"Defensa de Sancho Panza”. De Fernando Fernán Gómez. Dirección: Fernando Bernués y Carlos Zabala. Reparto: José Manuel Cifuentes. Escenografía: Tomás Muñoz. Vestuario: Gabriela Salaberri. Música: Pascal Gaigne. Madrid. Teatro Infanta Isabel.
Fernando Fernán Gómez tiene una voz que viene de antiguo. En su polifacética labor teatral, como actor, director, o dramaturgo, resuena la autenticidad de los ciegos que recitaban sus romances para el pueblo, o de los rapsodas homéricos que transmitían su historia en voz alta, ante un ávido auditorio. Esta nítida voz del teatro de todos los tiempos sigue latiendo en algunos raros fenómenos del arte teatral, como Fernán Gómez. Detrás de su serenidad, sencillez y sentido común, late la sabiduría adquirida durante toda una vida dedicada al segundo oficio más viejo del mundo.
Estas profundas raíces del maestro madrileño no debilitan en absoluto la contemporaneidad radical de su discurso, por el contrario, lo amplifican. En su larga y fecunda carrera, Fernán Gómez ha interpretado al español medio como nadie.
El encuentro de Fernán Gómez con Cervantes y “El Quijote” viene de antaño. A la par que como un universo literario y espiritual, a Fernán Gómez le atrae con más fuerza el referente moral cervantino. Las razones de la gente corriente, son las que explora Cervantes a través del personaje de Sancho Panza; las mismas gentes sencillas que Fernán Gómez ha representado en tantas ocasiones.
La representación de “Defensa de Sancho Panza” se inicia con la voz grabada del autor leyendo el comienzo de “El Quijote”, con una tremenda sencillez y humildad, que permite que renazcan ante el auditorio las famosas frases cervantinas con nítido misterio.
La representación se torna juvenil y colorista cuando el actor José Manuel Cifuentes entra en escena para interpretar a Sancho Panza. Su simpatía y su disponibilidad a hacer de todo para convencer al respetable son bien recibidos por el público.
Hay que destacar la facilidad con que la vieja historia de Sancho y su Amo, narrada por la palabra sobria del autor, atrapa rápidamente el interés del público. Recorriendo de viva voz ciertos episodios famosos de la novela de Cervantes, la complicidad está servida.
Los directores de escena subrayan esta comunicación, poniendo al actor en contacto directo con el patio de butacas, al que baja para mezclarse con los espectadores.
La escenografía resulta un tanto sobria e intelectual, donde contrastan las balas de paja con un telón de grandes hojas impresas. El dinamismo cromático de la representación apunta hacia un sentido festivo y verbenero, a la hora de representar este juicio imaginario de Fernán Gómez sobre los misterios de la supervivencia.
El público aplaudió repetidamente durante y al final de la representación.
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