"¡Hay motín compañeras!”. De Alberto Miralles. Dirección: Ángel García Moreno. Reparto: Gemma Cuervo. Yolanda Farr. Karola Escarola. Pepa Sarsa. Ana Soriano. Alfredo Alba. Elvira Travesi... Escenografía y Vestuario: José Miguel Ligero. Iluminación: José Luis Rodríguez. Madrid. Teatro Fígaro. 16-7-2002.
La candente actualidad de la problemática femenina ha llevado al dramaturgo Alberto Miralles a escribir una trilogía dedicada al tema. Ángel García Moreno, con buen criterio, apuesta por el teatro español que escriben nuestros autores vivos, para que el público escuche la voz de su tiempo. Gemma Cuervo se pone al frente de este gran reparto de hembras, que toma la palabra en el patio de una cárcel amotinada. Unas con una navaja en la mano, y otras con un micrófono ante una cámara.
Los conflictos del mundo de la televisión y su despiadada lucha por las audiencias, se ponen en contraste con las reivindicación de trato humano que realizan las presas. Entre rejas todo es distinto a los pasillos de una alta empresa televisiva. En lugar de competitividad, entre ellas crece la solidaridad.
Éste parece ser el tono ejemplar y moral que quiere transmitir el autor a los espectadores, al mismo tiempo que realizar una severa crítica sobre el sistema carcelario: malos tratos, mala alimentación, humillaciones, errores de la justicia... Una vida carente de estímulo y de afecto, en el intestino de una sociedad inmoral que limpia con los presos su conciencia. Quizás sea demasiado para una sola pieza dramática.
García Moreno y sus actrices elevan con su arte las posibilidades dramáticas de este cocktail de mujeres atrapadas en el corazón de un motín carcelario.
Gemma Cuervo da vida a Lucía Rábula, una estrella de la televisión, acentuando su lado más casquivano, frívolo y déspota. Pero la estancia entre el calor humano de las presas terminará afectando a su corazoncito de primera dama de las audiencias.
Yolanda Farr compone a una impresionante sindicalista de las presas -con aires de lesbiana- que da el contrapunto a la dama televisiva. Ella es el corifeo, la conciencia de todas las cosas que funcionan mal en la sociedad. Con su personalísima voz y su contendida energía escénica, la Farr realiza una gran interpretación. Karola Escarola transmite una gran vitalidad y humor a su personaje marginal, encariñada con el hombre que la maltrata. Pepa Sarsa despliega su ternura y su belleza para dar vida a Puri, la más coqueta de todas ellas. Ana Soriano interpreta con garra, elegancia y belleza a una implacable ejecutiva de publicidad. Alfredo Alba da vida a todo el género masculino en el pusilánime personaje de un cámara televisivo.
El público aplaudió a tan brillante elenco repetidamente, al final de la representación.
La candente actualidad de la problemática femenina ha llevado al dramaturgo Alberto Miralles a escribir una trilogía dedicada al tema. Ángel García Moreno, con buen criterio, apuesta por el teatro español que escriben nuestros autores vivos, para que el público escuche la voz de su tiempo. Gemma Cuervo se pone al frente de este gran reparto de hembras, que toma la palabra en el patio de una cárcel amotinada. Unas con una navaja en la mano, y otras con un micrófono ante una cámara.
Los conflictos del mundo de la televisión y su despiadada lucha por las audiencias, se ponen en contraste con las reivindicación de trato humano que realizan las presas. Entre rejas todo es distinto a los pasillos de una alta empresa televisiva. En lugar de competitividad, entre ellas crece la solidaridad.
Éste parece ser el tono ejemplar y moral que quiere transmitir el autor a los espectadores, al mismo tiempo que realizar una severa crítica sobre el sistema carcelario: malos tratos, mala alimentación, humillaciones, errores de la justicia... Una vida carente de estímulo y de afecto, en el intestino de una sociedad inmoral que limpia con los presos su conciencia. Quizás sea demasiado para una sola pieza dramática.
García Moreno y sus actrices elevan con su arte las posibilidades dramáticas de este cocktail de mujeres atrapadas en el corazón de un motín carcelario.
Gemma Cuervo da vida a Lucía Rábula, una estrella de la televisión, acentuando su lado más casquivano, frívolo y déspota. Pero la estancia entre el calor humano de las presas terminará afectando a su corazoncito de primera dama de las audiencias.
Yolanda Farr compone a una impresionante sindicalista de las presas -con aires de lesbiana- que da el contrapunto a la dama televisiva. Ella es el corifeo, la conciencia de todas las cosas que funcionan mal en la sociedad. Con su personalísima voz y su contendida energía escénica, la Farr realiza una gran interpretación. Karola Escarola transmite una gran vitalidad y humor a su personaje marginal, encariñada con el hombre que la maltrata. Pepa Sarsa despliega su ternura y su belleza para dar vida a Puri, la más coqueta de todas ellas. Ana Soriano interpreta con garra, elegancia y belleza a una implacable ejecutiva de publicidad. Alfredo Alba da vida a todo el género masculino en el pusilánime personaje de un cámara televisivo.
El público aplaudió a tan brillante elenco repetidamente, al final de la representación.
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