos por la llegada de una perrita a su rutinaria vida en su apartamento de Nueva York, tiene unas enormes posibilidades dramáticas y satíricas como corresponde a todas las historias con animales, siguiendo la primigenia tradición de las fábulas. Además, que el personaje de la caniche esté completamente integrado en los diálogos y situaciones de la obra como un humano más, genera una situación dramática peculiar que podría dar lugar a ricos juegos teatrales, donde la imaginación de la puesta en escena y de la interpretación podrían llegar a ser regocijantes.
Muchos espectadores de las grandes ciudades pueden identificarse fácilmente con esta temática, hay muchos solitarios/as que comparten su vida con un perro y terminan considerándolo mucho más noble que a sus propios semejantes. Que las atenciones prestadas a un perro puedan llegar a ser causa de divorcio de una pareja, es una noticia que está al día, y que algunos conocen.
Los puntos de partida de "Silvia" (que así se llama la perra de esta función) podrían ser muy buenos si se hubiesen conseguido resultados similares en el montaje.
El primer problema de la obra es la traducción de Arteche, demasiado literal con el original. Los debates entre republicanos y demócratas, los chistes referidos a Ronald Reagan o Richard Nixon, o a ciertos ambientes exclusivos de Nueva York, están pidiendo una adaptación real a España con la que el público pueda reconocerse más fácilmente.
La dirección y la escenografía de Josep Costa son muy pobres, un apartamento acomodado de N.Y. no puede mostrarse con los muros vacíos, y mucho menos convertirlo a la vez en Central Park, en terminal de aeropuerto, o en gabinete de psicoanalista, cuando no dejan de verse los sofás de la casa. La producción y la imaginación de este montaje respiran carencias por todas partes, es lo que podríamos llamar "un espectáculo teatral de serie B", y no es precisamente el único que se ha visto en Madrid esta temporada. Hay que ser mucho más exigentes artísticamente; el público español se lo merece.
Ninguno de los actores y actrices de esta representación son malos, pero no llegan a alcanzar con su trabajo nada interesante, emocionante, o inolvidable. Pilar Massa "la culpable de esta locura" tampoco llega a componer nada memorable con su interpretación del personaje de la perrita, que eso sí, dice tacos como un camionero a la par que sale a escena con sofisticados trajes. Sólo Jesús Castejón (perteneciente a una saga de notables cómicos españoles) consigue arrancar las risas de un público no demasiado entregado. Con este espectáculo vuelve a darse la razón a ciertos profesionales catalanes que afirman que mucho teatro de Madrid está muy despistado. Para el buen momento que vive la cartelera madrileña, obras como ésta "desmerecen"; no es serio (ni artística, ni comercialmente) conformarse con tan poco.

* Esta crítica fue publicada en El Cultural

QUINTETO DOMÉSTICO


“Descalzos por el parque”. De Neil Simon. Dirección: Pilar Massa. Coordinación plástica: Rafael Garrigós. Reparto: Yolanda Arestegui, Pedro G. de las Heras, Jesús Cisneros, Marta Puig, Antonio Canal. Madrid. Teatro Fígaro. Fecha de estreno: 22-4-99

Las obras de Neil Simon son una de las claras señas de identidad del mundo del espectáculo a finales del S. XX. Las múltiples adaptaciones que han tenido sus obras a la gran pantalla; y su atmósfera dramática configurada por cierta atmósfera de los telefilmes, le ponen en el centro de los tres pilares más importantes de la industria del entretenimiento de las últimas décadas. Sus personajes son tiernos, con problemitas, y respiran un aire doméstico siempre urbano; aunque en realidad, son como trajes muy bien cortados, disponibles para que se les pongan grandes intérpretes; de ahí su éxito en el cine.
El montaje que acaba de estrenarse en Madrid de "Descalzos por un parque", tiene la suerte de contar igualmente con buenos actores, a los que le sientan estupendamente sus personajes.
Esta conocida historia de una pareja de recien casados que alquila un ático en un edificio de extravagantes bohemios neoyorkinos, despierta la sonrisa y la satisfacción del público. La chica estrambótica (Yolanda Arestegui) y el ejecutivo en ciernes (Jesús Cisneros) que forman la pareja de recién casados, tienen que vérselas en medio de una ardiente trama que protagonizan "la suegra" (Marta Puig) y "el vecino del quinto" (Antonio Canal); un instalador de teléfono (Pedro G. de las Heras), viene a completar este quinteto doméstico, que representa una entretenida y bonita obra de Neil Simon.
Suena bien la versión de Francisco Pineda Castillo, y el espectáculo tiene una estructura ágil. Pilar Massa ha tenido la habilidad de contarlo todo, como si el director no estuviera; se ha dedicado a "mirar por el ojo de la cerradura" logrando que la historia fluya sin esfuerzo, aparente; no hay nada mejor para que la comedia llegue al público, y le divierta. Si a eso sumamos el gran encanto que despliega Yolanda Arestegui en el personaje de Corie Bratter (la recién casada); y la exquisita comicidad de Marta Puig en el de la madre, tienen garantizado pasar una buena tarde de teatro.

