“¡Excusas!”. De Joel Joan y Jordi Sánchez. Dramaturgia y dirección: Pep Antón Gómez. Reparto: Pepón Nieto. Luis Merlo. Ana Labordeta. Melani Olivares. Escenografía: Max Glaenzel y Estel Cristiá. Vestuario: E. Alemány y B. Glaenzel. Madrid. Teatro Príncipe.
Escribir la comedia de nuestro tiempo no es tarea fácil. Se trata del género que más se demanda en el mercado teatral cinematográfico y televisivo. Hablar de lo que sucede a nuestro alrededor satirizándolo despiadadamente, no es que sea –precisamente- lo más frecuente. Dirimir las posibilidades de seducción que tienen los hombres; o lo abandonadas que se quedan ciertas esposas, cuando sus maridos huyen con jovenzuelas, suele ser el tema de muchas comedias de éxito, pero ninguna corroe de base ninguno de los pilares morales de nuestra sociedad.
Joel Joan y Jordi Sánchez han escrito una comedia ácida y divertida, que termina explotándole al espectador en las manos, tras haber sido relajado previamente con una terapia de carcajadas. El director Pep Antón Gómez imprime un ritmo frenético y acelerado a la representación, servida magistralmente por su acertado póquer de intérpretes.
La radiografía de la amistad en crisis, de la pareja en crisis, de la moral en crisis, de la paternidad en crisis, de la crítica convivencia doméstica… que realiza “¡Excusas!” deviene implacable. Dos parejas de amigos que cenan juntos, se devoran prácticamente a sí mismos, en lo que comienzan siendo divertidos “gags” de manías domésticas, y de filias y fobias entre los cuatro personajes. Las divergencias van creciendo a lo largo de la obra, con verdadera y efusiva violencia.
Pepón Nieto tiene un arte especial para ganarse la simpatía del público. Se comunica con el abarrotado auditorio, con silencios o con escuetos movimientos de hombros, como hacen los mimos o los payasos. La chispa cómica que enciende, incendia la platea de carcajadas. No suele darse con facilidad esta empatía de un actor joven con el público.
Luis Merlo da vida a su amigo con unas dotes naturales para la comedia, de celebrada eficacia escénica. Interpreta al ejecutivo agresivo con buena percha -de casta le viene al galgo- y un acusado sentido del ritmo, del gesto y de la forma de colocar una frase, con las risas aseguradas.
Ana Labordeta da vida a la esposa de Pepón Nieto, una mujer de gustos y convicciones más convencionales. Demuestra igualmente una gran habilidad y sentido cómico del ritmo que requiere una pieza tan frenética como ésta. Finalmente, Melani Olivares presta buena estampa a la novia del ejecutivo, una mujer con éxito en el trabajo, que se resiente de no poder triunfar de la misma forma en su vida íntima.
Los autores y el director conducen a los personajes a un inesperado final rabioso e impactante, que sorprende al público por su radicalidad. Toda esta divertida fiesta se ha organizado, para concluir estallando. A pesar de todo, los intérpretes fueron larga y repetidamente aplaudidos por el público, que salió de la sala, tan divertido como conmocionado.
Escribir la comedia de nuestro tiempo no es tarea fácil. Se trata del género que más se demanda en el mercado teatral cinematográfico y televisivo. Hablar de lo que sucede a nuestro alrededor satirizándolo despiadadamente, no es que sea –precisamente- lo más frecuente. Dirimir las posibilidades de seducción que tienen los hombres; o lo abandonadas que se quedan ciertas esposas, cuando sus maridos huyen con jovenzuelas, suele ser el tema de muchas comedias de éxito, pero ninguna corroe de base ninguno de los pilares morales de nuestra sociedad.
Joel Joan y Jordi Sánchez han escrito una comedia ácida y divertida, que termina explotándole al espectador en las manos, tras haber sido relajado previamente con una terapia de carcajadas. El director Pep Antón Gómez imprime un ritmo frenético y acelerado a la representación, servida magistralmente por su acertado póquer de intérpretes.
La radiografía de la amistad en crisis, de la pareja en crisis, de la moral en crisis, de la paternidad en crisis, de la crítica convivencia doméstica… que realiza “¡Excusas!” deviene implacable. Dos parejas de amigos que cenan juntos, se devoran prácticamente a sí mismos, en lo que comienzan siendo divertidos “gags” de manías domésticas, y de filias y fobias entre los cuatro personajes. Las divergencias van creciendo a lo largo de la obra, con verdadera y efusiva violencia.
Pepón Nieto tiene un arte especial para ganarse la simpatía del público. Se comunica con el abarrotado auditorio, con silencios o con escuetos movimientos de hombros, como hacen los mimos o los payasos. La chispa cómica que enciende, incendia la platea de carcajadas. No suele darse con facilidad esta empatía de un actor joven con el público.
Luis Merlo da vida a su amigo con unas dotes naturales para la comedia, de celebrada eficacia escénica. Interpreta al ejecutivo agresivo con buena percha -de casta le viene al galgo- y un acusado sentido del ritmo, del gesto y de la forma de colocar una frase, con las risas aseguradas.
Ana Labordeta da vida a la esposa de Pepón Nieto, una mujer de gustos y convicciones más convencionales. Demuestra igualmente una gran habilidad y sentido cómico del ritmo que requiere una pieza tan frenética como ésta. Finalmente, Melani Olivares presta buena estampa a la novia del ejecutivo, una mujer con éxito en el trabajo, que se resiente de no poder triunfar de la misma forma en su vida íntima.
Los autores y el director conducen a los personajes a un inesperado final rabioso e impactante, que sorprende al público por su radicalidad. Toda esta divertida fiesta se ha organizado, para concluir estallando. A pesar de todo, los intérpretes fueron larga y repetidamente aplaudidos por el público, que salió de la sala, tan divertido como conmocionado.
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