"Acaloradas”. De Cristina Wargon y Esther Feldman. Dirección: Virginia Lombardo. Reparto: Chunchuna Villafañe. Alicia Aller. Graciela Stefani. Marikena Riera. Escenografía: Valeria Ambrosio. Música: Martin Bianchetdi. Vestuario: Valeria García. Madrid. Teatro Muñoz Seca.
Las relaciones matrimoniales y sus chispeantes conflictos forman parte de la historia del teatro desde sus comienzos. El enfrentamiento y la reconciliación en la intimidad entre los dos sexos antagonistas, es pura sustancia dramática. La comedia también ha sabido sacar buen jugo de esta lucha de los sexos. Si a esto sumamos la avalancha de espectáculos del “Teatro de los dos sexos”, que viene sufriendo la escena madrileña, tendremos una percha de actualidad, que siempre resulta recomendable para la escena.
La abundancia de montajes teatrales (más bien cabarets discursivos, satíricos y reivindicativos,) de mujeres que hablan de hombres y viceversa, obliga a realizar una clasificación del incipiente y fecundo semigénero. “Acaloradas” gravita entre la sintonía de “Monólogos de la vagina” o “El aplauso va por dentro”, y la ambición dramaturgica de “Arte”, de Jasmina Reza. Una obra de ida y vuelta, que se conoce muy bien en Argentina, país de donde procede este exitoso montaje.
Las “Acaloradas” son tres amigas maduritas, una soltera, otra casa, y una tercera abandonada, que se encuentran con motivo de la boda de la hija de la tercera. En la obra hay situación, diálogo, conflicto, se cuenta una historia, y los personajes tienen alma y ángel. El lenguaje dramático no llega a tener la vibrante estilización de “Arte”, pero sigue su estela.
El principal mérito de la función radica en la genuina y excelente batería de actrices, que defienden como lobas su pieza y su personaje. Es un gustazo contemplar el recital cómico interpretativo de Alicia Aller y Chunchuna Villafañe, dos actrices de carácter y vivaz presencia escénica. Son como la versión porteña de la Sardá con más morros, y la de Antonia San Juan con más años. Su humorismo corporal arranca auténticas carcajadas en el patio de butacas.
Graciela Stefani interpreta con fuerza e ironía a Mirta, la amiga soltera del grupo, que curiosamente es la que tiene más planes para el futuro; un bonito personaje. La joven Marikena Riera da vida, cordura y belleza a la hija casadera, en medio de estas triunvirato de “locas”.
La representación lleva insertada una serie de monólogos
gozósamente defendidos por este gran trío de actrices, que le harán pasar una tarde refrescante y agradable.
El público aplaudió larga e insistentemente a estas genuinas cómicas argentinas. Se lo merecen.
Las relaciones matrimoniales y sus chispeantes conflictos forman parte de la historia del teatro desde sus comienzos. El enfrentamiento y la reconciliación en la intimidad entre los dos sexos antagonistas, es pura sustancia dramática. La comedia también ha sabido sacar buen jugo de esta lucha de los sexos. Si a esto sumamos la avalancha de espectáculos del “Teatro de los dos sexos”, que viene sufriendo la escena madrileña, tendremos una percha de actualidad, que siempre resulta recomendable para la escena.
La abundancia de montajes teatrales (más bien cabarets discursivos, satíricos y reivindicativos,) de mujeres que hablan de hombres y viceversa, obliga a realizar una clasificación del incipiente y fecundo semigénero. “Acaloradas” gravita entre la sintonía de “Monólogos de la vagina” o “El aplauso va por dentro”, y la ambición dramaturgica de “Arte”, de Jasmina Reza. Una obra de ida y vuelta, que se conoce muy bien en Argentina, país de donde procede este exitoso montaje.
Las “Acaloradas” son tres amigas maduritas, una soltera, otra casa, y una tercera abandonada, que se encuentran con motivo de la boda de la hija de la tercera. En la obra hay situación, diálogo, conflicto, se cuenta una historia, y los personajes tienen alma y ángel. El lenguaje dramático no llega a tener la vibrante estilización de “Arte”, pero sigue su estela.
El principal mérito de la función radica en la genuina y excelente batería de actrices, que defienden como lobas su pieza y su personaje. Es un gustazo contemplar el recital cómico interpretativo de Alicia Aller y Chunchuna Villafañe, dos actrices de carácter y vivaz presencia escénica. Son como la versión porteña de la Sardá con más morros, y la de Antonia San Juan con más años. Su humorismo corporal arranca auténticas carcajadas en el patio de butacas.
Graciela Stefani interpreta con fuerza e ironía a Mirta, la amiga soltera del grupo, que curiosamente es la que tiene más planes para el futuro; un bonito personaje. La joven Marikena Riera da vida, cordura y belleza a la hija casadera, en medio de estas triunvirato de “locas”.
La representación lleva insertada una serie de monólogos
gozósamente defendidos por este gran trío de actrices, que le harán pasar una tarde refrescante y agradable.
El público aplaudió larga e insistentemente a estas genuinas cómicas argentinas. Se lo merecen.
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