viernes, 25 de junio de 2010

ENTRADA EN BLANCO

"Hoy, El diario de Adán y Eva, de Mark Twain”. Dirección: Manuel González Gil. Reparto: Miguel Ángel Solá. Blanca Oteyza. Música: Martín Bianchedi. Arreglador: Gerardo Gardelín. Iluminación: Daniel Bosio. Madrid. Teatro Bellas Artes. 8-5-2003

“El diario de Adán y Eva de Mark Twain” es un espectáculo teatral basado en una adaptación para la radio de un relato del escritor norteamericano Mark Twain, (tan conocido por las aventuras de Tom Sawyer, las de Huckleberry Finn, o las peripecias de un yanki en la corte del Rey Arturo). Narrativa, radio y teatro se dan la mano, el codo y el hombro, en esta polifacética representación dirigida a los corazones más sensibles del público, y al mismo tiempo a su espíritu más burlón. Comedia satírica y melodrama se cruzan en este producto híbrido, amante del efectismo emocional.
La recreación de un programa de radio que se emitía en Argentina a finales de la década de los cincuenta sirve para darnos a conocer a la pareja de intérpretes que lo representaba: Dalmacio y Eloísa, un actor uruguayo y una actriz-escritora española que terminan teniendo una relación afectiva singular. En la misma emisora -cuarenta años más tarde- una periodista entrevista al actor uruguayo intentando escudriñar en las relaciones sentimentales de aquella pareja artística de leyenda radiofónica.
El espectáculo está férreamente estructurado en ocho partes, más un epílogo celestial, pulcramente repartidos en dos mitades: cuatro escenas para el antiguo programa de radio, cuatro para la entrevista radiofónica.
La representación tiene el mérito de contar con la magnífica interpretación de Miguel Ángel Solá, acompañado por la no menos interesante Blanca Oteyza, que da vida a la escritora y a la entrevistadora. Sin embargo, el abuso de las grabaciones y la transmisión de la voz a través de micrófonos (muy propios de la radio, y muy contrarios a la comunicación teatral en directo) además de los múltiples objetivos que pretende alcanzar esta ambiciosa y confusa representación, crean barreras de expresión teatral.
El texto, la dramaturgia, o la reunión de materiales textuales de esta obra aparece muy discretamente firmada por los intérpretes y el director de la pieza, poniendo de manifiesto la ausencia de la mano de un autor teatral, que ponga orden -metiendo tijera- en este berenjenal confuso de emociones compulsivas.
El espacio escénico y el vestuario son tan escuetos que no alcanzan la mínima teatralidad, salvo en la interpretación. Toda la historia de Adán y Eva y sus relaciones con la serpiente y con dios, son de un humor ingenuo y de un trazo gordo, que enlaza fácilmente con la moda del teatro de sexos enfrentados que nos invade. Lo mejor, son las dos primeras escenas de la entrevista con el viejo actor, donde Solá despliega todo su talento para poner en pie un personaje tierno, romántico y fascinante en su manera de evocar los tiempos pasados, y su discreta y emotiva referencia a su antiguo amor por Eloísa.
El público llora y ríe durante las dos horas ininterrumpidas de representación, y finalmente dispara una larga y conmovida salva de aplausos dedicados a la pareja protagonista.

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