domingo, 20 de junio de 2010

ORATORIO POLÍTICO EXPERIMENTAL


“Maestros antiguos”. De Thomas Bernhard. Adaptación y dirección: Xavier Albertí. Reparto: Carles Canut. Mingo Rafols. Boris Ruiz. Figurinista: María Araujo. Madrid. Teatro María Guerrero. Sala de la Princesa. 30-12-03.

La obra del autor austriaco Thomas Bernhard gravita entre la narrativa y el drama con una personal visión del lenguaje y la situación dramática. Sus personajes, más que dialogar, yuxtaponen sus discursos como en un oratorio poético experimental de alta resonancia teatral. En “Maestros antiguos” Bernhard ejecuta un duro golpe a la idiosincrasia de su país, valiéndose de tres personajes situados en el interior del Museo de Historia de Viena. Un crítico musical del diario “Times”, el vigilante de una de las salas del Museo y un tercer amigo citado en ese lugar por el crítico.
Desgranando la relación de estos tres personajes se hace memoria y se pasa revista a los grandes males del país, que no son otros que los de las desacreditadas democracias burguesas del primer mundo. El escándalo que ocasionó el estreno de esta obra en Viena, pone en evidencia la carga de profundidad que el difunto Bernhard depositó en su texto. Escuchar el discurso frenético e implacable de estos personajes produce también temblores entre el público que asiste a la representación en España.
Xavier Albertí ha realizado una versión y una puesta en escena tan somera como brillante. En un espacio mínimo dominado por un asiento de museo y un par de sillas, los tres actores despliegan sus mejores registros interpretativos, como una letanía, o como un concierto de cámara de tres avezados solistas.
Carles Canut da vida al crítico terminal con una profundidad contemplativa de gran lucidez histórica. El actor demuestra templaza y una potente presencia escénica, que se complementa perfectamente con la ríspida y enigmática actuación de Mingo Rafols en el papel del vigilante. Boris Ruiz completa este trío austriaco desde una visión general de narrador de este drama inaprensible, que podría durar media hora más, o acabar media hora antes, según los cánones que entraña este tipo de rotundos experimentos dramáticos.
El público reunido en la mínima Sala de la Princesa del teatro María Guerrero, aplaudió la calidad literaria del texto, y el riguroso trabajo escénico del director y los intérpretes.

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