"La canasta". De Miguel Mihura. Dirección: Ramón Ballesteros. Reparto: Victoria Vera. Bruno Squarcia. Manolo Codeso. Milagros Ponti. Luis Perezagua. Eva Cobo. Escenografía y vestuario: Pedro Moreno. Madrid. Teatro Fígaro. 25-1-2002.
Miguel Mihura es uno de los más grandes humoristas españoles. A sus obras dramáticas llega su visión de la vida con la misma causticidad y humor, que en el resto de su trabajo, especialmente como director de "La Codorniz", ese remanso hedonista y satírico en el que los españoles del más crudo periodo franquista pudieron refrescarse con sonrisas y picardías. Esa frescura e ingenio de la obra de Mihura sigue satisfaciendo al público actual, que se destornilla con sus brillantes ocurrencias verbales.
En "La Canasta", (su segunda obra en cartel, en lo que va de temporada,) muestra a una joven pareja en dos momentos de su vida. Primero, como felices y novios amantes que viven en un hotel (como en las comedias de Hollywood de la época), entregados intensamente a su pasión amorosa y a sus respectivos trabajos. El novio echa de menos el matrimonio y la vida hogareña. Le propone casarse, y tener casa propia. En la segunda parte, una vez casados comienzan los conflictos de convivencia, entre los cónyuges, y los sofisticados amigos que les hacen la vida imposible, acudiendo a su casa puntualmente, para jugar a "la canasta". Tampoco ésta es la solución a su convivencia. Los amigos son sustituidos por los más directos familiares: la suegra y la cuñada. No hay manera de ser felices en el hogar. La pareja decide regresar al hotel, en el que los conocimos.
El público se identifica con la mirada sardónica de Mihura, y desata sus carcajadas. Una historia de amor de pareja y sus conflictos, sigue interesando a todos, porque a todos nos afecta. Aunque quizás no termina de aclararse en el montaje, su ubicación temporal, y el ángulo sátírico de la mirada del director. "La canasta" tiene algo de comedia de situación de hace medio siglo, elevada por el chispeante juego verbal del comediógrafo.
Por otra parte, el elenco de la obra es un plato seguro para el público. Victoria Vera demuestra de nuevo su alta talla interpretativa. Posee una noción instintiva del artificio del teatro, y de la verdad y sensualidad necesaria para dar vida a esa entelequia. Su personaje de Laura en "La canasta" demuestra ese talento y belleza elaboradamente innatos.
Manolo Codeso tiene la comedia en sus venas. Los dos personajes que interpreta, están vivos en escena, incluso cuando está durmiendo. Milagros Ponti llena de odiosa humanidad a su personaje de suegra. Bruno Squarcia interpreta al marido protagonista, con su galanura y su naturalidad habituales, dando un buen contrapunto a La Vera. Eva Cobo está guapa y radiante, y Luis Pérez Agua interpreta con credibilidad a su aburrido esposo.
La noche del estreno, Victoria Vera demostró su capacidad de convocatoria múltiple en distintos sectores de la Cultura madrileña. Todos aplaudieron con ganas sus méritos y los de su compañía.
Miguel Mihura es uno de los más grandes humoristas españoles. A sus obras dramáticas llega su visión de la vida con la misma causticidad y humor, que en el resto de su trabajo, especialmente como director de "La Codorniz", ese remanso hedonista y satírico en el que los españoles del más crudo periodo franquista pudieron refrescarse con sonrisas y picardías. Esa frescura e ingenio de la obra de Mihura sigue satisfaciendo al público actual, que se destornilla con sus brillantes ocurrencias verbales.
En "La Canasta", (su segunda obra en cartel, en lo que va de temporada,) muestra a una joven pareja en dos momentos de su vida. Primero, como felices y novios amantes que viven en un hotel (como en las comedias de Hollywood de la época), entregados intensamente a su pasión amorosa y a sus respectivos trabajos. El novio echa de menos el matrimonio y la vida hogareña. Le propone casarse, y tener casa propia. En la segunda parte, una vez casados comienzan los conflictos de convivencia, entre los cónyuges, y los sofisticados amigos que les hacen la vida imposible, acudiendo a su casa puntualmente, para jugar a "la canasta". Tampoco ésta es la solución a su convivencia. Los amigos son sustituidos por los más directos familiares: la suegra y la cuñada. No hay manera de ser felices en el hogar. La pareja decide regresar al hotel, en el que los conocimos.
El público se identifica con la mirada sardónica de Mihura, y desata sus carcajadas. Una historia de amor de pareja y sus conflictos, sigue interesando a todos, porque a todos nos afecta. Aunque quizás no termina de aclararse en el montaje, su ubicación temporal, y el ángulo sátírico de la mirada del director. "La canasta" tiene algo de comedia de situación de hace medio siglo, elevada por el chispeante juego verbal del comediógrafo.
Por otra parte, el elenco de la obra es un plato seguro para el público. Victoria Vera demuestra de nuevo su alta talla interpretativa. Posee una noción instintiva del artificio del teatro, y de la verdad y sensualidad necesaria para dar vida a esa entelequia. Su personaje de Laura en "La canasta" demuestra ese talento y belleza elaboradamente innatos.
Manolo Codeso tiene la comedia en sus venas. Los dos personajes que interpreta, están vivos en escena, incluso cuando está durmiendo. Milagros Ponti llena de odiosa humanidad a su personaje de suegra. Bruno Squarcia interpreta al marido protagonista, con su galanura y su naturalidad habituales, dando un buen contrapunto a La Vera. Eva Cobo está guapa y radiante, y Luis Pérez Agua interpreta con credibilidad a su aburrido esposo.
La noche del estreno, Victoria Vera demostró su capacidad de convocatoria múltiple en distintos sectores de la Cultura madrileña. Todos aplaudieron con ganas sus méritos y los de su compañía.
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