"Los interese creados". De Jacinto Benavente. Compañía Lope de Vega. Dirección: José Tamayo. Ambientación e indumentaria: José Lucas. Reparto: Pepe Rubio. José Segura. Julia Martínez. Daniel Martín. Vicente Gisbert. Mari Begoña. Luz Nicolás. Madrid. Teatro Bellas Artes. Fecha de estreno: 3-11-99
José Tamayo es el mayor corredor de fondo del teatro español. Durante los últimos cincuenta años no ha cesado de dirigir teatro, alimentando una pasión, que demuestra le es necesaria, y que practicará mientras le quede aliento. Esta temporada regresa con "Los intereses creados" de Jacinto Benavente, una pieza que ya había estrenado previamente en 1956, y en la que vuelve a encontrarse con la palabra de un autor mayor, para ponerlo en escena, a través de sus luces y sombras. Las plasticidad de sus montajes es lo que ha dado siempre un sentido de espectáculo a su trabajo, aunque se tratara de obras de autores de tanto peso, como Arthur Miller, Valle-Inclán, Albert Camus, Lorca, Anouilh y tantos otros.
Benavente obtuvo con esta obra, en 1907, uno de sus éxitos más sonados, y algunos eruditos afirman que es la que mejor ha soportado el paso del tiempo. En ella, Benavente se aleja de su crónica cotidiana de la vida de los burgueses (de ciudad o de campo), y se explaya en su teatro fantástico y simbólico de sus comienzos modernistas. El impacto de la figura de Benavente en la escena española a finales del S. XIX, fue tan impactante que llevó a decir a Juan Ramón Jiménez, que Benavente era el príncipe de un nuevo renacimiento español. En 1922, la Academia Sueca refrendó esta visión de su mérito, otorgándole el Premio Nobel. Aunque posteriormente, Benavente se fue acomodando en el éxito de la integración y se fue perdiendo el interés por su obra.
En esta pieza ejerce, a través de los personajes de la Comedia del Arte italiana, una sátira descarnada contra el dinero y la farsa de la justicia, como en las mejores piezas molierescas. Tamayo se siente identificado con la profunda "teatralidad del juego" y se inventa una caja de luces y sombras chinescas muy sugerente, por donde transita esta obra, tan discursiva, con tantas palabras y tan largos parlamentos; muchas de las escenas no suceden a la vista del público; se las narra.
Pepe Rubio afronta con su naturalidad y su oficio el mítico Crispín benaventino, aunque, a ratos, parece faltarle gas para el personaje de un criado tan ingenioso como dinámico. El vestuario de José Lucas es un paraíso de color. Los personajes de la Comedia del Arte desfilan (con poco énfasis en el movimiento) ante el público, mostrando su sátira, su desengaño, y su pequeña esperanza puesta siempre en el amor. En "Los intereses creados, como reza el emblema que luce en el telón del teatro Bellas Artes, finalmente, manda el corazón.
José Tamayo es el mayor corredor de fondo del teatro español. Durante los últimos cincuenta años no ha cesado de dirigir teatro, alimentando una pasión, que demuestra le es necesaria, y que practicará mientras le quede aliento. Esta temporada regresa con "Los intereses creados" de Jacinto Benavente, una pieza que ya había estrenado previamente en 1956, y en la que vuelve a encontrarse con la palabra de un autor mayor, para ponerlo en escena, a través de sus luces y sombras. Las plasticidad de sus montajes es lo que ha dado siempre un sentido de espectáculo a su trabajo, aunque se tratara de obras de autores de tanto peso, como Arthur Miller, Valle-Inclán, Albert Camus, Lorca, Anouilh y tantos otros.
Benavente obtuvo con esta obra, en 1907, uno de sus éxitos más sonados, y algunos eruditos afirman que es la que mejor ha soportado el paso del tiempo. En ella, Benavente se aleja de su crónica cotidiana de la vida de los burgueses (de ciudad o de campo), y se explaya en su teatro fantástico y simbólico de sus comienzos modernistas. El impacto de la figura de Benavente en la escena española a finales del S. XIX, fue tan impactante que llevó a decir a Juan Ramón Jiménez, que Benavente era el príncipe de un nuevo renacimiento español. En 1922, la Academia Sueca refrendó esta visión de su mérito, otorgándole el Premio Nobel. Aunque posteriormente, Benavente se fue acomodando en el éxito de la integración y se fue perdiendo el interés por su obra.
En esta pieza ejerce, a través de los personajes de la Comedia del Arte italiana, una sátira descarnada contra el dinero y la farsa de la justicia, como en las mejores piezas molierescas. Tamayo se siente identificado con la profunda "teatralidad del juego" y se inventa una caja de luces y sombras chinescas muy sugerente, por donde transita esta obra, tan discursiva, con tantas palabras y tan largos parlamentos; muchas de las escenas no suceden a la vista del público; se las narra.
Pepe Rubio afronta con su naturalidad y su oficio el mítico Crispín benaventino, aunque, a ratos, parece faltarle gas para el personaje de un criado tan ingenioso como dinámico. El vestuario de José Lucas es un paraíso de color. Los personajes de la Comedia del Arte desfilan (con poco énfasis en el movimiento) ante el público, mostrando su sátira, su desengaño, y su pequeña esperanza puesta siempre en el amor. En "Los intereses creados, como reza el emblema que luce en el telón del teatro Bellas Artes, finalmente, manda el corazón.
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