“El olvido esta lleno de recuerdo”. De Jerónimo López Mozo. Dirección y espacio escénico: Antonio Malonda. Reparto: Francisco Merino. Chema Ruiz. Ainhoa Amestoy. Madrid. Teatro del Círculo de Bellas Artes.
La tragedia del exilio tiene en los actores a una de sus víctimas más significativas. Un actor sin su idioma y sin un público que lo comprenda es como un barco sin rumbo, o como una vida sin objetivo. Los actores y actrices españoles que se vieron obligados por diferentes factores, (desde los políticos, a los personales, o a los meramente artísticos) a abandonar su propio país, se encontraron ante la tesitura de enterrar su pasado, y a la par continuar su carrera en otros medios desconocidos para el público que le vio asomar por primera vez sobre las tablas.
Si dura les resultó la partida, cuando algunos de ellos regresaron a su país -dando por concluido el exilio- se encontraron con otra nueva tragedia: la de ser ignorados y desconocidos por el público de ese momento, y mucho peor aún, sufrieron el rechazo de gran parte de la profesión que recelaba ante ellos y sus supuestas gestas teatrales transoceánicas.
En “El olvido está lleno de memoria” se pretende homenajear a una de estas víctimas dobles del exilio, Edmundo Barbero, un actor de la compañía de Margarita Xirgú, que alcanzó una gran fama en sus comienzos durante la II República española. A su regreso, Barbero consigue que le incluyan en el reparto de una nueva versión de “La vida es sueño”. En esa situación le conocerá una joven periodista española que pretende hacerle una entrevista al malogrado divo escénico, y que poco a poco va descubriendo la trama de su vida, y de la tragedia que significa haber sido demasiado bueno fuera de nuestras fronteras.
El autor Jerónimo López Mozo realiza a partir de esta anécdota un homenaje a la profesión teatral, y en particular a la esfera de los intérpretes, intentando compensar el rigor documental de los hechos con los intereses de la dramaticidad, combinando la acción con jugosas reflexiones sobre lo que significa el arte de actuar.
Antonio Malonda ha dirigido a los intérpretes con claridad y fuerza maestra, para recrear las relaciones personales de Edmundo Barbero con sus compañeros y con la periodista fascinada pro la aureola de su arte y de su fama en Iberoamérica.
Francisco Merino vuelve a dar cuenta de sus habilidades interpretativas dando vida a Barbero en esta última etapa de su vida, que le conducirá a morir “con las botas puestas” en plena representación del calderoniano sueño.
Chema Ruiz y Ainhoa Amestoy interpretan a la periodista y al director del teatro con convicción y eficacia. Buenas facultades físicas y vocales demuestran ambos intérpretes. El público aplaudió este testimonio teatral cargado de memoria y agradecimiento con largos y cálidos aplausos.
La tragedia del exilio tiene en los actores a una de sus víctimas más significativas. Un actor sin su idioma y sin un público que lo comprenda es como un barco sin rumbo, o como una vida sin objetivo. Los actores y actrices españoles que se vieron obligados por diferentes factores, (desde los políticos, a los personales, o a los meramente artísticos) a abandonar su propio país, se encontraron ante la tesitura de enterrar su pasado, y a la par continuar su carrera en otros medios desconocidos para el público que le vio asomar por primera vez sobre las tablas.
Si dura les resultó la partida, cuando algunos de ellos regresaron a su país -dando por concluido el exilio- se encontraron con otra nueva tragedia: la de ser ignorados y desconocidos por el público de ese momento, y mucho peor aún, sufrieron el rechazo de gran parte de la profesión que recelaba ante ellos y sus supuestas gestas teatrales transoceánicas.
En “El olvido está lleno de memoria” se pretende homenajear a una de estas víctimas dobles del exilio, Edmundo Barbero, un actor de la compañía de Margarita Xirgú, que alcanzó una gran fama en sus comienzos durante la II República española. A su regreso, Barbero consigue que le incluyan en el reparto de una nueva versión de “La vida es sueño”. En esa situación le conocerá una joven periodista española que pretende hacerle una entrevista al malogrado divo escénico, y que poco a poco va descubriendo la trama de su vida, y de la tragedia que significa haber sido demasiado bueno fuera de nuestras fronteras.
El autor Jerónimo López Mozo realiza a partir de esta anécdota un homenaje a la profesión teatral, y en particular a la esfera de los intérpretes, intentando compensar el rigor documental de los hechos con los intereses de la dramaticidad, combinando la acción con jugosas reflexiones sobre lo que significa el arte de actuar.
Antonio Malonda ha dirigido a los intérpretes con claridad y fuerza maestra, para recrear las relaciones personales de Edmundo Barbero con sus compañeros y con la periodista fascinada pro la aureola de su arte y de su fama en Iberoamérica.
Francisco Merino vuelve a dar cuenta de sus habilidades interpretativas dando vida a Barbero en esta última etapa de su vida, que le conducirá a morir “con las botas puestas” en plena representación del calderoniano sueño.
Chema Ruiz y Ainhoa Amestoy interpretan a la periodista y al director del teatro con convicción y eficacia. Buenas facultades físicas y vocales demuestran ambos intérpretes. El público aplaudió este testimonio teatral cargado de memoria y agradecimiento con largos y cálidos aplausos.
* Crítica inédita
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