"La barca sin pescador”. De Alejandro Casona. Dirección: Ángel García Moreno. Reparto: Pedro Civera. Alejandra Torray. José Lifante. Elvira Travesi. Mario Martín. Pepa Sarsa. Elena Maurandi. Escenografía y figurines: José Miguel Ligero. Madrid. Teatro Fígaro. 29-4-2003.
Alejandro Casona fue reconocido desde su primer estreno en 1934, como el nuevo príncipe del teatro español junto con García Lorca. “La sirena varada”, “Otra vez el diablo”, y”Nuestra Natacha” le confirmaron en esa destacada posición, en la fértil y conflictiva época de la II República. En 1937, Casona inició un exilio por Sudamérica que desembocó en Argentina, donde se asentó hasta su regreso a España en 1962. A diferencia de otros exiliados, la producción dramática de Casona no se interrumpió, y muchas de sus obras se escribieron y estrenaron en la década de los cuarenta, no sólo en Sudamérica, sino en el resto del mundo, siendo traducidas a numerosos idiomas.
No se prodiga mucho la escena española con este autor tan valorado en otros tiempos. “La barca sin pescador” es una obra típicamente casoniana, en el sentido que se conjugan el mundo real y el de la fantasía, usando al diablo como comadrona de esta mutación. Los sueños y la presencia mefistofélica son formulas queridas por el autor, que buscaba con su teatro hacer brotar un manantial de aguas bondadosas, que pudieran refrescar el tenebroso corazón de la humanidad. El malvado hombre de negocios que está dispuesto a cualquier canallada por progresar en su beneficio, se ve sometido a una especie de purificación en una lejana isla del norte, donde se redimirá por medio del amor puro de una pescadora, que perdió a su marido en una partida oscura del destino (organizada por el diablo), en la que el protagonista participó.
Ángel García Moreno vuelve a demostrar su talento para olfatear la teatralidad de las situaciones, y obtener de los intérpretes los mejores resultados interpretativos. Con el emotivo y eficaz material dramático de Casona, el veterano director consigue levantar un solvente espectáculo del más noble estilo casoniano. La belleza, la bondad, la sencillez de la Naturaleza, parecen ser las coordenadas que guían al dramaturgo en su tortuosa navegación.
Alejandra Torray da vida a Estela, la joven viuda del pescador, con una acusada personalidad escénica, basada en la riqueza vocal, y en una sugerente presencia. Elvira Travesi interpreta a la abuela con un alto sentido de la interpretación, que alcanza pleno sentido con el espiritual estilo del autor. Pedro Civera aporta gravedad y tormento a su personaje de Ricardo Jordán; todo un canalla en proceso de rehabilitación. Pepa Sarsa como la hermana de Estela, realiza una bien templada composición. José Lifante encarna a un diablo cercano, asequible, nada maléfico, y adaptado a nuestros tiempos.
El público aplaudió a los intérpretes y a su director, sumándose a este espontáneo y merecido homenaje a Alejandro Casona, un autor cuyo teatro incita a combatir los males del mundo con mucho amor.
Alejandro Casona fue reconocido desde su primer estreno en 1934, como el nuevo príncipe del teatro español junto con García Lorca. “La sirena varada”, “Otra vez el diablo”, y”Nuestra Natacha” le confirmaron en esa destacada posición, en la fértil y conflictiva época de la II República. En 1937, Casona inició un exilio por Sudamérica que desembocó en Argentina, donde se asentó hasta su regreso a España en 1962. A diferencia de otros exiliados, la producción dramática de Casona no se interrumpió, y muchas de sus obras se escribieron y estrenaron en la década de los cuarenta, no sólo en Sudamérica, sino en el resto del mundo, siendo traducidas a numerosos idiomas.
No se prodiga mucho la escena española con este autor tan valorado en otros tiempos. “La barca sin pescador” es una obra típicamente casoniana, en el sentido que se conjugan el mundo real y el de la fantasía, usando al diablo como comadrona de esta mutación. Los sueños y la presencia mefistofélica son formulas queridas por el autor, que buscaba con su teatro hacer brotar un manantial de aguas bondadosas, que pudieran refrescar el tenebroso corazón de la humanidad. El malvado hombre de negocios que está dispuesto a cualquier canallada por progresar en su beneficio, se ve sometido a una especie de purificación en una lejana isla del norte, donde se redimirá por medio del amor puro de una pescadora, que perdió a su marido en una partida oscura del destino (organizada por el diablo), en la que el protagonista participó.
Ángel García Moreno vuelve a demostrar su talento para olfatear la teatralidad de las situaciones, y obtener de los intérpretes los mejores resultados interpretativos. Con el emotivo y eficaz material dramático de Casona, el veterano director consigue levantar un solvente espectáculo del más noble estilo casoniano. La belleza, la bondad, la sencillez de la Naturaleza, parecen ser las coordenadas que guían al dramaturgo en su tortuosa navegación.
Alejandra Torray da vida a Estela, la joven viuda del pescador, con una acusada personalidad escénica, basada en la riqueza vocal, y en una sugerente presencia. Elvira Travesi interpreta a la abuela con un alto sentido de la interpretación, que alcanza pleno sentido con el espiritual estilo del autor. Pedro Civera aporta gravedad y tormento a su personaje de Ricardo Jordán; todo un canalla en proceso de rehabilitación. Pepa Sarsa como la hermana de Estela, realiza una bien templada composición. José Lifante encarna a un diablo cercano, asequible, nada maléfico, y adaptado a nuestros tiempos.
El público aplaudió a los intérpretes y a su director, sumándose a este espontáneo y merecido homenaje a Alejandro Casona, un autor cuyo teatro incita a combatir los males del mundo con mucho amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario