“Todo por que rías”. Texto, músicas, arreglos y dirección: Les Luthiers (Carlos López Puzzio. Jorge Maronna. Marcos Mundstock. Carlos Núñez Cortés. Daniel Rabinovich.) Colaborador creativo: Roberto Fontanarrosa. Iluminación: Ernesto Diz. Madrid. Palacio de Congresos. 4-11-2003.
Les Luthiers encarnan un humor tan popular como intelectual, una combinación que representa muy bien el espíritu porteño. En pocos países del mundo se entiende -tan claramente como allí- que la ironía es una especie de lubricante para hacer más llevaderos los golpes secos de la vida.
El eficaz estilo de Les Luthiers se destila en un alambique conceptual lleno de gracia, emparentado más que con los chistes, con las mismas greguerías ramonianas. Los juegos de palabras que se vierten en sus espectáculos, son filigranas nacidas de la coyunda del ingenio más agudo con la inteligencia más competente. Les Luthiers electrifican a su público, porque les cuelan la carcajada cuando menos se lo esperan. El discurso racional no está preparado para los ágiles goles que estos talentudos cómicos argentinos meten al auditorio. La gente llena los teatros, y reserva sus entradas con meses de antelación, porque saben con certeza, que Les Luthiers van a dejar fuera de juego todas sus preocupaciones y problemas.
En su nueva entrega “Todo por que rías”, Les Luthiers siguen barajando los registros que han dado base a su fama. Cinco señores vestidos de negro en un escenario vacío -alfombrado de rojo- son capaces de hacer vibrar con su música y sus ocurrencias, a un auditorio proporcional al de cuatro teatros llenos. La precisión verbal de sus bromas y ocurrencias, mezclada con sus gozosas canciones -ejecutadas con musical maestría- son las responsables de la arrebatadora fascinación que les Luthiers despiertan en el público.
El conductor temático de esta nueva representación es el mundo de la radio-basura, a la que parodian y caricaturizan con una mordacidad muy afinada. También homenajean la suprema intimidad del cuarto de baño con una orquesta de sanitarios polifónicos.
El público está tan afinado en la cuerda satírica que plañen estos artistas, que se muestra dispuesto a dejarse sorprender sin límites. Es una pena que con tan buen caldo de cultivo, los cómicos argentinos no vayan más lejos en sus brillantes acrobacias de ingenio. La especialísima e insuperable atmósfera de complicidad que se respira en la sala, está exigiendo más compromiso crítico, más causticidad, más mordisco, más revolcón satírico, burlándose de los supremos poderes y de las corruptelas de la vida política; más aún, cuando se trata de una compañía artística procedente de la castigada tierra argentina. Bien es cierto que nunca se han caracterizado Les Luthiers por una acidez corrosiva sobre la “res pública”, pero visto lo que son capaces de provocar en el público, parece un desperdicio que no lo consumen hasta el fondo, con todas sus consecuencias.
El numerosísimo público que abarrotaba el Palacio de Congresos la noche del estreno, aplaudió con repetidas cataratas de aplausos a sus ídolos argentinos.
Les Luthiers encarnan un humor tan popular como intelectual, una combinación que representa muy bien el espíritu porteño. En pocos países del mundo se entiende -tan claramente como allí- que la ironía es una especie de lubricante para hacer más llevaderos los golpes secos de la vida.
El eficaz estilo de Les Luthiers se destila en un alambique conceptual lleno de gracia, emparentado más que con los chistes, con las mismas greguerías ramonianas. Los juegos de palabras que se vierten en sus espectáculos, son filigranas nacidas de la coyunda del ingenio más agudo con la inteligencia más competente. Les Luthiers electrifican a su público, porque les cuelan la carcajada cuando menos se lo esperan. El discurso racional no está preparado para los ágiles goles que estos talentudos cómicos argentinos meten al auditorio. La gente llena los teatros, y reserva sus entradas con meses de antelación, porque saben con certeza, que Les Luthiers van a dejar fuera de juego todas sus preocupaciones y problemas.
En su nueva entrega “Todo por que rías”, Les Luthiers siguen barajando los registros que han dado base a su fama. Cinco señores vestidos de negro en un escenario vacío -alfombrado de rojo- son capaces de hacer vibrar con su música y sus ocurrencias, a un auditorio proporcional al de cuatro teatros llenos. La precisión verbal de sus bromas y ocurrencias, mezclada con sus gozosas canciones -ejecutadas con musical maestría- son las responsables de la arrebatadora fascinación que les Luthiers despiertan en el público.
El conductor temático de esta nueva representación es el mundo de la radio-basura, a la que parodian y caricaturizan con una mordacidad muy afinada. También homenajean la suprema intimidad del cuarto de baño con una orquesta de sanitarios polifónicos.
El público está tan afinado en la cuerda satírica que plañen estos artistas, que se muestra dispuesto a dejarse sorprender sin límites. Es una pena que con tan buen caldo de cultivo, los cómicos argentinos no vayan más lejos en sus brillantes acrobacias de ingenio. La especialísima e insuperable atmósfera de complicidad que se respira en la sala, está exigiendo más compromiso crítico, más causticidad, más mordisco, más revolcón satírico, burlándose de los supremos poderes y de las corruptelas de la vida política; más aún, cuando se trata de una compañía artística procedente de la castigada tierra argentina. Bien es cierto que nunca se han caracterizado Les Luthiers por una acidez corrosiva sobre la “res pública”, pero visto lo que son capaces de provocar en el público, parece un desperdicio que no lo consumen hasta el fondo, con todas sus consecuencias.
El numerosísimo público que abarrotaba el Palacio de Congresos la noche del estreno, aplaudió con repetidas cataratas de aplausos a sus ídolos argentinos.
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