domingo, 18 de julio de 2010

LOS MECANISMOS CARNALES DEL TEATRO


"Calisto. Historia de un personaje". Teatro Meridional. Texto: Julio Salvatierra Cuenca. Actor: Álvaro Lavín Martín. Dirección: Miguel Seabra. Vestuario: Marta Carreiras/Ana Campos. Madrid. Teatro Pradillo. 13-1-2001.

Teatro Meridional (España-Portugal-Italia) es una de las compañías teatrales más originales y rigurosas que circulan por las dos orillas del Atlántico. Si hace un año esta compañía ejemplar presentó "Qwfq. Una historia del universo", (basado en "Las cosmicómicas" de Italo Calvino, consiguiendo el mejor espectáculo de creación e investigación teatral de la pasada temporada); para el nuevo siglo Teatro Meridional ha rescatado su montaje "Calisto", que fue estrenado en 1997 en Portalegre (Portugal).
Calisto -el amante doncel de Melibea- es hoy un viejo de 500 años, que recuerda, narra y dialoga con el joven actor que lo interpreta. El gran personaje literario, como en un pacto diabólico, necesita de un cuerpo joven para regresar a la vida y revivir sus amores melibeicos. La naturaleza misteriosa del teatro se lo permite. La idea de la obra es brillante y está preñada de amor por el teatro. La meta mayor de cualquier actor es morir actuando; ¿qué mejor forma de despedirse de la vida, que haciéndole el amor sobre las tablas? El texto de Julio Salvatierra navega por la poesía, la sugerencia y la exploración de nuevos ámbitos para la teatralidad. Su evocación histórica resulta a veces precisa, a veces fabuladora. Aunque según avanza esta ceremonia de la memoria teatral, se resiente la progresión dramática de la obra.
Las truculentas y divertidas aventuras de una "compañía fantasma" que va representando "La Celestina" de Fernando de Rojas desde su nacimiento hasta la época de Shakespeare, son desgranadas por el viejo Calisto para el público contemporáneo. Sus reflexiones sobre los mecanismos carnales del teatro, o la quietud del limbo en la que permanecen los personajes hasta ser representados, son agudas, poéticas y reconfortantes para la cofradía cómica, pero no tienen desenlace, lo que le resta humanidad al argumento.
Álvaro Lavín es uno de los mejores actores jóvenes de nuestro teatro (a ellos deberían ir los premios, y no a las viejas glorias de la promoción); tiene madera de divo. El virtuosismo de su interpretación se delata a través de su magnética presencia escénica, y por su solemne habilidad en torear los silencios dramáticos y las pausas escénicas. Sentado en un sillón durante toda la representación, el actor rememora con sus inflexiones de voz y la precisión de sus delicados gestos, a los 24 personajes que circulan por la obra. "Calisto" es un brillante concierto de cámara, que el espectador más iniciado, más exigente, y más entregado a la causa del teatro, no debería perderse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario