sábado, 26 de junio de 2010

NATURALISMO TRANQUILO

"Adios a todos”. De Luis García-Araus. Dirección: Aitana Galán. Reparto: Carolina Lapausa. Flavia Pérez de Castro. Fernando Albizu. Pablo Vázquez. En las proyecciones: Pablo Rivero. Nicky Negrete. Escenografía y vestuario: Jorge Dutor. Iluminación y vídeo: Alfonso Pazos. Madrid. Sala Triángulo.

Las historias contadas a través de los ojos de un niño, no suelen ser muy frecuentes en la literatura dramática. La fórmula de la voz infantil que realiza sus preguntas a cerca de la vida y sus mayores, sin ningún tipo de tapujos, es de una gran eficacia dramática. Su sinceridad señala directamente hacia la verdad de las cosas.
Así parece haberlo entendido Luis García Araus en su obra “Adiós a todos”, donde a través de un niño de diez años, se nos da un testimonio directo, de cómo se descompone una familia de clase media baja actual, por problemas acuciantemente contemporáneos. Temas como las drogas, el alcohol, la violencia doméstica, las vidas frustradas de hijos y progenitores, las penurias económicas… son retratadas en esta obra, sin alharacas, maximalismos o ingenua sensiblería blanda. El resultado es una suerte de “Naturalismo tranquilo”, en el que bullen grandes tormentas cotidianas. El autor muestra habilidad y dominio de los materiales tradicionales que maneja, así como un cariño y entendimiento hacia todos sus personajes, que es de agradecer entre tantas propuestas teatrales deshumanizadas, hijas del desconcierto. Araus -sin dejar de contar- incita a reflexionar desde el interior de su historia.
Aitana Galán realiza un buen trabajo de dirección actoral, consiguiendo -al igual que el autor- comprender y mimar a cada uno de los personajes. Especialmente el de la madre, interpretado con una conmovedora y desgarrada intensidad por la actriz Flavia Fernández de Castro. La joven y bella Carolina Lapausa interpreta con credibilidad y brillantes recursos a Miguel, el niño protagonista. Fernando Albizu da vida al padre, un taxista corto de luces, con cierta dulzura en su torpeza. Pablo Vázquez en el hermano yonqui, realiza un esmerado trabajo de composición física del drogadicto.
La incorporación de dos personajes episódicos por medio de una doble proyección de vídeo, es un buen hallazgo teatral, que funciona como contrapunto del realismo acendrado del escenario.

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