martes, 29 de junio de 2010

LAS SOBRINAS DE LA VANGUARDIA


“Las hermanas de Buffalo Bill”. De Manuel Martínez Mediero. Dirección: Antonio Abad. Música y canciones: Victor Manuel. Iluminación: M.A. Camacho. Reparto: Ramiro Oliveros. Sandra Toral, África Gozalbes. Madrid. Teatro Fígaro. Fecha de estreno: 27-4-99.

"Las hermanas de Buffalo Bill" es teatro de vanguardia. La curiosidad de su autor, el extremeño M. Martínez Mediero, para llevar un poco más allá, "el testigo" del texto dramático, de donde lo recibió, permite que esta obra vuelva a sonar en un escenario sin vejez alguna. Las "vanguardias históricas" se ubican en los años de entreguerras, principalmente en las capitales de centroeuropa, pero sus conquistas en las libertades para la creación artística y, sobretodo, del creador, ha sido su legado más importante. Los textos teatrales vanguardistas se iniciaron en 1896 con el estreno de "Ubú Rey" de Alfred Jarry, donde la provocación al espectador y a la moral dominante; su transgresión del lenguaje; y su experimentación con las posibilidades expresivas de la forma, marcaron las tres coordenadas del teatro de vanguardia.
El texto de Martínez Mediero sigue dando pie a que este esquema de teatro vanguardista funcione, pero a este montaje le falta el discurso plástico mínimo que requiere cualquier experimento de vanguardia. Por otra parte, "la provocación" que lleva implícito el que unas reprimidas sexuales -las hermanas de Bufalo Bill- que se liberan no con la prostitución, sino como violadoras, está pidiendo imágenes potentes que secunden la propuesta del autor. Esta obra sigue siendo una crítica a la represión, a la violencia, a la castración sexual, a Estados Unidos; y, sobre todo, al conformismo y a la pasividad.
Es muy saludable que se vuelvan a estrenar textos que fueron uno de los emblemas del teatro español de una década; normaliza la convivencia del nuevo público con sus más inmediatos antepasados.
Antonio Abad ha dirigido bien a sus actores, preocupándose de que se transmita con claridad la palabra de Mediero. Ramiro Oliveros vuelve a demostrar que es un actor importante para el teatro español; su físico potente y peculiar, y sus dotes de primer actor, deberían incorporarse con más frecuencia a los escenarios, aunque tiene un gran trabajo físico pendiente. Sandra Toral y África Gozalbes interpretan bien sus personajes de las hermanas oprimidas de Bufalo Bill.

LA CULPA ES DE LA TIERRA


"La malquerida”. De Jacinto Benavente. Dirección: Joaquín Vida. Reparto: Nati Mistral. Manuel Gallardo. Mar Bordallo. Alberto Alonso. Alicia Agut. Luis Marín. José Antonio Gallego. José Mª Barbero. Carmen Serrano. Lola Cordón. Música: José L. Gualda/Nicolás Medina. Escenografía y figurines: Juan y Joaquín Vida. Madrid. Teatro Fígaro. 13-9-2002

