"Un ángel azul”. De: Christian Lange. Versión y Dirección: Daniel Bohr. Reparto: Esperanza Roy. Igor Larrauri. Vestido concierto: Amparo Coll/Fernando Dosantos. Madrid. Teatro Arlequín.
Marlene Dietrich es un mito del vencido siglo XX. Su trabajo en el cine y en los escenarios musicales de todo el planeta catapultaron su sofisticación, su perversa belleza y su talento hasta cotas insospechadas. Su nacionalidad alemana y su trabajo en el cine de Estados Unidos le creó un conflicto añadido a su ya ambigua e hiriente personalidad. Marlene odiaba el fanatismo de Hitler, y durante la segunda guerra mundial tomó partido abiertamente por el bando aliado, algo que no terminarían de perdonarle nunca sus paisanos.
Christian Lange ha demostrado ser un mitómano del glamour hollywoodense en más de una ocasión, pero ahora lo rubrica con esta pieza “Marlene Dietrich. Un ángel azul” que escribió para celebrar en el año 2000 el centenario del nacimiento de la estrella alemana. La obra está bien escrita y estructurada con inteligencia para desatar la catarata de recuerdos de un personaje tan rico y tan complejo como el de la Dietrich. El autor es uno más de sus miles de admiradores, pero se contiene a la hora de soltarse la melena en su adoración al mito de la peluca rubia.
Esperanza Roy se siente completamente unida e identificada con esta estrella tan musical como cinematográfica, al ser ella pura carne de teatro; en su biografía artística se reúnen tanto la canción, como el teatro musical, el cine, o los registros más dramáticos. De todo se vale para dar vida a las distintas etapas de Marlene Dietrich que se evocan en la obra. Desde sus silla de ruedas en el exquisito apartamento parisino en el que concluyó sus días en 1992 va deshilando la madeja de sus recuerdos más terribles y brillantes. Sus relaciones con Joseph von Stenberg (el director de cine que la catapultó a la fama), con su única hija y violenta biógrafa, con Greta Garbo, Gary Cooper, Jean Gabin, Spencer Tracy, Maximiliam Schell, y tantos otros. La Roy, envuelta en un sofisticado y admirable vestuario marlenesco sabe exprimir su presencia escénica con un sentido ceremonial e intenso, apoyada por su magnética mirada, y la locuacidad de sus grandes manos, que mueve con alma de teatro.
El director realiza una puesta en escena sobria y elegante, y el joven Igor Larrauri interpreta con mesura al ayuda de cámara personal de Marlene, que da pie a que la diva desate todos sus recuerdos para solaz divertimento del público.
“Marlene Dietrich, un ángel azul” es una de las propuestas más inteligentes, entretenidas e iconoclastas que ofrece la cartelera madrileña, y que podrá hacer disfrutar a numerosos sectores del público, que se sientan identificados con el glamour y la sofisticación de esa hermosa serpiente con piernas admirables, y esa garganta cálida, gatuna y cazallera de la sin par Marlene Dietrich.
Marlene Dietrich es un mito del vencido siglo XX. Su trabajo en el cine y en los escenarios musicales de todo el planeta catapultaron su sofisticación, su perversa belleza y su talento hasta cotas insospechadas. Su nacionalidad alemana y su trabajo en el cine de Estados Unidos le creó un conflicto añadido a su ya ambigua e hiriente personalidad. Marlene odiaba el fanatismo de Hitler, y durante la segunda guerra mundial tomó partido abiertamente por el bando aliado, algo que no terminarían de perdonarle nunca sus paisanos.
Christian Lange ha demostrado ser un mitómano del glamour hollywoodense en más de una ocasión, pero ahora lo rubrica con esta pieza “Marlene Dietrich. Un ángel azul” que escribió para celebrar en el año 2000 el centenario del nacimiento de la estrella alemana. La obra está bien escrita y estructurada con inteligencia para desatar la catarata de recuerdos de un personaje tan rico y tan complejo como el de la Dietrich. El autor es uno más de sus miles de admiradores, pero se contiene a la hora de soltarse la melena en su adoración al mito de la peluca rubia.
Esperanza Roy se siente completamente unida e identificada con esta estrella tan musical como cinematográfica, al ser ella pura carne de teatro; en su biografía artística se reúnen tanto la canción, como el teatro musical, el cine, o los registros más dramáticos. De todo se vale para dar vida a las distintas etapas de Marlene Dietrich que se evocan en la obra. Desde sus silla de ruedas en el exquisito apartamento parisino en el que concluyó sus días en 1992 va deshilando la madeja de sus recuerdos más terribles y brillantes. Sus relaciones con Joseph von Stenberg (el director de cine que la catapultó a la fama), con su única hija y violenta biógrafa, con Greta Garbo, Gary Cooper, Jean Gabin, Spencer Tracy, Maximiliam Schell, y tantos otros. La Roy, envuelta en un sofisticado y admirable vestuario marlenesco sabe exprimir su presencia escénica con un sentido ceremonial e intenso, apoyada por su magnética mirada, y la locuacidad de sus grandes manos, que mueve con alma de teatro.
El director realiza una puesta en escena sobria y elegante, y el joven Igor Larrauri interpreta con mesura al ayuda de cámara personal de Marlene, que da pie a que la diva desate todos sus recuerdos para solaz divertimento del público.
“Marlene Dietrich, un ángel azul” es una de las propuestas más inteligentes, entretenidas e iconoclastas que ofrece la cartelera madrileña, y que podrá hacer disfrutar a numerosos sectores del público, que se sientan identificados con el glamour y la sofisticación de esa hermosa serpiente con piernas admirables, y esa garganta cálida, gatuna y cazallera de la sin par Marlene Dietrich.
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