"Aprobado en castidad". De Luis Peñafiel. Dirección: Narciso Ibáñez Serrador. Reparto: N. I. Serrador. Susana Canales. Andrés Resino. Mari Begoña. Yolanda Farr. Carlos Urrutia. Sandra Barneda. Nieves Aparicio. Escenografía: Carlos Abad. Vestuario: Carmen de la Casa. Madrid. Teatro Infanta Isabel. 4-10-2001.
Narciso Ibáñez Serrador es un hombre de teatro que hace televisión. Perteneciente a una de las familias más insignes de cómicos de la escena hispana, hijo del inquietante primer actor Narciso Ibáñez Menta, y de la queridísima actriz Pepita Serrador. Chicho se crió en las tablas de un teatro, y además heredó el talento de sus antepasados, no sólo de la interpretación, sino de disfrutar la vida con perenne capacidad de ficción. El hombre que más ha aterrorizado y divertido a este país desde una pantalla de televisión, tiene una enorme inteligencia y un gran sentido del humor. Pero, el éxito de sus programas televisivos, se basa en gran parte en el sentido teatral que ellos mismos encierran. Ha heredado de los cómicos la cualidad de divertir y emocionar al público sorprendiéndolo en cada nueva ocasión. Desde los ingenuos decorados cambiantes del "1, 2, 3..."; a esas "Historias para no dormir", donde escarbaba en la parte más fantástica y excitable del alma humana: el terror, ha estado buceando en los territorios de la libérrima imaginación teatral.
Ibáñez Serrador ha tenido el gran sentido del humor y la generosidad de volver a subirse a las tablas de un teatro, tras 37 años de ausencia, dedicado a tareas mucho más gigantescas: tener en sus manos el entretenimiento de millones de telespectadores.
La obra de Luis Peñafiel "Aprobado en castidad" -que representa y dirige Ibáñez Serrador- es una comedia blanca de corte anglosajón; en la línea de Noel Coward, o del mismo Oscar Wilde: chispa, malicia e ingenio. El autor conoce a la perfección los mecanismos del género, hasta el punto de realizar una parodia sutil del mismo, con lo que duplica la comicidad de la obra y de las situaciones que en ella se plantean. "Aprobado en castidad" es un monstruito perfecto, controlado por la tiránica mente de un niño prodigio. En la causticidad del humor picaresco de la obra, se nota un toque más latino, más cercano, más jardielesco.
El estreno de esta obra es todo un acontecimiento para la antropología sentimental del teatro español, si este género existiera. Nadie debe perdérsela, es todo un acontecimiento extraordinario e insólito; como cuando los Reyes bailaban en los teatros vestidos de pastorcillos.
Ibáñez Serrador está excelentemente acompañado por un grupo de actrices y actores cómplices, además de una pareja escultural de señoritas. Susana Canales interpreta a la hermana del protagonista, y Andrés Resino a su aturdido marido, con un estilo interpretativo peculiar, como salido del "túnel del tiempo", rasgo que comparte toda la representación, y que le da un toque añejo, como de otros tiempos. En términos de diversión, la obra sigue siendo efectiva, exhala un humor extremadamente cómodo e inteligente.
En su estreno reunió y combinó a un espectro de invitados variopintos de gran popularidad. Seguirá sucediendo, todo lo que pone en marcha Chicho Ibáñez Serrador se convierte en acontecimiento. Y por último una pregunta: ¿por qué no invierte con regularidad, Señor Serrador, parte de su talento en el teatro (que tanto le ha dado), y que tan necesitado se encuentra de verdaderos y saludables talentos?
Narciso Ibáñez Serrador es un hombre de teatro que hace televisión. Perteneciente a una de las familias más insignes de cómicos de la escena hispana, hijo del inquietante primer actor Narciso Ibáñez Menta, y de la queridísima actriz Pepita Serrador. Chicho se crió en las tablas de un teatro, y además heredó el talento de sus antepasados, no sólo de la interpretación, sino de disfrutar la vida con perenne capacidad de ficción. El hombre que más ha aterrorizado y divertido a este país desde una pantalla de televisión, tiene una enorme inteligencia y un gran sentido del humor. Pero, el éxito de sus programas televisivos, se basa en gran parte en el sentido teatral que ellos mismos encierran. Ha heredado de los cómicos la cualidad de divertir y emocionar al público sorprendiéndolo en cada nueva ocasión. Desde los ingenuos decorados cambiantes del "1, 2, 3..."; a esas "Historias para no dormir", donde escarbaba en la parte más fantástica y excitable del alma humana: el terror, ha estado buceando en los territorios de la libérrima imaginación teatral.
Ibáñez Serrador ha tenido el gran sentido del humor y la generosidad de volver a subirse a las tablas de un teatro, tras 37 años de ausencia, dedicado a tareas mucho más gigantescas: tener en sus manos el entretenimiento de millones de telespectadores.
La obra de Luis Peñafiel "Aprobado en castidad" -que representa y dirige Ibáñez Serrador- es una comedia blanca de corte anglosajón; en la línea de Noel Coward, o del mismo Oscar Wilde: chispa, malicia e ingenio. El autor conoce a la perfección los mecanismos del género, hasta el punto de realizar una parodia sutil del mismo, con lo que duplica la comicidad de la obra y de las situaciones que en ella se plantean. "Aprobado en castidad" es un monstruito perfecto, controlado por la tiránica mente de un niño prodigio. En la causticidad del humor picaresco de la obra, se nota un toque más latino, más cercano, más jardielesco.
El estreno de esta obra es todo un acontecimiento para la antropología sentimental del teatro español, si este género existiera. Nadie debe perdérsela, es todo un acontecimiento extraordinario e insólito; como cuando los Reyes bailaban en los teatros vestidos de pastorcillos.
Ibáñez Serrador está excelentemente acompañado por un grupo de actrices y actores cómplices, además de una pareja escultural de señoritas. Susana Canales interpreta a la hermana del protagonista, y Andrés Resino a su aturdido marido, con un estilo interpretativo peculiar, como salido del "túnel del tiempo", rasgo que comparte toda la representación, y que le da un toque añejo, como de otros tiempos. En términos de diversión, la obra sigue siendo efectiva, exhala un humor extremadamente cómodo e inteligente.
En su estreno reunió y combinó a un espectro de invitados variopintos de gran popularidad. Seguirá sucediendo, todo lo que pone en marcha Chicho Ibáñez Serrador se convierte en acontecimiento. Y por último una pregunta: ¿por qué no invierte con regularidad, Señor Serrador, parte de su talento en el teatro (que tanto le ha dado), y que tan necesitado se encuentra de verdaderos y saludables talentos?
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