domingo, 20 de junio de 2010

EL CANTO DEL CISNE


“Una noche de reyes sin Shakespeare”. De Adolfo Marsillach. Dirección: Mercedes Lezcano. Reparto: Héctor Colomé. Carolina Lapausa. Paco Racionero. Arturo Querejeta. Esther Montoro. Escenografía y vestuario: Montse Amenós. Madrid. Teatro María Guerrero.

El oficio de actor es uno de los más envidiados y vituperados de la profesión teatral. Es la pieza esencial del hecho dramático, pero generalmente el mérito y la trascendencia quedan reservados para los dramaturgos y los directores, por eso tantos cómicos se han empeñado en sobrepasar las fronteras de su oficio, para intentar lograr la gloria y la permanencia de su arte en los anales de la Historia. El intento suele ser una falacia, porque se nace con dotes para la interpretación o para la escritura dramática, pero la “eternidad” aparente de la palabra impresa es una tentación para cualquiera de esta profesión.
Adolfo Marsillach intentó -en su fecunda vida teatral- tocar todos los palos de este fascinante oficio. Progresivamente fue apartándose de los actores para aislarse en el caparazón impermeable de la dirección, y desde allí elevarse a las inciertas cumbres de la política cultural, alejándose cada vez más de las tablas en las que comenzó. Debió ser esta nostalgia del escenario lo que le llevó a interpretar su nuevo rol de “dramaturgo de gabinete”, cuyos frutos comienzan a verse sobre los más prestigiosos escenarios de los teatros públicos nacionales.
“Noche de reyes sin Shakespeare” pretende ser una comedia navideña que homenajea al teatro, y especialmente al mundo de los vulnerables intérpretes dramáticos. Al mismo tiempo, quiere ser una obra ácida y crítica con el consumismo navideño; además de tener una voluntad simbólica y trascendente, a partir de elementos de la vida cotidiana, que concluyen con un final trágico. La cultura teatral, el conocimiento de la profesión, y la ironía fina de Marsillach se combinan en esta pieza, para conseguir un producto ternurista, víctima del ingenuo espíritu navideño que se critica en la obra. La piececita que se representa en el Teatro María Guerrero podría clasificarse como un epígono endeble del teatro de Alejandro Casona.
Hector Colomé aporta su bien templada voz al personaje del actor antaño famoso, cuya decadencia se narra en la obra. Carolina Lapausa interpreta con frescura, verdad y encanto a la niña que se enreda en la biografía del protagonista; y Paco Racionero da vida y humor a su ineficaz representante artístico.
Montse Amenós ha concebido un sugerente espacio escénico, sobre el que Mercedes Lezcano despliega su meticulosa puesta en escena. Al final de la representación, el público aplaudió repetidamente a sus intérpretes.

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