lunes, 21 de junio de 2010

MARIONETAS PORNOGRÁFICAS




“13 polvos. Títeres porno”. Autoría: Cía. “NI” y Goyo Feo. Dirección general: Sergio Rosemblat. Dir. de Arte: Papín Lucadamo. Títeres: Claudia Verdecchia. Actores manipuladores: Mateo Amieva. Nacho Núñez. Blanca Nicolás. Marían Sánchez. J. L. Gallardo. Juan Echenique… Madrid. Teatro Arlequín.

El teatro de títeres suele estar asociado erróneamente al mundo infantil. Estos muñecos, que representan en el extremo de la convencionalidad al ser humano, pueden ir mucho más lejos en su virtuosismo interpretativo, que el limitado cuerpo de actrices y actores. La estilización de la vida que se produce en la representación con muñecos, suele desprender una fuerte carga simbólica, que conduce fácilmente a la poesía y al ternurismo, que se les adjudica habitualmente al género. Pero no hay que olvidar toda la tradición satírica, grotesca, y de gran guiñol que acompaña a estos crueles actores de cartón o de tela. Los famosos “Cristobicas” de los niños son violentos, agresivos, y si es necesario asesinos. El “estacazo que te crió” es una muletilla habitual de estos golpeadores natos.
“13 polvos” es la propuesta escénica más trasgresora que puede verse en los escenarios madrileños en estas fechas. Ninguna compañía de actores de carne y hueso hurga tan a fondo en los pilares de nuestra civilización, como lo hacen estos desinhibidos muñecos, con tanta gracia, lucidez y atrevimiento. La compacta y entusiasta compañía derrama vitalidad, corrosión y mucho humor genital, a la hora de relatar sus polvos salvajes y “ejemplarizantes”.
Una madre asesora al novio de su hija cómo conseguir dar placer a la anatomía femenina, con deslumbrantes clases prácticas. Un cura instruye a un monaguillo en los alimentos terrenales más blasfemos y pecaminosos, que puedan imaginarse. Una pareja de carniceros hacen el amor delante del público, con más sangre y truculencia de la que hubieran podido soñar los mismos surrealistas. Una pareja de macarras futboleros, descubre en la parada del autobús los grandes placeres que lleva encerrados la verdadera amistad masculina… Todas las historias que nos relatan esta saludable y refrescante compañía son tan irreverentes como desternillantes. El público más osado no dará crédito a lo que está viendo y escuchando. Pero son sólo muñecos, y la trasgresión es uno de los vehículos directos a la catarsis. El público sale como limpio y hermanado tras haber asistido a la contemplación de este retablillo de muñecos furiosos. En escena hay un pequeño teatrito de títeres, donde los muñecos ponen en práctica su
original y desenfrenada vida sexual, con la ayuda de varios manipuladores, cuyo rostro permanece a la vista del público.
Excelente y ejemplar trabajo el de “13 polvos”, lleno de imaginación, teatralidad, provocación, y sobre todo, mucho, mucho espíritu lúdico. Demuestran que los títeres y los muñecos en nuestro país son casi una selva virgen, donde casi todo está por descubrir. No se lo pierdan, si creen que el teatro ayuda a cambiar el mundo, y sobre todo, a hacerlo más divertido y habitable.

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