sábado, 26 de junio de 2010

TRAVESÍA DESORBITADA


"La negra”. De Luis Miguel González Cruz. Espacio escénico y dirección: Guillermo Heras. Reparto: Ángel Solo. Daniel Albaladejo. Chema Ruiz. Sol Montoya. Águeda Espizua. Iluminación: Miguel Ángel Camacho. Madrid. Galileo Teatro.

El ambiente urbano, los tipos marginales de las chabolas, devastados por la droga y el alcohol, el mundo sin horarios ni responsabilidades que propicia el paro…, adoptaron carta de naturaleza en la novela y el teatro Naturalista de finales del S. XIX. La tesis de esta estética de desheredados era mostrar a través de las capas enfermas de la sociedad, el mal profundo que aquejaba a ésta.
Desde esta perspectiva habría que valorar la aportación dramatúrgica de “La negra” de Luis Miguel González Cruz. Retratando a una serie de moteros terminales, drogados y desfasados de sí mismos, junto a prostitutas y niñas-bien, con pretensiones a reina consorte del hampa, la obra habla de una sociedad sin esperanzas, donde las ilusiones duermen en la casa de empeño desde hace demasiado tiempo.
El homenaje directo a la llamada “Movida madrileña”, o la deliberada afinidad de la trama con la tragedia griega, tal vez sea lo menos significativo y logrado de este espectáculo. Quizás influya en ello la dirección de Guillermo Heras, basada en acciones físicas sobre objetos cotidianos, que nos alejan de la estilización trágica para acercarnos al sainete moderno. La representación de “La negra” está más cerca de “Bajarse al moro” de Alonso de Santos, que de “Edipo rey” de Sófocles.
La notable interpretación del elenco está orientada en el mismo sentido. Son interpretaciones de un realismo cotidiano -no exentas de vigor e intensidad- que no entroncan estilísticamente con el destino trágico de los héroes. En este sentido, la más acertada de todas las actuaciones es la de Chema Ruiz interpretando a un gitano de la noche, que se convierte en una criatura melopéica y desgarrada, de infausto e inminente destino.
Ángel Solo da vida al Capitán protagonista de la pieza, (el que lleva la Negra tatuada en el cuerpo), con verdad y fuerza escénica. Daniel Albaladejo interpreta con arrojo y energía a su segundo de a bordo, que terminará traicionándolo fatalmente. Sol Montoya da vida a la prostituta yonki con una gracia tan patética como humorística. Águeda Espizua interpreta a la ambiciosa niña pija que desencadena la tragedia, aportando -con su desnudo- sensualidad y belleza a tan desgarrada escena.
El público del estreno aplaudió a todos los intérpretes, junto al autor y el director de “La negra”.

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