sábado, 17 de julio de 2010

¿Y QUÉ, SI YO SOY ASÍ?


"La jaula de las locas". Libreto: Harvey Fierstein. Música y letras: Jerry Herman. Versión: Nacho Artime. Dirección artística: Luis Ramírez. Dirección musical: César Belda. Reparto: Andrés Pajares. Joaquín Kremel. Jacob Dicenta. Natalia Delgado. Eva Diago. Ricardo Capinán. Luis Amando. Margarita Marbán. Estrella Blanco. Tomás Sáez. Julia Torres. José Ramón Henche. Eduardo López Pons. José Morales. Laura González. Luisa Torres. Coreografía: Luka Yexi. Escenografía: Luis Ramírez/Erik Ukfers. Iluminación: Freddy Gerlache. Vestuario: Luisa Rada. Daniello. Gonzalo Fernández. Madrid. Teatro Nuevo Apolo. 18-9-2001.

La homosexualidad no es un tema recurrente en la historia del teatro. Hay que rastrearla en algunas obras ambiguas, o en algunas pocas piezas; pero, pocas veces en el género musical. Este género es costoso, (por su abundante parafernalia de músicos, bailarines y cambios de vestuario y decorado,) como para asumir riesgos de "arte y ensayo" con temáticas tan poco convencionales. "La jaula de las locas" es -en este sentido- un musical atípico que se abrió paso por sí solo (a pesar de la extravagancia sexual de sus protagonistas) hasta triunfar en las pantallas cinematográficas de Europa, y de los mismísimos Estados Unidos, que hicieron su propia versión cinematográfica.
La Riviera francesa es conocida en todo el planeta por su exquisitez y su "savoir vivre". Un escenario cosmopolita de recreo y placer, por todos conocido. Allí pueden suceder historias tan rocambolescas como esta internacionalmente exitosa "La jaula de las locas". El enfrentamiento de una pareja homosexual (que regenta el cabaret que da nombre a esta obra,) con una de las familias más conservadoras de la zona, es la base de este conflicto inteligentemente trazado por su autor, y que ha tenido la habilidad de mezclar una situación descarnada e hipócrita de rechazo homofóbico, con una entretenida y brillante peripecia, propia de las mejores comedias cinematográficas: hay que preparar un milagro para engañar al adversario.
En torno a esta conocida trama, Luis Ramírez ha elevado uno de esos espectáculos que sólo él se atreve a poner en escena. Su espectacular escenario giratorio, produce impacto en el público, que se queda embobado ante este despliegue estético de técnica moderna. También eso es teatro. El "Ramírez ex machina" tiene su éxito garantizado en un público mayoritariamente admirado ante el ingente despliegue de medios escénicos. El vestuario, la iluminación, la escenografía, las gigantescas coreografías, producen una agradable excitación en el público.
Si además de todo esto, se encuentran a la cabeza del espectáculo dos artistas tan queridos por el público como Andrés Pajares y Joaquín Kremel, el reclamo se torna ya irresistible. La genuina personalidad de Pajares atrae al público como un fenómeno. Todo lo que le sucede a su personaje es para el público importante. Mucho más si el actor interpreta un personaje con tantísima pluma como éste. Pajares tiene reválida en personajes femeninos, y aunque no cante demasiado en sus números musicales, nunca defrauda al público, que lo arropa con sus cálidos aplausos. Debería ponerse taconazos y plataformones para redondear su personaje de Zsa-Zsa.
Kremel destila con elegancia y picardía el encanto de Georges, un homosexual atractivo y maduro, que en sus tiempos mozos tuvo el desliz de tener un hijo, base de este enredo. Jacob Dicenta canta espléndidamente, y eleva su personaje por encima de la media. La criada brasileña, interpretada por Ricardo Canipán, tiene gracia, cuerpo y personalidad, aunque le falle la impostación. Julia Torres demuestra una elegancia y exquisitez escénica poco habitual. La pareja cómica formada por Tomás Sáez y Eva Diago acierta en la diana de la odiosa vulgaridad, y Natalia Delgado aporta su belleza y talento musical a este festivo y alegre espectáculo. El público agradeció con ininterumpidos aplausos, el esfuerzo y la entrega de toda la compañía. Habían pasado con ellos, un rato inolvidable.

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