"Abre el ojo”. De Francisco de Rojas Zorrilla. Dirección: Francisco Plaza. Versión: Emilio del Valle. Reparto: Cristóbal Suárez. Amparo Marín. Chema de Miguel. Jorge Muñoz. Ángeles Martín. Carolina Solas. Rosa Herrera. José Pedro Carrión. Escenografía e iluminación: Francisco Leal. Vestuario: Pedro Moreno. Madrid. Teatro Pavón.
25-4-2003.
El dramaturgo y poeta toledano Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648) es una de las figuras menos reconocidas de nuestro teatro clásico. Su prematura muerte fue en parte responsable, de que este autor que gravitó entre la tragedia (“Del Rey abajo, ninguno”) y la comedia (“Entre bobos anda el juego”), no fuera elevado a la gloria de los grandes dramaturgos clásicos. Aunque haya dejado una considerable obra, el Rojas Zorrilla de la madurez hubiera podido ser mucho más grande.
La originalidad es una de las características que más incondicionalmente se le reconocen, tanto en los temas, como en su habilidad para dibujar sicológicamente a los personajes, no sólo con admirable humor y socarronería, sino con recursos metateatrales tan osados como barrocos. Por otra parte, sus ideas erasmistas le llevaban a tener una visión muy moderna -y poco contrarreformista- del mundo, y en particular a la concepción de sus personajes femeninos, que se comportan con la misma resolución pública y moral que los hombres. En Francia se le valoró más que en su patria.
El milagro de la mirada personalísima de Rojas Zorrilla es el de devolvernos una imagen insólita de España –y en particular de Madrid- como si nos la contara un extranjero, un Carlo Goldoni, por ejemplo, que vivió en Venecia, cien años más tarde que Rojas. La comedia de figurón que inventa Rojas Zorrilla en España se sirve tanto del trazo grueso del humor satírico, como de la honda pincelada poética de los sentimientos más nobles.
Francisco Plaza, en la dirección y Emilio del Valle en la versión, son responsables de esta clarividencia con la que se respira el mundo de Rojas Zorrilla, a través de su obra “Abre el ojo”. Pocas veces puede disfrutarse de la interpretación del verso clásico con más verdad y sentido que en este montaje.
El excelente reparto garantiza la solidez del espectáculo. Ángeles Martín es Doña Clara, una cortesana, tan bella, como casquivana e ingeniosa. La joven y bella actriz vuelve a derramar en escena, talento y encanto. Cristóbal Suárez interpreta -con naturalidad y liviana elegancia- a Don Cristóbal, el lumpen-Tenorio de esta pieza. José Pedro Carrión -como el corregidor de Almagro- despliega un rico registro interpretativo de figurón ridículo. Chema de Miguel da vida y piruetas al gracioso Cartilla.
El acertado vestuario de Pedro Moreno es una de las claves de la magia teatral de esta pieza. La recreación del vestuario de nuestro teatro clásico, que realiza, resulta tan deliciosa, como digna de antología.
El público aplaudió complacido al brillante elenco, que acababa de demostrar -con mucho arte- lo rico y fecundo que pueden llegar a ser nuestro clásico.
25-4-2003.
El dramaturgo y poeta toledano Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648) es una de las figuras menos reconocidas de nuestro teatro clásico. Su prematura muerte fue en parte responsable, de que este autor que gravitó entre la tragedia (“Del Rey abajo, ninguno”) y la comedia (“Entre bobos anda el juego”), no fuera elevado a la gloria de los grandes dramaturgos clásicos. Aunque haya dejado una considerable obra, el Rojas Zorrilla de la madurez hubiera podido ser mucho más grande.
La originalidad es una de las características que más incondicionalmente se le reconocen, tanto en los temas, como en su habilidad para dibujar sicológicamente a los personajes, no sólo con admirable humor y socarronería, sino con recursos metateatrales tan osados como barrocos. Por otra parte, sus ideas erasmistas le llevaban a tener una visión muy moderna -y poco contrarreformista- del mundo, y en particular a la concepción de sus personajes femeninos, que se comportan con la misma resolución pública y moral que los hombres. En Francia se le valoró más que en su patria.
El milagro de la mirada personalísima de Rojas Zorrilla es el de devolvernos una imagen insólita de España –y en particular de Madrid- como si nos la contara un extranjero, un Carlo Goldoni, por ejemplo, que vivió en Venecia, cien años más tarde que Rojas. La comedia de figurón que inventa Rojas Zorrilla en España se sirve tanto del trazo grueso del humor satírico, como de la honda pincelada poética de los sentimientos más nobles.
Francisco Plaza, en la dirección y Emilio del Valle en la versión, son responsables de esta clarividencia con la que se respira el mundo de Rojas Zorrilla, a través de su obra “Abre el ojo”. Pocas veces puede disfrutarse de la interpretación del verso clásico con más verdad y sentido que en este montaje.
El excelente reparto garantiza la solidez del espectáculo. Ángeles Martín es Doña Clara, una cortesana, tan bella, como casquivana e ingeniosa. La joven y bella actriz vuelve a derramar en escena, talento y encanto. Cristóbal Suárez interpreta -con naturalidad y liviana elegancia- a Don Cristóbal, el lumpen-Tenorio de esta pieza. José Pedro Carrión -como el corregidor de Almagro- despliega un rico registro interpretativo de figurón ridículo. Chema de Miguel da vida y piruetas al gracioso Cartilla.
El acertado vestuario de Pedro Moreno es una de las claves de la magia teatral de esta pieza. La recreación del vestuario de nuestro teatro clásico, que realiza, resulta tan deliciosa, como digna de antología.
El público aplaudió complacido al brillante elenco, que acababa de demostrar -con mucho arte- lo rico y fecundo que pueden llegar a ser nuestro clásico.
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