"La noche del oso”. De Ignacio del Moral, con la colaboración de Javier Manrique. Dirección: Ernesto Caballero. Reparto: Fernando Ramallo. Críspulo Cabezas. Eloi Yebra. Escenografía: Ion Garayalde. Madrid. Teatro Arlequín.
Ignacio del Moral y Ernesto Caballero forman una de las parejas artísticas más estables y solventes del teatro español de las últimas décadas. Numerosos han sido los proyectos en los que se han embarcado ambos, como “La mirada del hombre oscuro”, que posteriormente pasaría a las pantallas cinematográficas con el título de “Bwana”, y que fue seleccionada por la Academia española para competir en los afamados premios Oscar. Del Moral colaboró igualmente con Fernando León en el guión de “Los lunes al sol” cuya meteórica carrera todo el público conoce. Su tarea como guionista televisivo está refrendada por numerosos éxitos como “Farmacia de guardia”, “¡Ay, Señor, Señor!” y tantas otras series. Caballero ha demostrado en numerosas ocasiones su calidad artística tanto como director de escena, o como dramaturgo, una simbiosis que no se da con frecuencia en nuestras tablas.
“La noche del oso” parte -pues- con las mejores garantías para convertirse en un espectáculo memorable.
Podría decirse que el humor y la conciencia social son los ingredientes básicos de este saludable producto teatral. Sus intérpretes vienen a cerrar el círculo de un proyecto armonioso, coherente y de una destacada personalidad en la cartelera madrileña. Podría enmarcarse dentro de un teatro del presente, al que solemos estar acostumbrados últimamente por el combate de los sexos en pleno escenario. Pero, “La noche del oso” eleva su vuelo por encima de fórmulas tan manidas como efectivas, para llegar al centro de gravedad teatral del público. Lo que los tres jóvenes actores van desgranando en escena con sus parlamentos, termina convirtiéndose en una feliz granada de la amistad, que justifica todos los difíciles avatares transitados por sus tres personajes adolescentes.
Podría decirse que la obra transita por la geografía emocional de ciertas películas como “Barrio”, dada la extracción social y la problemática que afecta a los jóvenes adolescentes que la sufren; pero, sin embargo “La noche del oso” tiene un sentido eminentemente teatral y artístico que la eleva por encima de la media de lo que suele verse en nuestros escenarios.
La dirección de Ernesto Caballero es tan elegante y efectiva como siempre suele ser habitual en sus espectáculos. Hay un sentido de la estilización y del subrayado de los conflictos, que convierte la puesta en escena en algo más que realismo social de miope pacatería escénica.
El brillante trabajo de Fernando Ramallo, Críspulo Cabezas y Eloi Yebra, aporta la verdad y la sangre joven necesaria para que estos adolescentes no resulten criaturas de laboratorio vistas con mirada paternalista por sus progenitores.
El público rió y aplaudió a los jóvenes intérpretes, tras haber asistido a una representación teatral que habla de nosotros en tiempo presente, con una insólita efectividad artística.
Ignacio del Moral y Ernesto Caballero forman una de las parejas artísticas más estables y solventes del teatro español de las últimas décadas. Numerosos han sido los proyectos en los que se han embarcado ambos, como “La mirada del hombre oscuro”, que posteriormente pasaría a las pantallas cinematográficas con el título de “Bwana”, y que fue seleccionada por la Academia española para competir en los afamados premios Oscar. Del Moral colaboró igualmente con Fernando León en el guión de “Los lunes al sol” cuya meteórica carrera todo el público conoce. Su tarea como guionista televisivo está refrendada por numerosos éxitos como “Farmacia de guardia”, “¡Ay, Señor, Señor!” y tantas otras series. Caballero ha demostrado en numerosas ocasiones su calidad artística tanto como director de escena, o como dramaturgo, una simbiosis que no se da con frecuencia en nuestras tablas.
“La noche del oso” parte -pues- con las mejores garantías para convertirse en un espectáculo memorable.
Podría decirse que el humor y la conciencia social son los ingredientes básicos de este saludable producto teatral. Sus intérpretes vienen a cerrar el círculo de un proyecto armonioso, coherente y de una destacada personalidad en la cartelera madrileña. Podría enmarcarse dentro de un teatro del presente, al que solemos estar acostumbrados últimamente por el combate de los sexos en pleno escenario. Pero, “La noche del oso” eleva su vuelo por encima de fórmulas tan manidas como efectivas, para llegar al centro de gravedad teatral del público. Lo que los tres jóvenes actores van desgranando en escena con sus parlamentos, termina convirtiéndose en una feliz granada de la amistad, que justifica todos los difíciles avatares transitados por sus tres personajes adolescentes.
Podría decirse que la obra transita por la geografía emocional de ciertas películas como “Barrio”, dada la extracción social y la problemática que afecta a los jóvenes adolescentes que la sufren; pero, sin embargo “La noche del oso” tiene un sentido eminentemente teatral y artístico que la eleva por encima de la media de lo que suele verse en nuestros escenarios.
La dirección de Ernesto Caballero es tan elegante y efectiva como siempre suele ser habitual en sus espectáculos. Hay un sentido de la estilización y del subrayado de los conflictos, que convierte la puesta en escena en algo más que realismo social de miope pacatería escénica.
El brillante trabajo de Fernando Ramallo, Críspulo Cabezas y Eloi Yebra, aporta la verdad y la sangre joven necesaria para que estos adolescentes no resulten criaturas de laboratorio vistas con mirada paternalista por sus progenitores.
El público rió y aplaudió a los jóvenes intérpretes, tras haber asistido a una representación teatral que habla de nosotros en tiempo presente, con una insólita efectividad artística.
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