Benavente reinaba en la escena española cuando se estrenó “La malquerida”, ese drama rural con resolución trágica, que venía a coronar todo un teatro de género campesino, que relucía en una España agrícola y católica, desde el teatro del S. XVI con Gil Vicente, Juan Del Encina, o Lucas Fernández, y que alcanzaría su cumbre en obras como “Fuenteovejuna” o “El alcalde de Zalamea”.
El teatro que se desarrolla en los pueblos españoles es un teatro de tierra bronca, casi bíblica, donde los sentimientos humanos y los del bravo y agreste paisaje se confunden. Tanto en “Bodas de sangre”, como “la casa de Bernarda Alba”, la Naturaleza es una enemiga, la culpa es de la tierra, sus hijos sólo son sus víctimas. El público urbano de comienzos de siglo XXI sigue conectando maravillosamente con este conflicto que nace de las entrañas del tiempo y del paisaje, alimenta el imaginario del animal que llevamos dentro. La tragedia genera catarsis, que es algo así como ese agujero hondo que se va haciendo en el estómago, cada vez más penetrante, que nos desasosiega y al tiempo nos da placer. El público disfruta viendo “La Malquerida” porque esta obra es de las que ha pasado a formar parte del acervo popular, como las de Calderón o las de Lorca. Los espectadores actuales reconocen en ella las señas de identidad de una civilización propia y mediterránea.
Si además se tiene la oportunidad de contemplar a una de las más altas personalidades artísticas de nuestra escena, Nati Mistral dando vida porte y pronto a la Raimunda, el asunto se torna más interesante. La Mistral comprende y ama lo que está haciendo, y esos son las bases de la verdadera creación artística. Su poderosa presencia escénica, enérgica y sensual (su Raimunda es una mujer enamorada, y eso se transpira y la embellece durante toda la obra), se enriquece con las calidades y modulaciones que imprime a su voz e interpretación. La representación cabalga a la perfección de su mano, acompañada por la sintonizada presencia de Manuel Gallardo interpretando al ambiguo y deseado Esteban; y la explosiva belleza de Mar Bordallo, una bomba a punto de estallar desde la primera escena. Alberto Alonso da vida a El Rubio, el verdugo de la tragedia, con intensidad dramática y poca convicción escénica. Alicia Agut llena de vida y personalidad su personaje de la Juliana, y el joven José Antonio Gallego respira y vibra con sensibilidad la tragedia de Norberto, (el ex-novio acorralado).
El público del estreno aplaudió con admiración y con ganas el talento de la Mistral y sus compañeros, y sobre todo la palabra grande, fina y esencialmente dramática de Jacinto Benavente.

sábado, 26 de junio de 2010

FERIANTES DE TEATRO


"Violines y trompetas”. De Santiago Moncada. Dirección: Ángel Luis Yusta. Reparto: Tony Isbert. Tania Ballester. Angel Luis Yusta. Soraya Padrao. Escenografía: Miguel Brayda. Iluminación: Luis Jimeno. Madrid. Teatro Fígaro. 9-1-2003.

Con motivo del XXV aniversario del estreno de “Violines y trompetas” de Santiago Moncada, la Compañía de Ángel Luis Yusta y Tania Ballester se ha propuesto celebrar la efemérides con la reposición de la obra en escena. La pieza de Moncada es una suerte de nuevo vodevil, en el que el juego de las infidelidades matrimoniales funciona con reglas diferentes a las clásicas del género.
Un trío de músicos de cámara (integrado por un matrimonio y un tercer íntimo amigo de la pareja) se gana la vida dando conciertos por provincias. El tedio de la relación matrimonial y el roce laboral propician el lío de la esposa con el músico soltero. Hete aquí la originalidad del argumento: el marido está encantado con que este cambio de pareja se haya producido. Los problemas comienzan para este peculiar trío, cuando el músico soltero decide romper la relación, para lanzarse a devorar a una hermosa jovencita que terminará devorándolo a él.
El autor despliega una madeja de argumentos en las extravagantes visiones de sus personajes. De ahí la gracia de esta obra, el chiste está fundamentado. Las insatisfacciones de las relaciones estables, el afán de conquista y aventura (sobre todo sexual) que mueve la vida de los hombres, son el cañamazo de esta comedia liviana, cuya fórmula ha alimentado numerosos éxitos teatrales posteriores a “Violines y trompetas”.
Salvo en la eficaz escenografía de Miguel Brayda, el montaje tiene un raro aire de otros tiempos, como de barraca de feriantes, tanto por su exigua producción, como por el toniquete interpretativo de Ángel Luis Yusta, (quien firma la dirección de la pieza) que remite a un teatro de hace más de cien años, casi un abuelo de los personajes de “El viaje a ninguna parte” de Fernán Gómez. En plan antropológico, la interpretación y las vocecitas del Señor Yusta son todo un tesoro que habría que grabar. Tony Isbert realiza una actuación más contemporánea, un tanto desquiciada físicamente, dando vida al músico calavera, que navega de falda en falda, sin querer perder su libertad. Tania Ballester, por su parte, se encarga de dar sobriedad interpretativa a su robusto fisico de señorona. La joven y bella Soraya Padrao interpreta a la muchacha moderna, que rompe el artificial equilibrio de este trío de concertistas.

RESIDENCIA EN LSO SUEÑOS


"La barca sin pescador”. De Alejandro Casona. Dirección: Ángel García Moreno. Reparto: Pedro Civera. Alejandra Torray. José Lifante. Elvira Travesi. Mario Martín. Pepa Sarsa. Elena Maurandi. Escenografía y figurines: José Miguel Ligero. Madrid. Teatro Fígaro. 29-4-2003.

