lunes, 19 de julio de 2010

CASITA DE MUÑECAS


"La costilla de Adán" de Carmen Rico Godoy. Versión: Paco Sanguino y Rafael González. Dirección. Ernesto Caballero. NOBA Producciones. Reparto: Marisa Nolla. Cristina de Inza. Rosa Lasierra. Nuria Herreros. Escenografía: Pepe Melero. Iluminación: Javier Anós. Madrid. Teatro Bellas Artes. 20-9-2000.

Carmen Rico Godoy ha tenido la habilidad como periodista y narradora, de convertir una preocupación social en todo un género. Sus libros y artículos dan buena cuenta de su objetivo: dotar de una fe de vida impresa a una inquietud feminista, humorística y sin concesiones al mundo masculino. Coincidiendo con lo que las encuestas proclaman: "la mayoría de los consumidores de libros en España son mujeres", la relación de Rico Godoy con el público, ha sido, vibrante, directa y oportuna. El cine ha intentado rebautizar este éxito en las pantallas; y ahora, el teatro se suma a la misma tarea.
En "La costilla de Adán" el hombre es directamente un maniquí sin voz, pero del que no cesa de hablarse durante toda la representación. Los versionadores teatrales -Paco Sanguino y Rafael González- han seleccionado distintos grupos de mujeres que exponen su punto de vista y sus quejas sobre los hombres: novias el día de su boda, mujeres separadas y solitarias, esposas sufridoras, adolescentes con expectativas, niñas, travestis y "drag-queens". Si por una parte, este caleidoscopio de féminas enriquece las numerosas perspectivas desde las que puede tratarse el "problema masculino"; por otra, termina corriendo el peligro de repetirse.
El director Ernesto Caballero ha inventado un curioso artefacto escénico para esta representación, que propicia la aparición recurrente de la teatralidad sobre la escena. Las cuatro actrices -a veces como un coro, como dos dúos, o como cuatro personajes- deambulan por el interior de un espacio que es un cruce entre casita de muñecas, y caja de música con espejos y una bailarina en el centro. Es una lectura irónica del hogar matrimonial; un recurso satírico realizado desde el espacio; iluminado con una rica artificialidad que acentúa el carácter expresionista de este recital de humor y denuncia, que realizan cuatro actrices con la palabra de una sola autora.
"La costilla de Adán" resulta así un singular espectáculo -insólito para los escenarios madrileños- que europeíza nuestra escena. Más que de una obra teatral al uso, se trata de una especie de cabaret dramático, donde la representación tiene tanta importancia como el texto. La facilidad con la que el director maneja los signos escénicos, permite al público leer dos obras en una sola: la de las palabras, y la de los movimientos. El humor y la gracia de las intérpretes, (excelente su transformación en travestis), hace que los espectadores disfruten de esta obra, como una reivindicación de los derechos femeninos, realizada con un humor agudo, estimulante y original.

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