Alejandro Casona fue reconocido desde su primer estreno en 1934, como el nuevo príncipe del teatro español junto con García Lorca. “La sirena varada”, “Otra vez el diablo”, y”Nuestra Natacha” le confirmaron en esa destacada posición, en la fértil y conflictiva época de la II República. En 1937, Casona inició un exilio por Sudamérica que desembocó en Argentina, donde se asentó hasta su regreso a España en 1962. A diferencia de otros exiliados, la producción dramática de Casona no se interrumpió, y muchas de sus obras se escribieron y estrenaron en la década de los cuarenta, no sólo en Sudamérica, sino en el resto del mundo, siendo traducidas a numerosos idiomas.
No se prodiga mucho la escena española con este autor tan valorado en otros tiempos. “La barca sin pescador” es una obra típicamente casoniana, en el sentido que se conjugan el mundo real y el de la fantasía, usando al diablo como comadrona de esta mutación. Los sueños y la presencia mefistofélica son formulas queridas por el autor, que buscaba con su teatro hacer brotar un manantial de aguas bondadosas, que pudieran refrescar el tenebroso corazón de la humanidad. El malvado hombre de negocios que está dispuesto a cualquier canallada por progresar en su beneficio, se ve sometido a una especie de purificación en una lejana isla del norte, donde se redimirá por medio del amor puro de una pescadora, que perdió a su marido en una partida oscura del destino (organizada por el diablo), en la que el protagonista participó.
Ángel García Moreno vuelve a demostrar su talento para olfatear la teatralidad de las situaciones, y obtener de los intérpretes los mejores resultados interpretativos. Con el emotivo y eficaz material dramático de Casona, el veterano director consigue levantar un solvente espectáculo del más noble estilo casoniano. La belleza, la bondad, la sencillez de la Naturaleza, parecen ser las coordenadas que guían al dramaturgo en su tortuosa navegación.
Alejandra Torray da vida a Estela, la joven viuda del pescador, con una acusada personalidad escénica, basada en la riqueza vocal, y en una sugerente presencia. Elvira Travesi interpreta a la abuela con un alto sentido de la interpretación, que alcanza pleno sentido con el espiritual estilo del autor. Pedro Civera aporta gravedad y tormento a su personaje de Ricardo Jordán; todo un canalla en proceso de rehabilitación. Pepa Sarsa como la hermana de Estela, realiza una bien templada composición. José Lifante encarna a un diablo cercano, asequible, nada maléfico, y adaptado a nuestros tiempos.
El público aplaudió a los intérpretes y a su director, sumándose a este espontáneo y merecido homenaje a Alejandro Casona, un autor cuyo teatro incita a combatir los males del mundo con mucho amor.

lunes, 21 de junio de 2010

LA VIDA ES UNA TÓMBOLA


“Ustedes se preguntarán cómo he llegado hasta aquí”. Interpretado por Paz Padilla. Dirección: Santi Millán y Andreu Buenafuente. Escenografía: Lluch Castells. Iluminación: Ramón Rey. Madrid. Teatro Fígaro.

La picaresca simpatía de Paz Padilla se conoce bien en toda España. Su gracejo y su extravagante personalidad la convirtieron en una más de la familia, gracias al poder doméstico de la televisión. Padilla representa por otra parte, a la chica que ha salido adelante, sin más méritos que su personal arte humorístico. Su trayectoria desde la enfermería del hospital de Cádiz hasta el “glamour” de las pantallas, resulta para el público apasionante. Ha sido Aladina con éxito en la serie de Televisión española; se ha volatilizado en la Campanilla cibernética de aquellos primeros “5hombres.com”, y por fin, se ha encarnado en Paz Padilla, para subir a las tablas de un teatro.
El romance de Paz Padilla con el público es un imponderable. La garantía de pasárselo bien a su lado, es para todos una certeza, por eso acuden al teatro a verla, disfrutarla y jalearla.
La humorista gaditana se convierte en actriz para interpretarse a sí misma. En su jugoso monólogo “Ustedes se preguntarán cómo he llegado hasta aquí” nos cuenta su vida con pelos y señales, pero elevándose por encima de lo obvio, hasta configurar un relato fantástico de su propia biografía y familia. Tiene mucho arte y desparpajo para interesar desde el escenario de un teatro.
El público ríe intempestivamente sus gracias, y le aplaude sus ocurrencias, mucho más cuando están fuera del guión, pues su ironía, tiene una maldad muy suculenta para la comedia.